«El pueblo decide no olvidar»: Abuelas de Plaza de Mayo encuentran al nieto 133 en Argentina

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Pertenece a una familia diezmada por la dictadura, ya que 10 de sus miembros siguen desaparecidos.

"El pueblo decide no olvidar": Abuelas de Plaza de Mayo encuentran al nieto 133 en Argentina

Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.Luis Barron / Eyepix Group / Gettyimages.ru

Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron este viernes la restitución del nieto 133, quien es uno más de los 500 bebés y niños que, de acuerdo con esta organización de derechos humanos, fueron secuestrados y apropiados por los represores durante la última dictadura militar de Argentina (1976-1983).

«A casi 40 años del inicio del período democrático más largo de nuestra historia, seguimos buscando a nuestros nietos y nietas, todos los días. Cada restitución reafirma que el pueblo argentino nos acompaña y decide no olvidar«, explicó Abuelas en el comunicado en el que anunció la noticia.

Más tarde, la presidenta de la organización, Estela de Carlotto, precisó en conferencia de prensa que el nieto 133 es el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho.

Ambos formaban parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores y se conocieron en 1975. Un año después, Cristina fue secuestrada y desaparecida por los militares, cuando estaba embarazada. 

Nélida Navajas, su madre, se sumó a Abuelas de Plaza de Mayo y dedicó toda su vida a buscar a hija y a su nieto. En 2012 murió sin haberlo encontrado, pero sus compañeras continuaron la lucha.

«Nélida, por testimonios de sobrevivientes, pudo confirmar que el embarazo de su hija siguió su curso. El mensaje traía implícita la determinación de que su hijo nacería y el pedido de que lo sigan buscando», explicó De Carlotto.

El nieto recuperado, cuya identidad se preservó, podrá encontrarse con su padre, quien sobrevivió a la dictadura, además de un hermano, una hermana y una familia numerosa.

Además, portará un apellido simbólico, ya que los Santucho acumulan una veintena de detenidos, asesinados y exiliados, de los cuales, 10 integrantes de la familia todavía permanecen desaparecidos. Y él era el único niño buscado.

La historia

Además de torturar, asesinar y desaparecer a decenas de miles de víctimas, el último gobierno de facto de Argentina asumió como uno de sus rasgos macabros el robo de recién nacidos en las cárceles clandestinas a donde habían sido llevadas sus madres, quienes, luego de parir, eran asesinadas.

Cientos de bebés nacidos en esas circunstancias fueron robados, al igual que otros niños que estaban presentes en operativos en los que sus padres y madres eran secuestrados por los militares.

Los represores se apropiaron de ellos, ya fuera adoptándolos en sus propias familias o entregándolos de manera ilegal a otras personas, con el propósito de evitar que se convirtieran en «revolucionarios», «terroristas» o «enemigos del régimen», como consideraban a sus madres y padres. Otros menores fueron llevados a hospicios o, de plano, vendidos.

En 1977, varias madres que buscaban a sus hijas que habían sido secuestradas por los militares a pesar de estar embarazadas, comenzaron a luchar por la aparición de ellas y de sus nietos, pese al clima de represión y de terror que predominaba en la época.

Se bautizaron a sí mismas como Abuelas de Plaza de Mayo. A partir de entonces denunciaron ante el mundo los crímenes de la dictadura argentina, comenzaron a encontrar a los primeros nietos y hasta lograron que se desarrollara el «índice de abuelidad», un estudio genético que permite confirmar la identidad a partir de estudios de ADN entre nietos y abuelos, y que se creara el Banco Nacional de Datos Genéticos, el cual alberga muestras de las familias que siguen buscando a esos niños que hoy, ya son hombres y mujeres adultos.

Ya durante la democracia, gracias al trabajo de Abuelas, la apropiación de niños y niñas fue considerada como un delito imprescriptible, es decir, que sin importar cuánto tiempo pasara, los culpables tenían que ser enjuiciados, lo que ha permitido decenas de condenas.

 

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