El Sudamericano
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- EL PAPEL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA EN LA GUERRA NACIONAL Octubre de 1938 (extracto)
- DISCURSO DEL CAMARADA MAO TSE-TUNG EN LA APERTURA DE LA ESCUELA DE CUADROS DEL PARTIDO COMUNISTA (1 de febrero de 1942)
- MÉTODO DIALÉCTICO PARA LA UNIDAD INTERNA DEL PARTIDO (18 de noviembre de 1957)
- ¿DE DÓNDE PROVIENEN LAS IDEAS CORRECTAS? (Mayo de 1963)
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EL PAPEL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA EN LA GUERRA NACIONAL
Octubre de 1938 (extracto)1

POLÍTICA DE CUADROS
El Partido Comunista de China es un partido que dirige la gran lucha revolucionaria de una inmensa nación de varios centenares de millones de personas, y no puede cumplir su misión histórica sin un número considerable de cuadros dirigentes capaces y políticamente íntegros. Durante los últimos diecisiete años, nuestro Partido ha formado muchos dirigentes competentes, de modo que ya tenemos una armazón de cuadros en el trabajo militar, político, cultural, de Partido y de masas; esto constituye un orgullo para el Partido y la nación. Pero la armazón existente no basta para soportar el amplio edificio de nuestra lucha; hay que seguir formando en gran escala cuadros competentes. Muchos activistas han surgido y continúan surgiendo en la gran lucha del pueblo chino. Es responsabilidad nuestra organizarlos, formarlos, cuidarlos bien y saber utilizarlos. Una vez determinada la línea política, los cuadros vienen a ser un factor decisivo2. Por lo tanto, es nuestra tarea de lucha preparar planificadamente gran número de nuevos cuadros. Tenemos que preocuparnos no sólo por los cuadros miembros del Partido, sino también por los que no lo son. Fuera del Partido hay muchas personas capaces, y los comunistas no podemos dejarlas de lado. Es deber de cada comunista deshacerse de toda altanería, saber trabajar junto con los cuadros que no militan en el Partido, proporcionarles sincera ayuda, tratarlos con una afectuosa actitud de camaradas y orientar su actividad hacia la grandiosa causa de la Guerra de Resistencia contra el Japón y de la reconstrucción nacional. Debemos saber valorar a los cuadros. No los juzguemos únicamente por un breve período de su actividad o por un solo hecho de su vida, sino también por todo su pasado y todo su trabajo. Este es el método principal para valorar a los cuadros. Debemos saber utilizar a los cuadros. El dirigente tiene, en resumidas cuentas, dos responsabilidades principales: elaborar y utilizar a los cuadros. Preparar planes, tomar decisiones, dar órdenes e instrucciones, etc., entran en el concepto de “elaborar ideas”. Para que las ideas sean llevadas a la práctica, el dirigente tiene que unir a los cuadros e impulsarlos a la acción; esto entra en el concepto de “utilizar a los cuadros”. En la historia de nuestra nación ha habido siempre dos líneas opuestas en este terreno: el “nombramiento por méritos” y el “nombramiento por favoritismo”. La primera es honrada y la segunda no lo es. El criterio que debe aplicar el Partido Comunista en su política de cuadros es ver si éstos llevan adelante con firmeza la línea del Partido, observan su disciplina, mantienen estrechos vínculos con las masas, poseen la capacidad de orientarse independientemente en el trabajo y son activos, empeñosos y desinteresados. Esta es la línea de “nombramiento por méritos”. La política de cuadros aplicada por Chang Kuo-tao era exactamente la opuesta. Siguiendo la línea de “nombramiento por favoritismo”, reunió en torno suyo a sus favoritos, formó una pequeña fracción y acabó por traicionar al Partido y desertar. Esta es una importante lección para nosotros. En vista de ésta y otras lecciones históricas similares, el Comité Central y los dirigentes de todos los niveles tienen la importante responsabilidad de perseverar en la práctica honrada y justa en lo que respecta a la política de cuadros, y de combatir la práctica deshonesta e injusta, para que se consoliden la unidad y la cohesión del Partido. Debemos saber cuidar bien a los cuadros. He aquí el método: Primero, orientarlos en su trabajo. Esto significa dejarles desplegar su iniciativa en el trabajo para que se atrevan a asumir responsabilidades y, al mismo tiempo, darles indicaciones oportunas para que, a la luz de la línea política del Partido, puedan poner en pleno juego su espíritu creador. Segundo, ayudarlos a elevar su nivel. Esto significa brindarles la oportunidad de estudiar y educarlos, de modo que eleven su preparación teórica y su capacidad en el trabajo. Tercero, verificar su trabajo y ayudarlos a sintetizar sus experiencias, a seguir adelante sobre la base de lo conquistado y a corregir sus errores. No es la manera de cuidar bien a los cuadros confiarles una tarea sin verificar su ejecución, y prestarles atención sólo cuando hayan cometido graves errores. Cuarto, utilizar, en general, el método de la persuasión con los cuadros que hayan cometido errores y ayudarlos a corregirlos. Sólo se puede recurrir al método de la lucha con los que hayan cometido errores graves y rechacen toda guía. En todo esto, la paciencia es indispensable. No es correcto calificar a la ligera de “oportunista” a la gente ni precipitarse a “entablar luchas” contra ella. Quinto, ayudarlos en sus dificultades. Cuando un cuadro cae enfermo o tropieza con dificultades materiales, familiares, etc., hay que prestarle toda la ayuda posible. Este es el método para cuidar bien a los cuadros.
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DISCIPLINA DEL PARTIDO
En vista de las graves infracciones de la disciplina cometidas por Chang Kuo-tao, es necesario reafirmar la disciplina del Partido, a saber: 1) la subordinación del militante a la organización; 2) la subordinación de la minoría a la mayoría; 3) la subordinación del nivel inferior al superior, y 4) la subordinación de todo el Partido al Comité Central. Quien viola estas reglas de disciplina socava la unidad del Partido. La experiencia demuestra que algunos infringen la disciplina del Partido porque no comprenden en qué consiste esta disciplina, y otros, como Chang Kuotao, la infringen a sabiendas y se aprovechan de la ignorancia de muchos miembros del Partido para lograr sus pérfidos objetivos. Por lo tanto, es necesario educar a los militantes en la disciplina del Partido, de modo que los militantes de base no sólo puedan observar ellos mismos la disciplina, sino también velar porque los dirigentes la observen igualmente, evitando así que el caso de Chang Kuo-tao se repita. Para conducir por el cauce correcto las relaciones internas del Partido, aparte de las cuatro reglas más importantes de la disciplina arriba mencionadas, debemos elaborar un reglamento interno del Partido más detallado, que sirva para asegurar la unidad de acción de los organismos dirigentes en todos los niveles.
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LA DEMOCRACIA EN EL PARTIDO
En la gran lucha en que está empeñado, el Partido Comunista de China exige a todos sus organismos dirigentes, miembros y cuadros que desplieguen al máximo su iniciativa; sólo así será posible la victoria. Esta iniciativa ha de manifestarse concretamente en la actividad creadora de los organismos dirigentes, cuadros y miembros del Partido, en su sentido de la responsabilidad, en el vigor que pongan en el trabajo, en la audacia y habilidad con que planteen los problemas, expongan sus opiniones y critiquen los defectos, así como en la vigilancia camaraderil que ejerzan sobre los organismos y cuadros dirigentes. Sin todo esto, la palabra “iniciativa” carecerá de contenido. Ahora bien, el despliegue de dicha iniciativa depende del grado de democracia existente en la vida del Partido. Sin suficiente democracia, resulta imposible desplegar esta iniciativa. Sólo en un ambiente democrático puede formarse un gran número de hombres capaces. En nuestro país prevalece el sistema patriarcal, propio de la pequeña producción, y, tomado el país en su conjunto, todavía no hay una vida democrática. Esta situación se traduce dentro del Partido en una vida democrática insuficiente. Este fenómeno impide que todo el Partido despliegue plenamente su iniciativa, y conduce asimismo a una democracia insuficiente en el frente único y en los movimientos de masas. Por estas razones, dentro del Partido hay que educar a los militantes en los principios de la democracia para que comprendan qué se entiende por vida democrática, cuál es la relación entre democracia y centralismo y cómo poner en práctica el centralismo democrático. Sólo así se puede ampliar efectivamente la democracia en la vida del Partido y, al mismo tiempo, evitar el ultrademocratismo y la tendencia a dejar pasar las cosas, tendencia que socava la disciplina. Es también esencial acrecentar, en grado necesario, la vida democrática de las organizaciones del Partido en nuestro ejército, a fin de estimular la iniciativa de los militantes del Partido y aumentar la capacidad combativa de las tropas. Sin embargo no puede haber tanta democracia en dichas organizaciones como en las organizaciones del Partido fuera del ejército. Tanto en unas como en otras, la democracia interna del Partido debe servir para fortalecer la disciplina e incrementar la capacidad combativa, y no para debilitarlas. La ampliación de la democracia en la vida del Partido debe considerarse como un paso indispensable para su consolidación y desarrollo, como una importante arma que le habilitará para ser más activo y vigoroso en la gran lucha, estar a la altura de sus tareas, crear nuevas fuerzas y salir airoso de la prueba de la guerra.
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NUESTRO PARTIDO SE HA CONSOLIDADO Y ROBUSTECIDO EN LA LUCHA EN DOS FRENTES
Durante los últimos diecisiete años, nuestro Partido ha aprendido en general a utilizar el arma marxista-leninista de la lucha ideológica para combatir las ideas erróneas dentro del Partido en dos frentes: uno, contra el oportunismo de derecha, y el otro, contra el oportunismo de “izquierda”.
