Sumar, una coalición de 12 partidos pequeñoburgueses de pseudoizquierda formada para las elecciones generales del año pasado, y socio de coalición del gobierno liderado por el Partido Socialista (PSOE) desde noviembre, se está desintegrándose tras sufrir una debacle en las elecciones europeas. Sumar obtuvo sólo 811.000 votos y tres escaños en las elecciones europeas. En comparación, en las elecciones de 2019, Podemos obtuvo por sí solo 2,2 millones de votos y seis escaños.
El voto de Sumar se ha ido desplomando desde su lanzamiento. En las elecciones generales del año pasado, obtuvo 31 escaños o 3 millones de votos. Esto supuso 600.000 votos menos que Podemos en 2019, cuando obtuvo 38 escaños. También ha ido perdiendo escaños en todas las elecciones autonómicas desde entonces en comparación con los resultados de Podemos. Cayó de seis a tres escaños en el País Vasco en abril y de ocho a seis escaños en Cataluña en mayo. En Galicia, no obtuvo representación alguna en febrero.
Para millones de votantes, Sumar no representa ninguna alternativa a la podrida política belicista y proausteridad que Podemos defendió mientras estuvo en el gobierno con el PSOE, de 2020 a 2023. Durante esos años, Podemos se enfrentó a una debacle electoral tras otra, mientras imponía reformas laborales, recortes de pensiones, masacraba migrantes en las fronteras españolas y enviaba millones de euros en armas a Ucrania para la guerra con Rusia. Durante estos últimos seis meses en el poder, Sumar no ha hecho más que intensificar estas políticas.
Hace catorce meses, sin embargo, Sumar fue presentado a bombo y platillo como el nuevo partido de ‘izquierda’ de gobierno para sustituir a Podemos en las elecciones generales del año pasado. La coalición Izquierda Unida (IU), liderada por los estalinistas, escisiones de Podemos como Más Madrid, liderada por el teórico del “populismo de izquierda” Íñigo Errejón, y la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, acudieron a su bandera. Estaba liderada por Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo del Gobierno PSOE-Podemos (2020-2023) y que ocupa los mismos cargos en el Gobierno PSOE-Sumar.
Su iniciativa fue respaldada con entusiasmo por los medios de comunicación capitalistas, dadas sus credenciales de imponer reformas laborales para ampliar sueldos precarios, y su papel en la reapertura de centros de trabajo no esenciales durante la pandemia de COVID-19 que provocó muertes masivas.
El principal periódico burgués español, El País, apoyó con entusiasmo a Díaz. Un editorial declaraba que ella estaba ‘buscando la transversalidad que tuvo el primer Podemos, pero cambiando su vieja épica del pueblo contra la casta por la apelación más inmediata y material a la ‘política útil’ a través de la negociación y el diálogo’. Y añadía: ‘Todos necesitan audacia y generosidad para fortalecer la plataforma que … muestra el apoyo popular y un proyecto esperanzador para una izquierda institucional con vocación transformadora’.
El panorama halagüeño que pintaba El País en su jerga posmodernista no se materializó: Sumar se hundió en las elecciones europeas. Hizo una campaña criticando el auge de la extrema derecha, promocionando a Estrella Galán (exdirectora de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado) como su principal candidata, haciendo críticas superficiales al presupuesto militar y fingiendo simpatía por los palestinos en medio del genocidio de Gaza. Sin embargo, esto está en evidente contradicción con las políticas que Sumar ha aplicado en el gobierno.
El gobierno PSOE-Sumar está dando marcha atrás en las concesiones sociales que se vio obligado a hacer a la clase trabajadora durante la pandemia del COVID-19 y en medio de la espiral inflacionista provocada por la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Se ha comprometido a imponer este año recortes y subidas de impuestos por valor de 15.000 millones de euros.
Más de 5.000 refugiados africanos han muerto intentando llegar a las Islas Canarias en pateras y cayucos. Helena Maleno, portavoz de Caminando Fronteras, denunció que esta ‘matanza’ es consecuencia directa de los acuerdos bilaterales del gobierno PSOE-Sumar “con otros países fronterizos que ponen el foco en evitar las salidas, pero no en protocolos para garantizar el derecho a la vida de las personas en el mar. En este periodo evidenciamos una gran falta de medios de búsqueda y rescate cuando se alerta de embarcaciones desaparecidas y esto ha sido clave en el aumento de víctimas en estos 5 meses”.
