El precio de la luz no sigue la llamada ‘ley de la oferta y la demanda’

mpr21                                                                                                                               Redaccion

 

En el mercado eléctrico el precio no sigue la llamada “ley de la oferta y la demanda” sino que varía cada pocos minutos. En España los cambios en la tarifa de la luz se pueden seguir casi en vivo en el siguiente enlacehttps://tarifaluzhora.es

Es un mercado en el que tanto la oferta como la demanda son intermitentes. Por el lado de la oferta, para que haya energía eólica tiene que soplar el viento y lo mismo ocurre con la fotovoltaica. Por el de la demanda, el consumo varía en función de las horas laborables del día, o de las fiestas, o de las vacaciones.

Si la oferta no alcanza a la demanda, se produce un corte de suministro y si ocurre al revés se produce una superproducción de electricidad, que es el fenómeno más frecuente en países, como España, donde se produce tres veces más de lo que se consume. El resto no se puede acumular y se desperdicia si las empresas eléctricas no consiguen exportarla.

No es, pues, el precio el que detemina la demanda, sino al revés. En varios momentos de este año, como en marzo, el precio ha caído por debajo de cero, pero la demanda no ha crecido. Las fábricas funcionan al ritmo de su propio proceso de producción, no con los vaivenes de los precios de la electricidad. Lo mismo ocurre con los ocho millones de consumidores individuales, que tampoco se benefician de los períodos de caída de los precios de la electricidad.

Pero ahora interviene otro factor: las energías llamadas “renovables”. Antes, la reducción de los precios de la electricidad coincidía con los horarios nocturnos, los fines de semana o las festividades. Ahora cada vez hay más bajadas de precios por las mañanas y en las horas punta. En los primeros cuatro meses de este año, España alcanza las 400 horas de precios negativos, casi cuatro veces más que durante todo el año pasado, que ya fue el récord de los últimos diez años.

Durante la crisis energética, que comenzó a principios de 2021 y se relajó a principios de este año, los precios mayoristas de la electricidad y el gas se multiplicaron por 15 y el mercado sufrió una volatilidad extrema. Ahora los precios de la electricidad se han reducido en los últimos meses tras esos máximos, se ha disparado el número de ocasiones en que el mercado se hunde y la cotización se desploma hasta los cero euros.

La razón fundamental de los desplomes cada vez frecuentes del precio de la electricidad es, además de la crisis económica y el descenso de la demanda de electricidad, el crecimiento de las energías renovables. La explicación es la siguiente: las energías denominadas inframarginales (las renovables, la nuclear y la hidroeléctrica) llegan al mercado como si fuera una subasta, a precio cero, de tal manera que cuando la producción de esas energías es suficiente para cubrir todo el consumo previsto, el precio se queda en cero euros.

Si las subidas del precio de la electricidad no son una buena señal, los desplomes tampoco. Cuando la luz es gratis, es demasiado cara y, no sólo porque es un gasto para las empresas eléctricas. El precio cero les indica que paren la produccción porque deben pagar tasas a la red por el exceso de producción. A veces resulta más caro, o incluso complicado, cerrar una instalación y luego reiniciarla. Por eso las eléctricas prefieren pagar para seguir produciendo.

Las declaraciones triunfalistas acerca del aumento de la potencia instalada de energías llamadas “renovables” son un engaño y encubren la superproducción y el despilfarro. Con la introducción masiva de las instalaciones llamadas “renovables” la superproducción aumenta. En cinco años la capacidad de los parques solares europeos se ha más que duplicado, de 120 Gw a 300 Gw. Por su parte, la capacidad eólica aumentó de 190 Gw a 280 Gw.

Las horas de luz a precio cero se han disparado. El año pasado hubo 6.400 horas, que han pasado a 7.800 para los primeros ocho meses de 2024. Además de España, el país más afectado es Finlandia, que suma más de 500 horas este año. Las perspectivas son tanto más sombrías cuanto que los costes de construcción de su última central nuclear se han disparado a causa de sus malas relaciones con Rusia.

Alemania también está en números rojos con 375 horas, al igual que Francia con más de 300 horas. Por el contrario, con sus centrales eléctricas de gas metano más flexibles, Italia es la que está obteniendo mejores resultados, prácticamente sin horas de luz a precio cero.

Los grandes monopolios no son capaces de planificar porque no pueden saber los precios de venta a medio plazo, lo que les impide invertir. La retirada de BP o Shell de los grandes proyectos eólicos es un ejemplo. Lo mismo ocurre con la construcción de centrales nucleares o de hidrógeno, que requieren enormes inversiones sin saber si serán rentables en algún momento.

El desarrollo de las fuerzas productivas no ha llegado al punto de ser capaces de almacenar la energía y las redes eléctricas se han quedado obsoletas en muchos países, sobre todo en Estados Unidos.

La superproducción subvencionada

Los grandes monopolios recurren cada vez más a los subsidios públicos, cada vez más rácanos en estos tiempos de recortes presupuestarios… excepto en políticas verdes, como la Agenda 2030, donde el derroche no parece tener fondo. Sin embargo, más subvenciones a las energías llamadas “renovables” aumentan la superproducción y, en consecuencia, las horas de luz a precio cero.

Pongamos un ejemplo: Macron prometió cerrar todas las centrales eléctricas de carbón en Francia antes de 2022. No ha podido cumplir su promesa, que ha tenido que posponer hasta 2027.

En 2012 una antigua central eléctrica de carbón, la Provence 4 de Gardanne, no se cerró sino que se reconvirtió a la biomasa. Entonces quien la dirigía era la empresa alemana EON, que invirtió 100 millones de euros para pasar del carbón a la biomasa forestal.

El plan era que la unidad de biomasa empezara a funcionar en 2016. Tampoco fue posible. El último plan era encender las calderas el lunes, pero es imposible por la falta de acuerdo entre el actual propietario de la planta, GazelEnergie, y el gobierno de París sobre una cuestión, que es capital en todas las industrias verdes: la cantidad de ayudas públicas que van a recibir. Sin ellas no son viables.

Es otro ejemplo de libro de capitalismo monopolista de Estado: GazelEnergie es una filial del holding EPH, propiedad del checo Daniel Kretinsky que, desde hace meses, negocia con el gobierno francés un “precio político” de compra de la electricidad producida en la central, ya que los de mercado son hoy demasiado bajos para cubrir los costos de producción.

Es más barato tener la central paralizada que producir electricidad.

Inicialmente, la empresa se benefició de un contrato de recompra con EDF, pero decidió denunciarlo en 2022 para aprovechar los altísimos precios del mercado, impulsados ​​por la Guerra de Ucrania. Craso error ya que desde entonces han caído: el megawatio hora en el mercado mayorista es aproximadamente siete veces más barato que hace dos años.

El pasado mes de junio el acuerdo parecía inminente: 800 millones de euros durante unos diez años a cambio de una producción eléctrica de 4.000 horas al año. La subvención era muy inferior a los 2.000 millones de euros solicitados inicialmente por GazelEnergies. El vacío político en París interrumpió las negociaciones y el holding checo impuso un expediente de regulación de empleo.

Ahora la central lleva meses paralizada y los trabajadores temen por su puesto de trabajo. A medida que pasa el tiempo, las posibilidades de embolsarse una suculenta subvención son menores, a causa de que Francia es un Estado en quiebra.

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