Con anterioridad a la V Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional3, nuestro Partido combatió el oportunismo de derecha de Chen Tu-siu y el oportunismo de “izquierda” del camarada Li Li-san. Gracias a la victoria en estas dos luchas internas, el Partido hizo grandes progresos. Después de la V Sesión Plenaria, el Partido conoció otras dos luchas internas de significación histórica: la lucha en la Reunión de Tsunyi y la que desembocó en la expulsión de Chang Kuo-tao. La Reunión de Tsunyi [enero de 1935] corrigió los graves errores de principio, de carácter oportunista de “izquierda”, cometidos en la lucha contra la quinta campaña de “cerco y aniquilamiento”, y unió tanto al Partido como al Ejército Rojo; esto hizo posible que el Comité Central del Partido y las fuerzas principales del Ejército Rojo llevaran la Gran Marcha a su término triunfal, se trasladaran a posiciones avanzadas para resistir al Japón y pusieran en práctica una nueva política, la política de frente único nacional antijaponés. Gracias a la lucha realizada en las Reuniones de Pasi4 y de Yenán5 contra el oportunismo de derecha de Chang Kuo-tao (la lucha contra la línea de Chang Kuo-tao comenzó en la Reunión de Pasi y terminó en la Reunión de Yenán), se consiguió reagrupar a todas las fuerzas del Ejército Rojo y reforzar la unidad del Partido entero para la heroica resistencia al Japón. Estos dos tipos de errores oportunistas surgieron durante la guerra civil revolucionaria y se caracterizaron por estar relacionados con la guerra. ¿Qué lecciones hemos aprendido en estas dos luchas internas del Partido? Helas aquí: 1) Los graves errores de principio surgidos por incomprensión de las características de la guerra revolucionaria de China, y que se manifestaron durante la lucha contra la quinta campaña de “cerco y aniquilamiento”, incluyen la tendencia “izquierdista” a la precipitación, que desatiende las condiciones subjetivas y objetivas. Esta tendencia es extremadamente perniciosa para una guerra revolucionaria y para cualquier movimiento revolucionario. 2) El oportunismo de Chang Kuotao, en cambio, era oportunismo de derecha en la guerra revolucionaria, y constituía una combinación de línea de retirada, caudillismo militar y actividades antipartido. Sólo con la superación del oportunismo de Chang Kuo-tao, pudieron liberarse de su dominio y volver a la línea correcta del Comité Central un gran número de cuadros y militantes del Partido en el Ejército del IV Frente del Ejército Rojo, hombres de magníficas cualidades intrínsecas y larga trayectoria de lucha heroica. 3) El gran trabajo organizativo realizado en los diez años de la Guerra Revolucionaria Agraria dio notables resultados en la edificación del ejército, el trabajo gubernamental, el trabajo de masas y la construcción del Partido. De no haber sido por el apoyo de ese trabajo organizativo al heroico combate en el frente, no habría podido mantenerse la encarnizada lucha contra Chiang Kai-shek. Sin embargo, en los últimos tiempos de esa Guerra se cometieron graves errores de principio en la política del Partido relativa a los cuadros y a la organización, errores que se manifestaron en la tendencia al sectarismo, en el abuso de sanciones y en los excesos en la lucha ideológica. Esto se debió a que no se habían eliminado los vestigios de la línea de Li Lisan y a que se cometieron en esa época errores políticos de principio. Estos errores fueron rectificados también en la Reunión de Tsunyi, y así el Partido pudo pasar a una correcta política de cuadros y a principios organizativos correctos. La línea de Chang Kuo-tao relativa a la organización era completamente ajena a todos los principios del Partido, socavaba su disciplina y llevó la actividad fraccional hasta oponerse al Partido, al Comité Central y a la Internacional Comunista. El Comité Central hizo todos los esfuerzos posibles para poner fin a los criminales errores de línea y a la actividad antipartido de Chang Kuo-tao, y trató de salvarlo. Pero como éste se negó obstinadamente a corregir sus errores y actuó con duplicidad, y, más tarde, traicionó al Partido echándose en brazos del Kuomintang, el Partido tuvo que tomar una firme decisión y expulsarlo. Esta sanción recibió el apoyo no sólo de todo el Partido, sino también de cuantos eran leales a la causa de la liberación nacional. La Internacional Comunista ratificó la decisión y condenó a Chang Kuo-tao como desertor y renegado. Estas lecciones y éxitos nos han proporcionado los requisitos indispensables para cohesionar a todo el Partido, reforzar su unidad ideológica, política y organizativa y conducir victoriosamente la Guerra de Resistencia. Nuestro Partido se ha consolidado y robustecido en la lucha en los dos frentes.
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LA LUCHA ACTUAL EN DOS FRENTES
En el futuro desarrollo de la Guerra de Resistencia, tendrá importancia primordial la lucha política contra el pesimismo derechista, aunque seguirá siendo necesario prestar atención a la lucha contra el mal “izquierdista” de la precipitación. En los problemas relativos al frente único, a la organización del Partido y a la organización de las masas, debe continuarse la lucha contra la tendencia “izquierdista” de “puertas cerradas”, para poder llevar a efecto la cooperación con todos los partidos y grupos políticos antijaponeses y la ampliación del Partido Comunista y del movimiento de masas. Pero, al mismo tiempo, debe combatirse la tendencia oportunista de derecha, que no pone ninguna condición a la cooperación y la ampliación, porque de otro modo ambas serían obstaculizadas y se convertirían en cooperación capitulacionista y ampliación sin principios. La lucha ideológica en los dos frentes debe adaptarse a las circunstancias de cada caso concreto; nunca se debe abordar un problema de manera subjetivista, ni permitir que continúe el viejo hábito pernicioso de “aplicar etiquetas” a la gente. En la lucha contra las desviaciones, hay que prestar seria atención a combatir la duplicidad, porque el mayor peligro de ésta es que puede convertirse en actividad fraccional, como lo muestra la carrera de Chang Kuo-tao. Acatar en público y oponerse en privado; decir si y pensar no; hablar cosas agradables delante de la gente e intrigar a sus espaldas: todas estas son manifestaciones de duplicidad. Sólo aguzando la vigilancia de los cuadros y militantes del Partido contra tal conducta podemos consolidar la disciplina del Partido.
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ESTUDIO
Hablando en general, todos los militantes del Partido Comunista en condiciones de hacerlo deben estudiar la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin, nuestra historia nacional y la situación y tendencias del movimiento actual, y, al mismo tiempo, contribuir a educar a los militantes con un nivel cultural relativamente bajo. En particular, es preciso que los cuadros estudien detenidamente estas materias, y con mayor razón deben intensificar este estudio los miembros del Comité Central y cuadros de niveles superiores. Ningún partido político que dirija un gran movimiento revolucionario podrá alcanzar la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico. La teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin es universalmente aplicable. No hay que considerarla como un dogma, sino como una guía para la acción. No hay que aprender simplemente términos y frases del marxismo-leninismo, sino estudiarlo como ciencia de la revolución. No sólo hay que comprender las leyes generales formuladas por Marx, Engels, Lenin y Stalin como resultado de su vasto estudio de la vida real y de la experiencia revolucionaria, sino también aprender la posición y el método que adoptaban al examinar y resolver los problemas. Actualmente, la preparación marxista-leninista de nuestro Partido es en cierta medida mejor que antes, pero todavía está lejos de abarcar a todos y de ser profunda. Nuestra misión es dirigir a una inmensa nación de varios centenares de millones de personas en una gran lucha sin precedentes. Por lo tanto, generalizar y profundizar el estudio de la teoría marxista-leninista es para nosotros una gran tarea urgente, que sólo podremos cumplir con esfuerzos concentrados. Espero que, después de esta Sesión Plenaria del Comité Central, se realice en todo el Partido una emulación en el estudio; así se verá quién habrá aprendido realmente algo, quién habrá aprendido más y mejor. Si entre los camaradas encargados de las principales responsabilidades en el trabajo de dirección, hay de cien a doscientos con una comprensión del marxismo-leninismo sistemática y no fragmentaria, real y no huera, la capacidad combativa de nuestro Partido será considerablemente acrecentada y aceleraremos nuestra victoria sobre el imperialismo japonés. Nos incumbe otra tarea: estudiar nuestro patrimonio histórico y sintetizarlo con espíritu crítico, aplicando el método marxista. La historia varias veces milenaria de nuestra nación posee características propias y encierra innumerables tesoros. En este aspecto somos todavía simples escolares. La China de hoy proviene de la China del pasado; enfocamos la historia como marxistas, y no debemos amputarla. Debemos sintetizar nuestro pasado, desde Confucio hasta Sun Yat-sen, y tomar posesión de su valioso legado. Esto nos ayudará mucho a guiar el gran movimiento de nuestros días. Como marxistas, los comunistas somos internacionalistas; pero sólo podremos poner en práctica el marxismo integrándolo con las características específicas de nuestro país e imprimiéndole una forma nacional. La gran fuerza del marxismo-leninismo está precisamente en su vinculación con la práctica revolucionaria concreta de cada país. Para el Partido Comunista de China, eso supone aprender a aplicar la teoría del marxismo-leninismo a las circunstancias específicas de China. Si los comunistas chinos, que son parte de la gran nación china, carne de su carne y sangre de su sangre, hablasen del marxismo separándolo de las características de China, su marxismo no pasaría de ser abstracto y vacío. Por ello, el problema que todo el Partido ha de comprender y resolver con urgencia es cómo aplicar el marxismo concretamente en China, de modo que todas sus manifestaciones tengan un carácter inequívocamente chino, es decir, aplicar el marxismo a la luz de las características de nuestro país.
