La dramática escalada iniciada por Israel comenzó el 17 y 18 de septiembre con la detonación de buscapersonas y walkie-talkies, hiriendo a miles de reservistas de Hezbolá y a trabajadores de las estructuras civiles, administrativas, mediáticas y médicas del partido.

Para lograr su objetivo de desmantelar las capacidades de Hezbolá, Israel ha lanzado una guerra, sembrando muerte y destrucción generalizadas.

El 20 de septiembre, un ataque aéreo israelí en los suburbios del sur de Beirut mató al jefe militar de Hezbolá y a la mayor parte de los líderes de la fuerza de élite Al-Radwan.

Israel ya había dado señales de su intención de intensificar la ofensiva el 30 de julio, cuando asesinó, en un ataque en pleno bastión de Hezbolá, al máximo comandante militar del partido, Fuad Shukr .

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y los dirigentes israelíes han esbozado públicamente dos objetivos para esta escalada cuantitativa y cualitativa: desconectar el frente libanés de la batalla en Gaza y alejar a Hezbolá de la frontera para permitir el regreso de decenas de miles de colonos israelíes evacuados de sus kibutz fronterizos.

Sin embargo, fuentes políticas en Beirut hablan de «objetivos ocultos» que los dirigentes israelíes no han declarado públicamente.

El engaño de Netanyahu

Una fuente cercana al gobierno libanés dijo a Middle East Eye: «Hassan Nasrallah había dado luz verde al negociador libanés, el Primer Ministro Najib Mikati, a través de su aliado, el Presidente del Parlamento Nabih Berri, para discutir una posible retirada de los combatientes de Hezbolá a unos pocos kilómetros de la frontera como parte de un acuerdo global sobre la implementación de la Resolución 1701 de la ONU y un alto el fuego provisional en Líbano y Gaza».

«Los franceses presentaron su propuesta basándose en esta información, pero Netanyahu los engañó fingiendo estar interesado mientras preparaba en secreto el asesinato de Nasrallah», añadió.

Siga la cobertura en directo de Middle East Eye sobre la guerra entre Israel y Palestina

El verdadero objetivo de los israelíes va más allá de sus objetivos declarados. Pretenden aprovechar las circunstancias actuales para alterar permanentemente el equilibrio de poder regional y restablecer el dominio de Israel sobre todos sus enemigos durante años, si no décadas, por venir.

«El objetivo principal es parte de un plan israelí-estadounidense más estratégico destinado a desmantelar o degradar las capacidades militares de Hezbolá, en particular sus arsenales balísticos y de drones», dijo Walid Charara, columnista de asuntos internacionales del diario libanés al-Akhbar.

Añadió: «Independientemente de la participación de Hezbolá en el conflicto de Gaza , debilitar este arsenal es una prioridad estratégica ya que representa un desafío cada vez más severo para Israel y el orden estadounidense en la región».

Charara mencionó una columna que el columnista proisraelí del New York Times Thomas Friedman escribió en noviembre de 2020 tras la elección del presidente Joe Biden, titulada “Querido Joe, ya no se trata de las armas nucleares de Irán”. Friedman advirtió que las capacidades balísticas y de drones de Irán, Hezbolá y los enemigos de Israel en general eran problemáticas tanto para Israel como para el Pentágono.

Para lograr su objetivo de desmantelar sus capacidades, Israel «ha lanzado una guerra, sembrando muerte y destrucción generalizadas con el objetivo de debilitar estructuralmente a Hezbolá», continuó.

A pesar de la decapitación de su liderazgo político y militar y de los miles de ataques aéreos israelíes, Hezbolá no ha levantado la bandera blanca. Sus unidades militares siguen disparando ráfagas de cohetes contra Israel todos los días, sus medios de comunicación siguen operativos y sus instituciones sociales siguen activas sobre el terreno.

«Sé, y los israelíes y los estadounidenses también lo saben, que Hezbolá ha revelado solo una fracción de sus capacidades militares «, dijo a MEE un ex oficial de inteligencia libanés, que pidió el anonimato.

«Esta guerra acabará en un fracaso para Israel. Hasta ahora, la sociedad israelí, étnicamente estratificada y política y económicamente dominada por las élites ashkenazis, ha apoyado las políticas beligerantes de sus líderes. Pero cuando se den cuenta de que el coste a largo plazo, tanto económico como humano, es exorbitante, se volverán contra la guerra, obligando al gobierno israelí a reconsiderar su posición y dar marcha atrás», concluyó Charara.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.