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Es un acontecimiento verdaderamente sorprendente: China ha enviado tropas de su ejército a Bielorrusia para participar junto con las tropas bielorrusas en unas maniobras militares en una frontera caliente donde la OTAN tiene 115.000 soldados estacionados.
El sábado los radares de la OTAN detectaron un avión no identificado en el espacio aéreo bielorruso. Había comenzado a emitir una baliza transpondedora, pero no se identificaba.
El avión aterrizó en una base militar en Bielorrusia y rápidamente la inteligencia militar echó un vistazo. No fue necesario porque Rusia y Bielorrusia lo hicieron público: se trataba de un avión de carga del Ejército Popular de Liberación de China que desplazaba tropas.
Poco después del aterrizaje, un pequeño contingente de soldados del ejército chino desembarcó y fue recibido calurosamente por oficiales militares bielorrusos.
La advertencia a la OTAN no es nada sutil: China apoya a Rusia y las líneas rojas enpiezan en Bielorrusia.
El aterrizaje demostraba otra sorpresa: las fuerzas combinadas de los tres países son interoperables, algo que aún no había sido confirmado por la OTAN.
La presión de la OTAN contra Rusia tiene por objeto inmovilizar alrededor de las 300.000 tropas estacionadas en la frontera con Ucrania. Ahora China entra en la partida y Rusia puede utilizar esos 300.000 soldados en Ucrania sin tener que preocuparse de que la OTAN entre en Bielorrusia.
Se trata de un cambio muy significativo en la balanza de fuerzas en Europa del este. El polvorín sigue acumulando combustible.