Debe eliminarse el estilo de cliché extranjero6, debe haber menos cantinelas abstractas y vacías, y debe mandarse a descansar al dogmatismo, dando paso al estilo y espíritu chinos llenos de vida y lozanía; que gustan a la gente sencilla de nuestro país. Separar el contenido internacionalista de la forma nacional es la práctica de quienes no entienden nada de internacionalismo. Nosotros, por el contrario, debemos ligar los dos estrechamente. Los graves errores que a este respecto se cometen en nuestras filas deben ser corregidos a conciencia. ¿Cuáles son las características del actual movimiento? ¿Cuáles son sus leyes? ¿Cómo dirigirlo? Todos éstos son problemas prácticos. Hasta hoy, todavía no lo conocemos todo sobre el imperialismo japonés ni sobre China. El movimiento se desarrolla, y surgirán ante nosotros nuevas cosas; lo nuevo nace sin cesar. Estudiar este movimiento en su integridad y en su desarrollo es una gran tarea que requiere nuestra constante atención. No es marxista quien se niega a estudiar estos problemas seria y cuidadosamente. La complacencia es enemiga del estudio. Si realmente queremos aprender algo, debemos comenzar por deshacernos de la complacencia. Nuestra actitud hacia nosotros mismos debe consistir en “ser insaciables en aprender”, y hacia los demás, “ser infatigables en enseñar”.
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UNIDAD Y VICTORIA
La unidad dentro del Partido Comunista de China es el requisito fundamental para lograr la unidad de toda la nación, la cual permitirá ganar la Guerra de Resistencia y construir una nueva China. El Partido Comunista de China, que se ha templado durante diecisiete años, ha aprendido muchos métodos para alcanzar su propia unidad, y es ahora un Partido mucho más fogueado. Así, podemos formar un sólido núcleo en el seno del pueblo chino para ganar la Guerra de Resistencia y construir una nueva China. Camaradas, siempre que permanezcamos unidos, alcanzaremos con seguridad este objetivo.
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DISCURSO DEL CAMARADA MAO TSE-TUNG EN LA APERTURA DE LA ESCUELA DE CUADROS DEL PARTIDO COMUNISTA
1 de febrero de 19427
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Hoy se abre la Escuela del Partido; deseo que tenga muchos éxitos.
En esta ocasión, quisiera decir algo acerca del estilo de trabajo en nuestro Partido.
¿Por qué hace falta un partido revolucionario? Porque en el mundo existen enemigos del pueblo que lo oprimen y éste desea sacudirse esa opresión. En la era del capitalismo y el imperialismo, se necesita un partido revolucionario como el Partido Comunista. Sin un partido así, al pueblo le es de todo punto imposible sacudirse la opresión de sus enemigos. Nosotros somos el Partido Comunista, tenemos el deber de dirigir al pueblo en la lucha para derrotar al enemigo, y por eso, debemos mantener nuestras filas bien alineadas, marchar al mismo paso y disponer de tropas selectas y de buenas armas. Sin esas condiciones, no podremos derrotar al enemigo.
¿Cuáles son los problemas que se presentan ahora en nuestro Partido? Su línea general es acertada y no plantea ningún problema; su labor ha sido fructífera. El Partido cuenta con centenares de miles de militantes, que dirigen al pueblo en una lucha extraordinariamente dura contra el enemigo. Esto es claro para todos y a nadie deja dudas.
¿No hay, pues, ningún problema en nuestro Partido? Yo digo que sí, y que, en cierto sentido, el problema es bastante serio.
¿Cuál es? Que en la mente de algunos camaradas se manifiestan ciertos fenómenos que no son muy correctos ni convenientes.
Esto quiere decir que todavía hay algo incorrecto en nuestros estilos de estudio y de relaciones internas y externas, así como en nuestro estilo literario. Por algo incorrecto en el estilo de estudio, se entiende el mal del subjetivismo; en el estilo de relaciones del Partido, el mal del sectarismo, y en el literario, el mal del estilo de cliché del Partido8. Todos ellos son estilos incorrectos, pero no barren todo el cielo como el viento del Norte en invierno. El subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido ya no son estilos dominantes, sino ráfagas de viento contrario, bocanadas de aire viciado que salen de un refugio antiaéreo. (Risas.) No obstante, es malo que esos vientos sigan soplando en el Partido. Debemos tapar las bocas por donde se escapa ese aire viciado. Todo nuestro Partido debe emprender esta labor, y lo mismo debe hacer la Escuela del Partido. Estos tres vientos nefastos –el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido– tienen su origen histórico. Si bien ya no predominan en el Partido, siguen haciéndonos un daño constante y acometiendo contra nosotros, por lo cual es preciso contrarrestar su acción, estudiarlos, analizarlos y hacer claridad sobre ellos.
Nuestra tarea es combatir el subjetivismo para rectificar el estilo de estudio, combatir el sectarismo para rectificar el de relaciones del Partido, y combatir el estilo de cliché del Partido para rectificar el estilo literario.
A fin de derrotar a nuestro enemigo, es imperativo cumplir la tarea de rectificar el estilo de trabajo en el seno de nuestro Partido. Nuestros estilos de estudio y literario también forman parte del estilo de trabajo del Partido. Siempre que este estilo de trabajo sea del todo correcto, el pueblo entero seguirá nuestro ejemplo. Los no militantes del Partido que padezcan de los malos hábitos mencionados, aprenderán de nosotros y corregirán sus errores si son gente de buena fe; de este modo, influiremos en la nación entera. Con tal que los comunistas mantengamos nuestras filas bien alineadas, marchemos al mismo paso y dispongamos de tropas selectas y de buenas armas, podremos derrotar a cualquier enemigo, por poderoso que sea.
Hablaré ahora del subjetivismo.
El subjetivismo es un mal estilo de estudio, contrario al marxismo-leninismo e incompatible con el Partido Comunista. Lo que necesitamos es un estilo de estudio marxista-leninista. Cuando hablamos del estilo de estudio, no sólo nos referimos al estilo de estudio en los centros de enseñanza, sino también al de todo el Partido. Es un problema relativo al modo de pensar de los miembros de nuestros organismos dirigentes, de todos nuestros cuadros y de todos los militantes de nuestro Partido; se trata de nuestra actitud hacia el marxismo-leninismo, de la actitud de todos los camaradas del Partido respecto al trabajo. Es, pues, una cuestión de importancia excepcional, de primordial importancia.
Actualmente, ciertas ideas confusas cunden entre mucha gente. Por ejemplo, ideas confusas acerca de qué es un teórico, qué es un intelectual, y qué significa la integración de la teoría con la práctica.
Ante todo, hagámonos la siguiente pregunta: ¿Es alto o bajo el nivel teórico de nuestro Partido? Últimamente, se han traducido más obras marxista-leninistas, y el número de lectores ha crecido también. Esto es algo muy bueno. Pero, ¿podemos decir que el nivel teórico de nuestro Partido es ya muy elevado? Es cierto que ahora el nivel es un poco más alto, pero nuestro frente teórico no guarda ninguna proporción con el rico contenido del movimiento revolucionario chino, y una comparación entre uno y otro muestra un retraso muy grande en el dominio de la teoría. En términos generales, nuestra teoría todavía no ha podido ponerse a la par de la práctica revolucionaria, para no hablar ya de que se haya colocado a su vanguardia, como debería ser. Todavía no hemos elevado nuestra práctica, tan rica en contenido, a su debido nivel teórico. No hemos examinado aún todos los problemas de la práctica revolucionaria, ni siquiera los de importancia, para elevarlos a la etapa de la teoría. Juzguen ustedes: En los terrenos económico, político, militar y cultural de China, ¿cuántos de nosotros hemos creado teorías dignas de tal nombre, que puedan ser consideradas científicas y minuciosamente elaboradas, y no bosquejos imprecisos? Especialmente en el campo de la teoría económica, a pesar de que el capitalismo chino cuenta ya con cien años de desarrollo desde la Guerra del Opio, no se ha producido todavía ni una sola obra teórica, auténticamente científica, que concuerde con la realidad del desarrollo económico de China. En el estudio de los problemas económicos de nuestro país, por ejemplo, ¿podemos decir que ya es alto nuestro nivel teórico? ¿Podemos decir que nuestro Partido posee ya teóricos en economía dignos de este nombre? Ciertamente que no. Hemos leído muchas obras marxista-leninistas, pero ¿podemos pretender que ya tenemos teóricos? No, no podemos. Pues el marxismo-leninismo es la teoría creada por Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la base de la realidad, la conclusión general extraída por ellos de la realidad histórica y de la práctica revolucionaria. Si nos limitamos a leer sus obras sin dar un paso adelante para estudiar, a la luz de su teoría, la realidad histórica y la práctica revolucionaria de China y sin tratar de reflexionar en esta última desde el ángulo teórico, no podremos llamarnos, presuntuosamente, teóricos marxistas. Si nosotros, siendo miembros del Partido Comunista de China, cerramos los ojos a los problemas del país y no sabemos más que citar de memoria conclusiones o principios sueltos extraídos de las obras marxistas, entonces nuestros logros en el frente teórico serán, fuerza es decirlo, muy pobres. Si lo único que sabe hacer una persona es aprenderse de memoria la economía o la filosofía marxistas y recitarlas fluidamente desde el primer capítulo hasta el último, pero no sabe en absoluto aplicarlas, ¿puede ser considerada como teórico marxista? ¡No! No puede serlo. ¿Qué clase de teóricos necesitamos? Teóricos que, de conformidad con la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas, puedan interpretar certeramente los problemas prácticos que surgen en el curso de la historia y de la revolución, y dar interpretaciones científicas y explicaciones teóricas de los problemas económicos, políticos, militares y culturales de China. Estos son los teóricos que necesitamos. Para ser un teórico así, uno tiene que asimilar verdaderamente la esencia del marxismo-leninismo, tener una real comprensión de la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas, así como de la doctrina de Lenin y Stalin sobre la revolución en las colonias y en China, y saber aplicar todo ello para analizar de modo penetrante y científico los problemas prácticos de China y descubrir así las leyes de su desarrollo. Tales son los teóricos que realmente necesitamos.