Por encima de todo, el gobierno PSOE-Sumar ha intensificado la guerra en el exterior. Ha fingido cínicamente simpatía con los palestinos, como reconocer el inexistente Estado de Palestina o apoyar a la Corte Internacional de Justicia, sin calificar de genocidio las acciones de Israel. Sin embargo, ha seguido vendiendo armamento por valor de millones de euros al régimen israelí e importando armas israelíes ‘probadas en combate’, es decir, contra palestinos. Los puertos españoles siguen siendo clave para el envío de armas a Israel.
En Ucrania, Sumar ha intensificado la política de Podemos de escalada bélica con Rusia, enviando millones de euros en armamento al régimen de extrema derecha del presidente Volodymyr Zelenski. El mes pasado, España prometió €1.000 millones en ayuda militar a Ucrania, mientras España y Ucrania firmaban un pacto de seguridad en Madrid para entregar a Zelenski misiles Patriot y tanques Leopard.
Tras las elecciones europeas, los partidos de pseudoizquierda que apoyaban a Sumar huyen ahora como ratas de un barco que se hunde. La propia Díaz dimitió cínicamente como líder del partido Sumar, pero se quedó alegremente como vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo. Comentó alegremente: ‘Tengo la sensación de que no he hecho las cosas como se tenían que haber hecho. … Los ciudadanos lo han percibido’.
El coordinador estalinista de IU, Antonio Maíllo, dijo que “lo del partido que engloba está superado y no vamos a estar los partidos bajo un paraguas de nada”. Más Madrid pidió una reflexión ‘amplia y profunda’ sobre los resultados. El partido regionalista valenciano Compromís incluso negó haber formado parte de Sumar: ‘No somos de Sumar’.
Estos partidos a sueldo de la burguesía sólo están debatiendo cómo asegurar su peso en la maquinaria del Estado capitalista y belicista. Todos comparten la misma política antimarxista y la misma orientación antiobrera, y no tienen ninguna intención de cambiar las políticas de guerra, austeridad y extrema derecha que han aplicado hasta ahora.
Díaz se refirió brevemente al crecimiento de la extrema derecha en las elecciones europeas, calificándolo de ‘de enorme gravedad’ y añadiendo: ‘en Europa, el odio internacional, en sus diversas formas, ha dado un paso adelante. No podemos mirar hacia otro lado’.
Pero pueden, han mirado y mirarán hacia otro lado, a medida que sus políticas asqueen y desmoralicen a amplias capas de trabajadores y jóvenes, volcando una capa creciente hacia el voto de extrema derecha. En España, Sumar tuvo apenas 10.000 votos más que el recién creado partido de extrema derecha Se Acabó La Fiesta (SALF), liderado por el YouTuber ultra Alvise, que obtuvo 800.000 votos y 3 escaños. El partido neofascista Vox obtuvo el 9,6% de los votos y 6 escaños, 3 más que en las elecciones de 2019.
Pero Díaz se comprometió a seguir en su papel en el gobierno PSOE-Sumar ‘para garantizar que el gobierno de coalición progresista convierta esta oleada de odio y desafección en una ola de derechos y esperanza’.
De hecho, el crecimiento de la extrema derecha, el impulso hacia formas dictatoriales y la guerra contra Rusia y China se deben sobre todo a la cobardía y traición de la pseudoizquierda procapitalista. Podemos y Sumar son manifestaciones podridas de este proceso. Como señaló el WSWS en su Perspectiva ‘¿Por qué está surgiendo el voto de extrema derecha en las elecciones europeas?’:
El ascenso de la extrema derecha es más bien el producto de la privación sistemática del derecho de voto a los trabajadores por parte de las organizaciones nacionalistas y burocráticas que los medios de comunicación y la clase dominante promueven como ‘izquierda.’ A diferencia de la extrema derecha —que trata de explotar el descontento de las masas con el sistema político existente, denunciándolo como una conspiración contra la nación y expresando sus reservas ante una guerra desenfrenada con Rusia—, estos partidos de la clase media acomodada destilan complacencia y autosatisfacción.
Incluso ante la guerra entre potencias con armas nucleares, el genocidio y el auge de formas de gobierno policiaco-estatales y fascistas, estas organizaciones insisten en que la oposición popular debe estar ligada a alianzas debilitantes con los partidos del gobierno capitalista y las burocracias sindicales aliadas. Independientemente de las críticas que hagan a la extrema derecha, son mucho más hostiles al trotskismo y a la construcción de un movimiento revolucionario en la clase obrera europea por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de junio de 2024)