Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/03/11/pers-m11.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Patrick Martin
El jueves, la Casa Blanca anunció su solicitud de presupuesto para el año fiscal 2024, que incluye el mayor gasto militar en la historia. Consiste en un presupuesto de $1 billón para una guerra mundial. El Gobierno de Biden quiere más recursos para combatir Rusia en Ucrania, intensificar sus preparativos de guerra contra China en el este de Asia y mantener las agresiones militares estadounidense en Oriente Próximo.
Además de los $842 mil millones para el Pentágono, que sin duda serán aumentados por el Congreso, solicita $24 mil millones para el Departamento de Energía, que gestiona el arsenal nuclear estadounidense, y $20 mil millones para programas militares del Departamento de Estado, la CIA y otras agencias, llevando el gasto militar oficial a $886 mil millones.
A esto se le debe añadir el costo real de la guerra en Ucrania, cuyo monto indicado es de solo $6 mil millones para el año fiscal 2024, que comienza el 1 de octubre. En el año fiscal anterior, el Gobierno de Biden solicitó $6,9 mil millones, pero terminó gastando $114 mil millones. Dado que no hay ninguna señal de que la guerra se va a acabar—de hecho, se está intensificando rápido—el desembolso de EE.UU. para apoyar el régimen en Kiev, que de lo contrario estaría en la bancarrota, muy posiblemente supere el monto actual. Esto elevaría el gasto militar total a mucho más del billón de dólares.
Desde que Biden llegó al poder, el presupuesto para el Pentágono ha aumentado de $718 mil millones en el año fiscal 2022, el primer año completo de su mandato, a $816 mil millones este último año. Los $842 mil millones solicitados para este año bien podrían superar los $900 millones después de que pase por las manos del Congreso y los cabilderos de las empresas armamentistas. Los congresistas republicanos ya denunciaron el presupuesto por entregarle muy poco dinero al ejército.
El nombre “Departamento de Defensa” es una distorsión completa, dado que no hay ni una sola pulgada del suelo estadounidense que necesite defenderse contra un enemigo externo. En cambio, el mundo es el que está en peligro del Pentágono. El Gobierno estadounidense mantiene una presencia militar sin precedente en la historia, con más de 700 bases estadounidenses en todo el mundo, mientras que sus blancos, Rusia y China, solo tienen una base cada uno fuera de sus fronteras.
El departamento debería ser rebautizado Departamento para Mantener el Imperio Global Estadounidense o quizás, más simple, Departamento de Destrucción Mundial. Aproximadamente $38 mil millones del presupuesto del Pentágono son para la modernización de las armas nucleares, llevando el saldo total para el arsenal nuclear estadounidense, cuyo objetivo es la aniquilación mundial de la civilización y quizás toda la vida del planeta, a $60 mil millones.
Gran parte del presupuesto “no militar” también contribuye a la capacidad estadounidense para librar guerras en todo el mundo. Una declaración de la Casa Blanca declara que el presupuesto “invierte en tecnologías y sectores clave para la base industrial estadounidense como los microchips, la construcción de submarinos, la producción de municiones y la biomanufactura”. También incluye “la recapitalización y optimización de cuatro astilleros públicos de la Armada para satisfacer los requisitos futuros del mantenimiento de submarinos y buques”.
Gran parte de los $250 mil millones asignados a la Ley CHIPS fueron desviados a través del Departamento de Comercio para la producción de semiconductores cruciales para las armas de alta tecnología.
El presupuesto del Departamento de Energía apoyará “las fuertes bases tecnológicas y de ingeniería” para el acuerdo antichino AUKUS, entre EE.UU., Australia y Reino Unido. Biden recibirá al primer ministro británico Rishi Sunak y al primer ministro australiano Anthony Albanese para una cumbre del AUKUS en San Diego el lunes.
Miles de millones de dólares más se destinarán a la represión policial, incluyendo $25 mil millones para la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, siglas en inglés) y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), así como $14,5 mil millones para otras actividades contra los inmigrantes del Departamento de Seguridad Nacional, incluyendo los tribunales migratorios y la enorme red de centros de detención. Decenas de miles de millones más irán al FBI y otras agencias del Departamento de Justicia y fondos para los departamentos policiales estatales y locales.
La violencia militar y la represión policial conforman el grueso de los $1,7 mil millones de gasto discrecional, es decir, el monto que el Congreso debe autorizar y asignar cada año, a diferencia de los desembolsos automáticos del Tesoro para los pagos de intereses y garantías sociales como el seguro social, Medicare y Medicaid.
La petición presupuestaria presentada el jueves por el Gobierno de Biden es una perspectiva política, no solo un plan de gastos. La comparten ambos partidos capitalistas, el republicano y el demócrata, cualesquiera que sean sus diferencias tácticas sobre en qué y cuánto gastar. El imperialismo estadounidense busca mantener su dominio global, y ahora está concentrado en derrotar a los que considera sus principales adversarios, Rusia y sobre todo China.
La guerra por delegación contra Rusia en Ucrania solo representa la antesala de un conflicto aún mayor con China, que ahora toma la forma de una rápida acumulación militar hacia lo que un alto general sugirió que sería una guerra abierta en 2025. Los medios de comunicación corporativos están haciendo su parte para suprimir la oposición popular a estas guerras, tratando de cambiar la opinión pública con un bombardeo propagandístico sobre la invasión reaccionaria de Rusia en Ucrania, y azuzando la histeria sobre los supuestos “globos espía” chinos y la red social TikTok, descrita como un plan nefasto de Beijing para recopilar información de inteligencia sobre los estadounidenses de a pie.
Cabe destacar que en la primera aparición de Biden al estilo de una campaña electoral para “vender” su presupuesto al público, no hizo mención alguna al gasto militar, sino que exageró enormemente el nivel de gasto en salud, educación y otros programas de bienestar social, que inevitablemente se verán recortados en lugar de ser aumentados en el curso de las negociaciones presupuestarias con los republicanos.
Todo ello va acompañado de una demagogia populista sobre las propuestas de subir los impuestos a las empresas y a los superricos, que sabe que no llegarán a ninguna parte en el Congreso. La Casa Blanca ni siquiera pudo aprobar un aumento de pocos cientos de miles de millones en impuestos a los ricos cuando el Congreso estaba controlado por los demócratas en 2021-2022. Sugerir que una Cámara de Representantes controlada por los republicanos aprobará $5 billones de dólares en impuestos a la aristocracia financiera es una mentira descarada.
Biden procede como un vendedor de feria, sosteniendo objetos brillantes como los aumentos de impuestos para los ricos y los aumentos del gasto social, que son populares entre los trabajadores, para distraer de la verdadera esencia de su programa, que es continuar e intensificar la guerra con Rusia en Ucrania y preparar una guerra inminente con China.
Este es el eje central de las políticas del Partido Demócrata, un partido de Wall Street y del aparato militar y de inteligencia, que hace tiempo abandonó cualquier conexión genuina con las políticas de concesiones sociales al pueblo trabajador. La única disputa de Biden con los republicanos es sobre si atacar primero a Rusia o a China. Pero este conflicto es secundario. Ambos partidos defienden los intereses mundiales de la oligarquía estadounidense.
(Publicado originalmente en inglés el 9 de marzo de 2023)