El Comité Central del Partido ha tomado una decisión en la que llama a nuestros camaradas a que aprendan cómo aplicar la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas para estudiar seriamente la historia de China y sus asuntos económicos, políticos, militares y culturales, para analizar de modo concreto cada problema sobre la base de materiales detallados, y luego extraer conclusiones teóricas. He ahí la responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros.
Los camaradas de la Escuela del Partido jamás deben considerar la teoría marxista como un dogma sin vida. Hay que dominar la teoría marxista y saber aplicarla; dominarla con el único objetivo de aplicarla. Si uno puede aclarar uno o dos problemas prácticos desde el punto de vista marxista-leninista, merecerá elogios y podrá decirse que ha logrado algunos éxitos. Mientras más problemas aclare y más amplia y profundamente lo haga, mayores serán sus éxitos. La Escuela del Partido debe adoptar la siguiente regla: para calificar a un estudiante es necesario examinar cómo ve los problemas de China después de haber estudiado el marxismo-leninismo, si los ve de una manera clara o confusa y si sabe o no enfocarlos.
Viene ahora la cuestión de los intelectuales. Ya que China es un país semicolonial y semifeudal y su cultura no se ha desarrollado, los intelectuales son particularmente apreciados. Hace más de dos años, el Comité Central del Partido tomó una decisión sobre el problema de los intelectuales9, según la cual debemos ganárnoslos en gran número y dar una buena acogida a todos aquellos que sean revolucionarios y estén dispuestos a participar en la resistencia al Japón. Tenemos toda la razón para respetarlos, porque sin intelectuales revolucionarios no puede triunfar la revolución. Pero sabemos que muchos intelectuales, creyéndose muy instruidos, se dan aires de eruditos, sin comprender que esos aires son malos y perjudiciales y les impiden progresar. Deberían comprender la verdad de que en realidad muchos llamados intelectuales son, en términos relativos, los más ignorantes, mientras los obreros y los campesinos con frecuencia saben más que ellos. Alguien me dirá: “¡Ajá! Usted está volviendo las cosas al revés y diciendo tonterías.” (Risas.) Pero, camarada, no se impaciente; algo de verdad hay en lo que acabo de decir.
¿Qué son los conocimientos? Desde que existe la sociedad de clases, en el mundo ha habido sólo dos categorías de conocimientos: unos son los de la lucha por la producción y otros, los de la lucha de clases. Las ciencias naturales y sociales son la cristalización de estas dos categorías de conocimientos, y la filosofía es la generalización y resumen del conocimiento de la naturaleza y de la sociedad. ¿Hay alguna otra categoría de conocimientos? No. Veamos ahora el caso de los estudiantes educados en centros docentes separados por completo de las actividades prácticas de la sociedad. ¿Qué sucede con ellos? Empiezan sus estudios en una escuela primaria de ese tipo, los terminan en una universidad del mismo género, obtienen su diploma, y entonces son considerados gente instruida. Pero lo que han adquirido no son sino conocimientos librescos; aún no han tomado parte en ninguna actividad práctica ni han aplicado lo aprendido en ningún campo de la vida. ¿Personas así pueden ser consideradas intelectuales completos? Me parece muy difícil, porque sus conocimientos no son todavía completos. ¿Qué son, pues, conocimientos relativamente completos? Todo conocimiento más o menos completo se forma en dos etapas: la primera, el conocimiento sensorial, y la segunda, el conocimiento racional, que es una etapa superior de desarrollo del primero.
¿Qué tipo de conocimientos son los adquiridos por los estudiantes en los libros? Suponiendo que todos sus conocimientos fueran verdaderos, no son, sin embargo, conocimientos conseguidos por medio de su experiencia personal, sino teorías establecidas por sus antecesores, fruto de la síntesis de las experiencias de éstos en la lucha por la producción y en la lucha de clases. Por supuesto, es absolutamente necesario que los estudiantes adquieran este tipo de conocimientos; no obstante, debe entenderse que, en cuanto a ellos concierne, estos conocimientos son en cierto sentido unilaterales, algo que ha sido comprobado por otros, y no por ellos mismos. Lo más importante es saber aplicar estos conocimientos en la vida y en la práctica. Por eso, aconsejo a aquellos que tienen sólo conocimientos librescos pero que todavía no han tenido contacto con la práctica o han adquirido poca experiencia en ella, que se den cuenta de sus propias deficiencias y sean un poco más modestos.
¿Cómo hacer que se conviertan en auténticos intelectuales aquellos que sólo poseen conocimientos librescos? La única manera es que participen en el trabajo práctico y se conviertan en trabajadores prácticos, y que quienes se ocupan del trabajo teórico estudien problemas prácticos de importancia. Así se logrará este objetivo.
Lo dicho no dejará de enfadar a algunos, que dirán: “Según su explicación, ni el propio Marx puede ser considerado como intelectual.” A eso responderé: Están en un error. Marx no sólo tomó parte en la práctica del movimiento revolucionario, sino que también creó la teoría de la revolución. Partiendo del más simple elemento del capitalismo, la mercancía, hizo un estudio minucioso de la estructura económica de la sociedad capitalista. Millones y millones de personas veían y utilizaban a diario la mercancía, pero estaban tan acostumbradas a ella que no se daban cuenta de lo que representaba. Sólo Marx la estudió científicamente. Hizo un enorme trabajo de investigación de su transformación real y dedujo una teoría completamente científica de algo que existía universalmente. Estudió la naturaleza, la historia y la revolución proletaria y creó así el materialismo dialéctico, el materialismo histórico y la teoría de la revolución proletaria. De este modo, Marx llegó a ser el intelectual más completo; representa la cima de la sabiduría humana, y es fundamental la diferencia que existe entre él y aquellos que sólo tienen conocimientos librescos. Marx realizó investigaciones y estudios detallados en medio de la lucha práctica, formuló generalizaciones y luego comprobó sus conclusiones llevándolas a la lucha práctica. He ahí lo que llamamos trabajo teórico. Nuestro Partido necesita que muchos camaradas aprendan a realizar esta labor. Ahora tenemos en nuestro Partido un gran número de camaradas que pueden aprender a hacer estudios teóricos de este género, y la mayor parte son inteligentes y promisorios; debemos darles importancia. Pero ellos deben guiarse por los principios correctos y no repetir los errores del pasado. Tienen que desechar el dogmatismo y no quedarse en frases sacadas de los libros.
En el mundo sólo existe una clase de teoría verdadera, la teoría extraída de la realidad objetiva y comprobada en ella; ninguna otra cosa merece el nombre de teoría en el sentido que damos a esta palabra. Stalin dijo que la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica10. Una teoría que no tiene objeto es inservible y errónea, y debe ser descartada. Hay que avergonzar a los aficionados a propagar tales teorías. El marxismo-leninismo es la verdad más correcta, científica y revolucionaria, nacida de la realidad objetiva y comprobada en ella, pero muchos de quienes lo estudian lo toman como un dogma sin vida, impidiendo así el desarrollo de la teoría, perjudicándose a sí mismos y causando daño también a otros camaradas.
Por otro lado, aquellos camaradas dedicados al trabajo práctico también tendrán tropiezos si hacen mal uso de su experiencia. Es verdad que ellos tienen a menudo mucha experiencia, lo que es bien digno de aprecio, pero sería muy peligroso que se contentaran con su experiencia. Deben comprender que sus conocimientos son principalmente sensoriales y parciales, y que les faltan conocimientos racionales y generales; en otras palabras, les falta teoría y sus conocimientos son también relativamente incompletos. La labor revolucionaria no puede realizarse bien sin conocimientos relativamente completos.
Así pues, hay dos clases de conocimientos incompletos: aquellos que se encuentran ya elaborados en los libros y aquellos que son principalmente sensoriales y parciales; unos y otros son unilaterales. Sólo su combinación puede producir conocimientos válidos y relativamente completos.
Sin embargo, para estudiar la teoría, nuestros cuadros con un pasado obrero o campesino deben primero adquirir una instrucción elemental. Sin ella, no podrán aprender la teoría marxista-leninista. Adquirida esa instrucción, podrán estudiarla en cualquier momento. De niño, nunca tuve la oportunidad de ingresar en una escuela marxista-leninista. Sólo me enseñaban cosas como ésta: “El Maestro dijo: “¡Qué agradable es aprender y repasar constantemente lo aprendido!”11 No obstante ser anticuado el contenido de ese género de enseñanza, de ella saqué algo bueno, pues aprendí a leer. Ahora ya no estudiamos los clásicos confucianos, sino materias nuevas, como chino moderno, historia, geografía y ciencias naturales, que una vez dominadas, nos serán útiles en todas partes. El Comité Central de nuestro Partido exige ahora especialmente que nuestros cuadros con un pasado obrero o campesino adquieran una instrucción elemental, pues así podrán luego aprender cualquier materia: política, ciencia militar o economía. Si no, por muy rica que sea su experiencia, nunca serán capaces de estudiar la teoría.
De ahí se desprende que, para luchar contra el subjetivismo, debemos ayudar a los dos tipos de personas antes mencionados a desarrollar el aspecto en que son deficientes y a integrarse un tipo con el otro. Los que tienen conocimientos librescos deben desarrollarse en el aspecto práctico; ésta es la única manera de no quedarse estancados en los libros ni caer en el error de dogmatismo. Los que tienen experiencia en el trabajo práctico deben estudiar la teoría y leer a conciencia; sólo así podrán sistematizar y sintetizar sus experiencias para elevarlas al nivel de la teoría, y evitarán tomar sus experiencias parciales por verdades universales, así como caer en el error de empirismo. Tanto el dogmatismo como el empirismo son subjetivismo, aunque parten de dos polos opuestos.
Por lo tanto, en nuestro Partido hay dos formas de subjetivismo: el dogmatismo y el empirismo. Cada uno de éstos ve sólo una parte y no el todo. Si no tenemos cuidado, si no comprendemos que esta unilateralidad es un defecto ni hacemos todos los esfuerzos por corregirlo, será fácil que tomemos un camino equivocado.
De estas dos formas de subjetivismo, sin embargo, es el dogmatismo el que en la actualidad constituye un mayor peligro para nuestro Partido. Pues los dogmáticos pueden tomar fácilmente el disfraz de marxistas para asombrar, cautivar y poner a su servicio a los cuadros con un pasado obrero o campesino, para quienes es difícil descubrirlos; también pueden asombrar y cautivar a la juventud ingenua e inexperta. Si superamos el dogmatismo, los cuadros con conocimientos librescos se unirán de buen grado a aquellos que poseen experiencia práctica, y estarán dispuestos a estudiar los fenómenos reales; entonces surgirán muchos buenos trabajadores que integren la teoría con la experiencia, así como teóricos auténticos. Si superamos el dogmatismo, los camaradas con experiencia práctica tendrán buenos maestros que les ayuden a elevar sus experiencias al nivel de la teoría y de este modo evitarán caer en el error de empirismo.
Además de las ideas confusas sobre lo que es un teórico y un intelectual, entre muchos camaradas hay otra idea confusa acerca de lo que significa “unir la teoría con la práctica”, frase que siempre tienen a flor de labios: Hablan todos los días de “unir”, pero lo que en realidad quieren decir es “separar”, porque no hacen ningún esfuerzo por unir. ¿Cómo unir la teoría marxista-leninista con la práctica de la revolución china? Dicho en lenguaje corriente, esto se logra “disparando la flecha al blanco”. Cuando uno dispara una flecha, tiene que apuntarla a un blanco. La flecha es al blanco lo que el marxismo-leninismo a la revolución china. Algunos camaradas, sin embargo, “disparan sus flechas sin tener un blanco” o tiran al azar; es fácil que esas personas perjudiquen a la revolución. Otros no hacen más que darle vueltas y más vueltas a la flecha que tienen en sus manos, exclamando sin cesar: “¡Qué flecha tan bonita! ¡Qué flecha tan bonita!”, pero nunca quieren dispararla. Estos son aficionados a las antigüedades, y casi no tienen nada que ver con la revolución. La flecha del marxismo-leninismo tiene que ser disparada al blanco de la revolución china. Si este punto no es aclarado, el nivel teórico de nuestro Partido nunca se elevará y la revolución china jamás triunfará.
Nuestros camaradas deben comprender que si estudiamos el marxismo-leninismo, no es para lucirnos, ni porque éste encierre algún misterio, sino exclusivamente porque es la ciencia que conduce la revolución proletaria a la victoria. Hasta la fecha, todavía hay no pocos que consideran ciertas frases sueltas de las obras marxista-leninistas como una panacea ya preparada, que, una vez adquirida, permite curar cien enfermedades sin ningún esfuerzo. Estas personas padecen de una ignorancia infantil, y nuestro deber es darles ilustración. Son precisamente tales ignorantes los que miran el marxismo-leninismo como un dogma religioso. Les debemos decir lisa y llanamente: “Su dogma no sirve para nada.” Marx, Engels, Lenin y Stalin han reiterado que nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción. Sin embargo, tales gentes prefieren olvidar esta afirmación, la más importante entre las importantes. Se podrá decir que los comunistas chinos han ligado la teoría con la práctica sólo cuando sepan aplicar la posición, el punto de vista y el método marxista-leninistas y las enseñanzas de Lenin y Stalin concernientes a la revolución china y, partiendo de un serio estudio de la realidad histórica y la práctica revolucionaria de China, den un paso adelante para realizar, en todos los terrenos, creaciones teóricas que respondan a las necesidades de nuestro país. Es inútil hablar de la integración de la teoría con la práctica, aunque eso se repita durante cien años, si no se la traduce en acción. Para llevar a cabo la lucha contra la manera subjetiva y unilateral de enfocar los problemas, tenemos que romper el subjetivismo y la unilateralidad dogmáticos.
Basta por hoy acerca de la lucha contra el subjetivismo, lucha que tiene por objeto rectificar el estilo de estudio en todo el Partido.
Me detendré ahora en la cuestión del sectarismo.
Gracias a que nuestro Partido se ha templado durante veinte años, el sectarismo ya no domina en su seno. Sin embargo, aún se encuentran supervivencias en las relaciones tanto internas como externas del Partido. Las tendencias sectarias en las relaciones internas conducen al exclusivismo respecto a camaradas del Partido y obstaculizan la unidad y cohesión internas de éste, mientras las tendencias sectarias en las relaciones externas llevan al exclusivismo respecto a los no comunistas y obstaculizan la tarea del Partido de unir a todo el pueblo. Sólo extirpando estos dos males, podrá nuestro Partido avanzar sin obstáculos en su gran obra de conseguir la unidad de todos nuestros camaradas y de todo nuestro pueblo.
¿Cuáles son los residuos del sectarismo en el seno del Partido?
Principalmente los siguientes:
Primero, la pretensión de “independizarse”. Algunos camaradas sólo ven los intereses parciales y no los generales; en todo momento destacan indebidamente aquellas secciones de trabajo de las cuales son responsables, y siempre tienden a supeditar los intereses generales a los parciales. No comprenden lo que significa el centralismo democrático en el Partido, ni se dan cuenta de que el Partido Comunista necesita no sólo democracia sino, sobre todo, centralismo. Olvidan que, dentro del centralismo democrático, la minoría debe subordinarse a la mayoría, el nivel inferior al superior, la parte al todo, y todo el Partido al Comité Central. Chang Kuo-tao, por ejemplo, pretendió “independizarse” del Comité Central y terminó por traicionar al Partido y convertirse en agente del Kuomintang. Aunque el sectarismo de que hablamos ahora no es tan particularmente grave, debemos prevenirlo y acabar con toda manifestación de desunión. Debemos alentar a los camaradas a tener plenamente en cuenta los intereses del todo. Cada miembro del Partido, cada sección de trabajo, cada palabra y cada acción deben tener como punto de partida los intereses de todo el Partido. No será tolerada en absoluto ninguna violación de este principio.
Los que pretenden este “independizarse” generalmente se aferran a la doctrina del “yo primero” y se equivocan en cuanto a la relación entre el militante y el Partido. Aunque respetan de palabra al Partido, en la práctica se colocan a sí mismos en primer término y relegan el Partido al segundo. ¿Qué buscan? Fama, posición y oportunidad de lucirse. Siempre que se les encarga de alguna sección de trabajo, procuran “independizarse”. Para este fin, engatusan a algunos, desplazan a otros y recurren, entre camaradas, a la jactancia, las lisonjas y la adulación, introduciendo en el Partido Comunista el estilo filisteo de los partidos burgueses. Es su deshonestidad lo que les pierde. Creo que debemos trabajar honestamente; sin una actitud así nada se puede realizar en el mundo. ¿Quiénes son gente honesta? Marx, Engels, Lenin y Stalin son honestos; lo son los hombres de ciencia. ¿Quiénes son deshonestos? Trotsky, Bujarin, Chen Tu-siu y Chang Kuo-tao lo son en grado sumo, y aquellos que pretenden “independizarse” por intereses personales o parciales también son deshonestos. Todo el que es taimado, todo el que no adopta una actitud científica en su trabajo, aunque se crea ingenioso e inteligente, en realidad es el más estúpido, y no tendrá buen fin. Los estudiantes de nuestra Escuela del Partido deben prestar atención a este problema. Hemos de edificar un partido centralizado y unificado, y desembarazarnos de toda lucha fraccional sin principios. Para que nuestro Partido marche al mismo paso y luche por un objetivo común, tenernos que combatir el individualismo y el sectarismo.
Los cuadros venidos de fuera y los cuadros nativos deben unirse y combatir las tendencias sectarias. Hay que prestar gran atención a las relaciones entre los cuadros nativos y los de fuera, porque muchas bases de apoyo antijaponesas han sido establecidas sólo después de la llegada de unidades del VIII Ejército o del nuevo IV Cuerpo de Ejército y gran parte del trabajo local no se ha desarrollado sino con la llegada de los cuadros de fuera. Nuestros camaradas deben comprender que, en tales condiciones, únicamente cuando esos dos tipos de cuadros estén unidos como un solo hombre y una gran cantidad de cuadros nativos hayan sido formados y promovidos, será posible que nuestras bases de apoyo se consoliden y nuestro Partido eche raíces en ellas; de otra manera, eso será imposible. Tanto los cuadros de fuera como los nativos tienen sus cualidades y defectos; para progresar, es necesario que superen sus respectivas deficiencias tomando como ejemplo los méritos de la otra parte. En comparación con los cuadros nativos, los de fuera siempre están menos familiarizados con la situación de la localidad y menos ligados con las masas. Veamos mi propio caso, a modo de ejemplo. Llevo cinco o seis años en el Norte de Shensí, pero en comparación con algunos camaradas de la región, conozco mucho menos las condiciones locales y estoy mucho menos vinculado con el pueblo de aquí. Los camaradas que van a las bases de apoyo antijaponesas en Shansí, Jopei, Shantung y otras provincias deben tener esto en cuenta. Más aún, incluso dentro de una misma base de apoyo, como sus diferentes sectores no se han establecido al mismo tiempo, también existen diferencias entre los cuadros de un sector y los venidos de otro. Los que llegan de un sector avanzado a otro que lo es menos, pueden ser también considerados como cuadros de fuera, e igualmente deben preocuparse mucho por ayudar a los cuadros nativos. En términos generales, allí donde los cuadros de fuera están en la dirección, será suya la responsabilidad principal si sus relaciones con los cuadros nativos no son buenas. Y será todavía mayor la responsabilidad de los camaradas que desempeñan las principales funciones de dirección. En muchos lugares, la atención que se presta a este problema es todavía muy insuficiente. Hay quienes menosprecian a los cuadros nativos y se burlan de ellos diciendo: “¿Qué saben los lugareños? ¡Son unos papanatas!” Esas personas no comprenden en absoluto la importancia de los cuadros nativos; ignoran tanto las cualidades de éstos como sus propias deficiencias, y adoptan una actitud errónea, sectaria. Todos los cuadros de fuera deben tratar con afecto a los cuadros nativos y prestarles ayuda constante, y es inadmisible ridiculizarlos o atacarlos. Claro que los cuadros nativos deben, por su parte, adquirir las cualidades de los de fuera y librarse de todo concepto estrecho e inadecuado, de manera que lleguen a fundirse con ellos, sin que haya distinción entre unos y otros, evitando así tendencias sectarias.
Lo mismo puede decirse de las relaciones entre los cuadros militares y los cuadros civiles. Deben estar completamente unidos y luchar contra toda tendencia sectaria. Es deber de los cuadros militares ayudar a los cuadros civiles, y viceversa. Si surgen discordias, unos y otros tienen que mostrarse indulgentes y hacerse una ellos los principales responsables si no se llevan bien con los cuadros civiles. Los cuadros militares ante todo tienen que darse cuenta de su propia responsabilidad y ser modestos en su actitud hacia los cuadros civiles; sólo de esta manera pueden crearse condiciones para el feliz cumplimiento de nuestras tareas de combate y de construcción en las bases de apoyo.
Lo mismo se aplica a las relaciones entre unidades del ejército, entre localidades y entre secciones. Hay que combatir la tendencia al seccionalismo, tendencia a preocuparse sólo por la propia sección, sin atender a los intereses de los demás. Seccionalista es quien permanece indiferente ante las dificultades de los demás y no quiere ceder ningún cuadro cuando se lo solicitan otras secciones o, “tomando el campo del vecino como desaguadero”, cede sólo cuadros mediocres, sin mostrar la menor consideración hacia las demás secciones, localidades o personas. Quien procede así ha perdido totalmente el espíritu comunista. Se caracteriza por su negativa a considerar el conjunto y por su total indiferencia hacia las demás secciones, localidades o personas. Tenernos que redoblar nuestros esfuerzos para educar a tales personas y hacerles ver en el seccionalismo una tendencia sectaria, que se volverá peligrosa si se la deja cundir.
Otro problema es el de las relaciones entre los viejos cuadros y los nuevos. Desde el inicio de la Guerra de Resistencia, nuestro Partido se ha desarrollado mucho y ha surgido un gran número de cuadros nuevos; esto es algo muy bueno. En su informe ante el XVIII Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, el camarada Stalin dijo: “…los cuadros viejos siempre son escasos, son menos de los que se necesitan y, en parte, ya comienzan a quedar fuera de combate, en virtud de las leyes normales de la naturaleza.” Aquí Stalin habló tanto de la situación de los cuadros como de las leyes de la naturaleza. Si en nuestro Partido no existe una plena cooperación entre la gran masa de cuadros nuevos y los viejos cuadros, nuestra causa se detendrá a medio camino. Por eso, todos los viejos cuadros deben acoger con gran calor a los nuevos y tratarlos con la mayor solicitud. Es cierto que estos últimos tienen sus defectos. Como no hace mucho que participan en la revolución, les falta experiencia y es lógico que algunos de ellos conserven rastros de la perniciosa ideología de la vieja sociedad, residuos de la ideología individualista pequeñoburguesa. Pero esos defectos pueden ser eliminados gradualmente a través de la educación y el temple en la revolución. Las cualidades de los nuevos cuadros residen, como señaló Stalin, en que poseen un agudo sentido de lo nuevo y, por lo tanto, tienen gran entusiasmo y gran actividad, cualidades de que carecen precisamente algunos cuadros viejos12. Los cuadros nuevos y los viejos deben respetarse mutuamente, aprender los unos de los otros, superar las debilidades propias adquiriendo las cualidades de los demás, para así unirse como un solo hombre en bien de la causa común y prevenir las tendencias sectarias. Allí donde los viejos cuadros tienen a su cargo la responsabilidad principal de dirección, en general recaerá fundamentalmente sobre ellos la culpa si sus relaciones con los nuevos cuadros no son buenas.
Las relaciones antes mencionadas entre la parte y el todo, entre el militante y el Partido, entre los cuadros nativos y los de fuera, entre los cuadros militares y los cuadros civiles, entre unidades del ejército, entre localidades, entre secciones de trabajo y entre los viejos cuadros y los nuevos, son todas relaciones en el seno del Partido. En todos estos casos, hay que elevar el espíritu comunista y precaverse contra las tendencias sectarias, de modo que las filas de nuestro Partido se mantengan bien alineadas y marchen al mismo paso, en bien de nuestra lucha. Este es un problema muy importante, que debemos resolver a fondo en el curso de la campaña por la rectificación del estilo de trabajo en el Partido. El sectarismo es una manifestación del subjetivismo en el terreno organizativo. Si queremos desechar el subjetivismo y desarrollar el espíritu marxista-leninista de buscar la verdad en los hechos, debemos limpiar el Partido de los residuos del sectarismo y partir del principio de que los intereses del Partido están por encima de los intereses individuales y parciales, lo cual permitirá a nuestro Partido alcanzar una unidad y cohesión completas.
Los restos del sectarismo tienen que ser eliminados no sólo en las relaciones internas del Partido, sino también en sus relaciones externas. La razón reside en que, para derrotar al enemigo, no basta simplemente con unir a todos los miembros de nuestro Partido, sino que hace falta unir a todo el pueblo. Durante veinte años, el Partido Comunista de China ha realizado un enorme y arduo trabajo en la empresa de unir a todo el pueblo, y los éxitos que ha logrado en este campo desde que comenzó la Guerra de Resistencia, son aún más grandes que los del pasado. Esto no significa, sin embargo, que todos nuestros camaradas ya tengan un correcto estilo en sus relaciones con las masas populares y estén libres de tendencias sectarias. No. En realidad, estas tendencias subsisten entre una parte de nuestros camaradas, e incluso en algunos son muy serias. Muchos camaradas tienden a envanecerse ante los no militantes del Partido, los tienen en poca estima y los desdeñan, y se niegan a respetarlos y apreciar sus cualidades. Esto es precisamente una tendencia sectaria. Después de haber leído unos pocos libros marxistas, en lugar de volverse más modestos, se hacen más engreídos y siempre hablan de los demás como de gente que no vale nada, sin entender que ellos mismos en realidad no tienen más que conocimientos pobres y mal asimilados. Nuestros camaradas deben comprender la verdad de que los militantes del Partido Comunista siempre constituyen una minoría en comparación con los no militantes. Suponiendo que hubiera un comunista por cada cien chinos, entre los 450 millones de habitantes de China habría cuatro millones y medio de comunistas. Aun en el caso de que el número de los miembros de nuestro Partido llegara a esta cifra colosal, los comunistas constituirían tan sólo el uno por ciento del total de la población, frente al 99 por ciento de no comunistas. ¿Qué razón podernos tener para no cooperar con los no comunistas? Tenemos el deber de cooperar con todos aquellos que deseen cooperar con nosotros o sean susceptibles de ello, y no tenemos ningún derecho de excluirlos. Pero algunos miembros del Partido no lo comprenden, y menosprecian y hasta rechazan a gentes que están dispuestas a cooperar con nosotros. No hay ninguna base para proceder de esta manera. ¿Nos han dado alguna base Marx, Engels, Lenin y Stalin? No. Por el contrario, siempre nos han encarecido que nos mantengamos estrechamente vinculados con las masas y que no nos aislemos de ellas. ¿Nos ha dado el Comité Central del Partido Comunista de China alguna base para actuar así? No. Ni una sola de sus resoluciones dice que podamos divorciarnos de las masas para permanecer aislados. Por el contrario, el Comité Central nos ha dicho siempre que nos mantengamos estrechamente ligados con las masas y no nos divorciemos de ellas. Así pues, cualquier acción que nos aparta de las masas carece de toda base, y sólo es fruto pernicioso de las ideas sectarias inventadas por algunos de nuestros camaradas. Como semejante sectarismo continúa siendo muy grave entre ellos y sigue obstaculizando la aplicación de la línea del Partido, hay que llevar a cabo un extenso trabajo de educación en el seno del Partido para hacer frente a este problema. Debemos, ante todo, hacer que nuestros cuadros comprendan verdaderamente la gravedad del problema y adviertan que es de todo punto imposible derrotar a nuestro enemigo y alcanzar el objetivo de la revolución si los comunistas no se ligan con los cuadros y gentes que no pertenecen al Partido.
Toda idea sectaria es subjetivismo y es incompatible con las necesidades reales de la revolución; por lo tanto, hay que llevar a cabo simultáneamente la lucha contra el subjetivismo y la lucha contra el sectarismo.
Hoy no hay tiempo para hablar del estilo de cliché del Partido; será discutido en otra reunión. Sólo diré que es un receptáculo de inmundicias, una forma de expresión del subjetivismo y del sectarismo. Hace mal a la gente y perjudica a la revolución; tenemos que eliminarlo por completo.
Para luchar contra el subjetivismo, debemos propagar el materialismo y la dialéctica. No obstante, hay todavía muchos camaradas del Partido que no dan importancia a la difusión de ninguno de los dos. Algunos dejan, impasibles, que se propague el subjetivismo. Creen tener convicciones marxistas, pero no se esfuerzan por propagar el materialismo, y al oír o leer algo de índole subjetivista, no se detienen a pensar ni expresan su opinión. Esta no es la actitud de un comunista. Esto ha hecho que muchos camaradas estén intoxicados de ideas subjetivistas y que su sensibilidad se halle adormecida. Por eso, tenemos que iniciar en el Partido una campaña de ilustración para liberar la mente de esos camaradas de la neblina del subjetivismo y el dogmatismo, y llamarlos a boicotear el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido. Estos males son como las mercancías japonesas; sólo nuestros enemigos desean que los conservemos a fin de mantenernos embotados, y por eso, debemos promover su boicot, al igual que el de las mercancías japonesas13. Hay que boicotear todas estas mercancías –el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido–, con el objeto de dificultar su venta en el mercado e impedir el comercio que se hace con ellas aprovechándose del bajo nivel teórico del Partido. Con este fin, nuestros camaradas deben aguzar el olfato y olfatearlo todo para juzgar si es bueno o malo, antes de decidirse a acogerlo o boicotearlo. Frente a cualquier cosa, los comunistas tienen siempre que preguntarse el porqué y utilizar su propia cabeza para examinar minuciosamente si corresponde a la realidad y si está bien fundada; no deben en absoluto seguir ciegamente a otros ni preconizar el servilismo.
Por último, al luchar contra el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido, debemos tener presentes dos principios: primero, “sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro”, y segundo, “tratar la enfermedad para salvar al paciente”. Hay que poner al descubierto, sin tener consideraciones con nadie, todos los errores cometidos, y analizar y criticar en forma científica todo lo malo del pasado, para que en el futuro el trabajo se realice más cuidadosamente y mejor. Eso es lo que quiere decir “sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro”: Pero, al denunciar los errores y criticar los defectos, lo hacemos, igual que un médico trata en caso, con el único objeto de salvar al paciente y no de matarlo. Una persona con apendicitis se salvará si el cirujano le extrae el apéndice. Si una persona que ha cometido errores no oculta su enfermedad por temor al tratamiento, ni persiste en sus errores hasta hacerse incurable, sino que, honesta y sinceramente, desea curarse y enmendarse, debernos acogerla y curarle la enfermedad para que se convierta en un buen camarada. Jamás podremos lograr éxito si nos dejamos llevar por un impulso momentáneo y la fustigamos sin mesura. No se puede tratar con rudeza enfermedades ideológicas o políticas; hay que adoptar el único método correcto y eficaz: “tratar la enfermedad para salvar al paciente”.
Me he permitido aprovechar esta ocasión en que se abre la Escuela del Partido, para hablar extensamente; espero, camaradas, que reflexionen sobre lo que he dicho. (Clamorosos aplausos.)
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MÉTODO DIALÉCTICO PARA LA UNIDAD INTERNA DEL PARTIDO
18 de noviembre de 195714
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En lo referente al problema de la unidad, quisiera decir unas palabras sobre su método. A mi parecer, debemos tomar una actitud de unidad para con todos los camaradas, sean quienes fueren, exceptuando a los elementos hostiles y saboteadores. En el trato con los camaradas, debemos adoptar el método dialéctico y no el metafísico. ¿Qué significa aquí el método dialéctico? Significa tratar todas las cosas de manera analítica, reconocer que todo hombre puede incurrir en errores y no descalificar completamente a alguien por el hecho de haberlos cometido. Lenin dijo que no hay en el mundo persona alguna que no cometa errores. Toda persona necesita el apoyo de otras. Hasta un valiente precisa la ayuda de otras tres personas y una cerca, el sostén de tres estacas. Siendo tan bellas las flores de loto, sólo con el verdor de las hojas resalta su hermosura. Estos son proverbios chinos. En China hay otro proverbio que reza: Tres simples zapateros hacen un sabio Chuke Liang. Un Chuke Liang por sí solo nunca es perfecto, siempre tiene limitaciones. Miren el caso de nuestra Declaración de doce países: Ya hemos sacado el primero, segundo, tercero y cuarto borradores, pero hasta ahora no se ha terminado de pulirla. Pienso que es inadecuada toda idea que lo lleve a uno a echárselas de sabelotodo y omnipotente como Dios. Así las cosas, ¿qué actitud debemos tomar para con los camaradas que incurren en errores? Hacer análisis y adoptar el método dialéctico y no el metafísico. Hubo un tiempo en que nuestro Partido se vio sumido en la metafísica –el dogmatismo–, que anuló por completo a todos aquellos que no agradaban a los dogmáticos. Más tarde, criticamos el dogmatismo y poco a poco fuimos aprendiendo algo más de dialéctica. El concepto fundamental de la dialéctica es la unidad de los contrarios. Si se lo acepta, ¿cómo se debe entonces tratar a los camaradas que han cometido errores? En primer lugar, luchar contra ellos a fin de liquidar completamente sus ideas erróneas y, en segundo, ayudarles. O sea, primero, luchar y, segundo, ayudar. Partiendo de la buena voluntad, ayudarles a corregir sus errores de modo que tengan una salida.
En cuanto a otro tipo de gentes, el método debe ser distinto. Para con personas como Trotsky o como Chen Tu-siu, Chang Kuo-tao y Kao Kang en China, no había manera de asumir una actitud de ayuda, pues ellos eran incurables. Hubo, además, otros individuos incurables como Hitler, Chiang Kai-shek y el zar; con ellos no podíamos hacer otra cosa que derribarlos, porque existía una incompatibilidad absoluta entre ellos y nosotros. En este sentido, no tenían un carácter doble sino único. Lo mismo ocurre, en última instancia, con el sistema imperialista, con el sistema capitalista, que a la postre serán reemplazados inevitablemente por el sistema socialista. Así sucede también con la ideología: Hay que reemplazar el idealismo con el materialismo, y el teísmo con el ateísmo. Esto es así desde el punto de vista de nuestro objetivo estratégico. En lo tocante a las etapas tácticas, el caso es diferente, pues ellas admiten compromisos. ¿No llegamos a un compromiso con los norteamericanos en el paralelo de Corea? ¿No se hizo otro tanto con los franceses en Viet Nam?
En las diversas etapas tácticas, debemos saber luchar y, al mismo tiempo, saber hacer compromisos. Volvamos ahora a detenernos en las relaciones entre camaradas. Propongo aquí que celebren negociaciones aquellos camaradas entre los que haya falta de comprensión. Algunos parecen considerar que, una vez ingresados en el Partido Comunista, todos se convierten en santos, quedan libres de divergencias, de malentendidos, y se encuentran más allá de todo análisis, es decir, que conforman un todo monolítico cual una lámina de acero, que son uniformes y parejos y, en consecuencia, no necesitan de negociaciones. A ellos les parece que, una vez dentro del Partido Comunista, todos han de ser marxistas en el 100 por ciento. En realidad, hay diversos tipos de marxistas: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un 90 por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un 60 por ciento, marxistas en un 50 por ciento, y algunos son marxistas sólo en un 10 ó 20 por ciento. ¿No podemos conversar entre dos o varias personas en un pequeño cuarto? ¿No podemos celebrar negociaciones partiendo del deseo de unidad y con un espíritu de ayuda? Claro que no se trata de negociaciones con el imperialismo (con éste también necesitamos celebrar negociaciones), sino de negociaciones internas entre comunistas. Pongamos un ejemplo: ¿Acaso no es sostener negociaciones lo que están haciendo aquí los doce países reunidos? ¿No es negociar lo que están haciendo los sesenta y tantos Partidos? Efectivamente, eso es lo que hacemos. En otras palabras, a condición de no menoscabar los principios marxista-leninistas, aceptamos las opiniones aceptables de otros y desechamos aquellas nuestras que pueden ser desechadas. Así, actuamos con dos manos: una para la lucha con los camaradas que incurren en errores y la otra para la unidad con ellos. El propósito de la lucha es perseverar en los principios marxistas, lo cual supone la fidelidad a los principios. Esta es una mano; la otra es para velar por la unidad. El propósito de la unidad es dar una salida a esos camaradas, contrayendo compromisos con ellos, lo que significa flexibilidad. La integración de la fidelidad a los principios con la flexibilidad constituye un principio marxista-leninista y es una unidad de contrarios.
El mundo, sea cual fuere su tipificación, está lleno de contradicciones, y esto, por supuesto, es particularmente cierto para las sociedades de clases. Algunos dicen que en la sociedad socialista se puede “hallar” contradicciones. Esta manera de plantear las cosas me parece incorrecta. De lo que se trata no es de si se puede o no hallar contradicciones, sino de que esta sociedad está llena de contradicciones. No hay lugar alguno donde no existan contradicciones, ni hay nadie que escape a todo análisis. Es metafísico admitir la existencia de una persona que no sea susceptible de análisis. Fíjense, el mismo átomo encierra todo un complejo de unidades de contrarios. El es una unidad de dos contrarios: núcleo atómico y electrones. El núcleo atómico, a su vez, es una unidad de contrarios: protones y neutrones. Dado que existen protones, hay también antiprotones, y dado que existen neutrones, hay también antineutrones. En una palabra, la unidad de los contrarios es omnipresente. Respecto al concepto de la unidad de los contrarios, respecto a la dialéctica, es necesario hacer una amplia propaganda. Yo diría que la dialéctica debe salir del cenáculo de los filósofos para llegar a las amplias masas populares. Propongo que se aborde este problema en las reuniones de los buró políticos de los diversos Partidos y en las sesiones plenarias de sus comités centrales, así como en las reuniones de sus comités locales a todos los niveles. En realidad, nuestros secretarios de célula comprenden de veras la dialéctica. Cuando se preparan para hacer un informe en una reunión de célula, acostumbran dejar escritos en sus libretas los dos aspectos de las cosas: primero, los aciertos y, segundo, las deficiencias. Uno se divide en dos: Este es un fenómeno universal, esto es dialéctica.
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¿DE DÓNDE PROVIENEN LAS IDEAS CORRECTAS?
Mayo de 196315
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¿De dónde provienen las ideas correctas? ¿Caen del cielo? No. ¿Son innatas de los cerebros? No. Sólo pueden provenir de la práctica social, de las tres clases de práctica: la lucha por la producción, la lucha de clases y los experimentos científicos en la sociedad. La existencia social de la gente determina sus pensamientos. Una vez dominadas por las masas, las ideas correctas características de la clase avanzada se convertirán en una fuerza material para transformar la sociedad y el mundo. En la práctica social, la gente se enfrenta con toda clase de luchas y extrae ricas experiencias de sus éxitos y fracasos. Innumerables fenómenos de la realidad objetiva se reflejan en los cerebros de las gentes por medio de los órganos de sus cinco sentidos, la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Al comienzo, el conocimiento es puramente sensitivo. Al acumularse cuantitativamente este conocimiento sensitivo se producirá un salto y se convertirá en conocimiento racional, en ideas. Este es el proceso del conocimiento. Es la primera etapa del proceso del conocimiento en su conjunto, la etapa que conduce de la materia objetiva a la conciencia subjetiva, de la existencia a las ideas. En esta etapa, todavía no se ha comprobado si la conciencia y las ideas (incluyendo teorías, políticas, planes y resoluciones) reflejan correctamente las leyes de la realidad objetiva, todavía no se puede determinar si son justas. Luego se presenta la segunda etapa del proceso del conocimiento, la etapa que conduce de la conciencia a la materia, de las ideas a la existencia, esto es, aplicar a la práctica social el conocimiento obtenido en la primera etapa, para ver si esas teorías, políticas, planes y resoluciones pueden alcanzar las consecuencias esperadas. Hablando en general, los que resultan bien son adecuados, y los que resultan mal son erróneos, especialmente en la lucha de la humanidad contra la naturaleza. En las luchas sociales, las fuerzas que representan a la clase avanzada a veces padecen algún fracaso, más no a causa de que sus ideas sean incorrectas, sino de que en la correlación de las fuerzas en lucha, las fuerzas avanzadas aún no son tan poderosas por el momento como las reaccionarias, y por consiguiente fracasan temporalmente, pero alcanzan los éxitos previstos tarde o temprano. Después de las pruebas de la práctica, el conocimiento de la gente realizará otro salto, que es más importante aún que el anterior. Porque sólo mediante el segundo salto puede probarse lo acertado o erróneo del primer salto del conocimiento, esto es, de las ideas, teorías, políticas, planes y resoluciones formadas durante el curso de la reflexión de la realidad objetiva. No hay otro método para comprobar la verdad. La única finalidad del proletariado en su conocimiento del mundo es transformarlo a éste. A menudo sólo se puede lograr un conocimiento correcto después de muchas reiteraciones del proceso que conduce de la materia a la conciencia y de la conciencia a la materia, es decir, de la práctica al conocimiento y del conocimiento a la práctica. Esta es la teoría marxista del conocimiento, es la teoría materialista dialéctica del conocimiento. Muchos de nuestros camaradas todavía no comprenden esta teoría del conocimiento. Cuando se les pregunta de dónde extraen sus ideas, opiniones, políticas, métodos, planes, conclusiones, elocuentes discursos y largos artículos, consideran extraña la pregunta y no pueden replicar. Encuentran incomprensibles los frecuentes fenómenos de salto en la vida cotidiana en que la materia puede transformarse en conciencia y la conciencia en materia. Por eso, es preciso educar a nuestros camaradas en la teoría materialista dialéctica del conocimiento para que orienten correctamente sus pensamientos, sepan investigar y estudiar bien, realicen el balance de sus experiencias, superen las dificultades, cometan menos errores, trabajen bien y luchen esforzadamente para convertir a China en una gran potencia socialista y ayudar a las grandes masas de los pueblos oprimidos y explotados del mundo, cumpliendo así los grandes deberes internacionalistas que habremos de asumir.
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NOTAS:
1. El siguiente es el texto completo de la parte final del Informe de Mao Tsetung ante la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido (Obras Escogidas de Mao Tsetung, tomo II), en octubre de 1938.
2. En enero de 1934, Stalin dijo en su informe ante el XVII Congreso del PC (b) de la URSS: “después de trazada una línea política certera, es el trabajo de organización el que lo decide todo, incluso la suerte de la línea política misma, su cumplimiento o su fracaso”. Aquí, Stalin trató de la “acertada selección de los hombres”. En su discurso de mayo de 1935, pronunciado en el Palacio del Kremlin ante la promoción de mandos salidos de las academias del Ejército Rojo, Stalin, planteó y aplicó la consigna: “Los cuadros lo deciden todo”. En marzo de 1939, Stalin dijo en su informe ante el XVIII Congreso del PC (b) de la URSS: “Una vez elaborada una línea política acertada, comprobada en la práctica, los cuadros del Partido vienen a ser la fuerza decisiva para la dirección del Partido y del Estado”.
Muchos activistas han surgido y continúan surgiendo en la gran lucha del pueblo chino. Es responsabilidad nuestra organizarlos, formarlos, cuidarlos bien y saber utilizarlos. Una vez determinada la línea política, los cuadros vienen a ser un factor decisivo
3. Se refiere al período que va desde la reunión de emergencia del Buró Político del Comité Central elegido en el V Congreso Nacional del Partido Comunista de China hasta la V Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido. la primera se celebró en agosto de 1927, y la segunda, en enero de 1934.
4. Reunión del Buró Político del Comité Central realizada en agosto de 1935, en Pasi al Noroeste de la capital del distrito de Sungpan. Noroeste de Sechuán, cerca del límite sudoriental de Kansú. Chang Kuo-tao, que dirigía una parte del Ejército Rojo, rompió con el Comité Central, desobedeció sus órdenes y trató de socavarlo. El Comité Central decidió en esta Reunión abandonar la zona de peligro, y se dirigió al Norte de Shensí con aquellas fuerzas del Ejército Rojo que obedecían sus órdenes. En cambio, Chang Kuo-tao condujo a las unidades del Ejército Rojo por él engañadas hacia el Sur, a la zona de Tienchan, Lushan, Tachinchuan y Siaochinchuan y Apa, donde estableció un comité central espurio y se declaró públicamente en contra del Partido.
5. Reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido, celebrada en Yenán en abril de 1937. Antes de esta Reunión, gran número de cuadros y soldados de las unidades del Ejército Rojo que estaban bajo el mando de Chang Kuo-tao, ya conscientes del engaño sufrido marcharon al Norte hacia la región fronteriza de Shensí-Kansú. Sin embargo, en su camino, algunas unidades siguieron órdenes erróneas y cambiaron de rumbo dirigiéndose al Oeste hacia la zona de Kanchou, Liangchou y Suchou. la mayor parte de estas unidades fueron aniquiladas por el enemigo; el resto siguió hasta Sinchiang, y sólo después llegó a la región fronteriza de Shensí-Kansú, cuando hacía tiempo que las demás unidades habían llegado a esta región y juntado sus fuerzas con el Ejército Rojo Central. El propio Chang Kuo-tao también llegó al Norte de Shensí y asistió a la Reunión de Yenán. En ella se condenó sistemática y concluyentemente su oportunismo y rebelión contra el Partido. Chang Kuo-tao simuló conformidad, pero en realidad se preparaba a traicionar definitivamente al Partido.
6. Véase el párrafo sobre el estilo de cliché extranjero del artículo “Contra el estilo de cliché del Partido”, Obras escogidas de Mao Tse-tung, tomo III
7. Obras Escogidas de Mao Tse-tung . Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekin 1972. Primera edición 1968. (2a impresión 1972) Tomo III, pp. 31-48.
8. Véase “Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China”, nota 36, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. I. El estilo de cliché, que literalmente traducido del chino es “ensayo en ocho partes”, era un simple malabarismo lingüístico, estereotipado y carente de todo contenido. Cada una de sus partes estaba sujeta a fórmulas rígidas e incluso a un número determinado de caracteres; de esta manera, para escribir, bastaba con ajustarse mecánicamente a las fórmulas requeridas. Al hablar del estilo de cliché del Partido, el autor se refiere a los escritos de cierta gente en las filas revolucionarias, que al igual que el mencionado “ensayo en ocho partes”, en vez de analizar las cosas, no hacían más que amontonar vocablos y términos revolucionarios, concluyendo con un sinnúmero de páginas llenas de palabras vacías.
9. Se refiere a la decisión del Comité Central del Partido Comunista de China, adoptada en diciembre de 1939, sobre el reclutamiento de intelectuales. Véase “Reclutar gran número de intelectuales”, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. II.
10. Véase J. V. Stalin, “Los fundamentos del leninismo”, t. III.
11. Primeras palabras de las Analectas de Confucio.
12. Véase J. V. Stalin, “Informe ante el XVIII Congreso del Partido sobre la labor del Comité Central del PC (b) de la URSS”, III, 2.
13. El boicot de las mercancías japonesas era un método de lucha empleado con frecuencia por el pueblo chino contra la agresión del imperialismo japonés en la primera mitad del siglo XX; ejemplos de ello fueron los boicots realizados durante el patriótico Movimiento del 4 de Mayo de 1919, después del Incidente del 18 de Septiembre de 1931, y luego, en la Guerra de Resistencia contra el Japón.
14. Parte de una intervención del camarada Mao Tse-tung en la Conferencia de Representantes de Partidos Comunistas y Obreros celebrada en Moscú. Obras Escogidas. Tomo V, pp. 561-564. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekin. Primera edición 1977.
15. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing. Textos escogidos de Mao Tse-tung, Beijing, 1977.