El objetivo de la Segunda Batalla de Kursk es alcanzar la central nuclear

mpr21                                                                                                                                  Redacción

 

Como en 1943, los tanques alemanes han vuelto a Kursk, aunque esta vez se trata de Marders y están ocupados por ucranianos. Los misiles rusos los han diezmado y, acostumbrados a la demagogia sobre las ofensivas ucranianas, la segunda batalla de Kursk parece otra incursión más para rellenar las noticias de las televisiones.

Sin embargo, el ejército ucraniano ha reunido unos 2.000 efectivos, entre ellas varias unidades de élite, una cantidad muy destacable que se ha formado a costa de debilitar ostensiblemente los frentes que ya estaban abiertos.

A diferencia de la ofensiva de Zaporiya del año pasado, los ucranianos no se han tropezado con los gigantescos campos minados y han podido avanzar.

Rusia tenía reservas importantes en la región, pero no estaban cerca de la frontera para no ser alcanzados por ataques de largo alcance. La penetración inicial sólo fue contrarrestada por guardias fronterizos, que los ucranianos lograron capturar en el primer paso fronterizo, previo bombardeo con drones.

Junto con el MI6 británico, el mando ucraniano ha estado preparando esta operación durante mucho tiempo para influir en las futuras negociaciones. Es posible que sea la última.

Ucrania se lo juega todo a una carta, que ha consumido todas las reservas que acumuló el año pasado. Ha perdido casi mil efectivos en este asalto. Ya no hay más, en particular para contener al inminente avance ruso en dirección al Donbas.

Pero es absurdo sentarse a negociar sólo con un pedazo de terreno. El verdadero objetivo de Ucrania es la central nuclear de Kursk, ya que las tropas se han desviado bruscamente en esa dirección, antes de ser detenidas por la llegada de refuerzos rusos.

Si Ucrania logra introducir unidades pesadas allí, se situaría a sólo 25 kilómetros de la central, poniéndola al alcance de la artillería.

Desde el año pasado y hasta principios de este año, muchos portavoces de ambos bandos –incluido Budanov del lado ucraniano, el comandante ruso del grupo central, el general Mordvichev– han declarado que las batallas decisivas de la guerra tendrían lugar en el verano de 2024 y que la guerra realmente se resolverá en ese momento.

Sabían algo que otros ni siquiera sospechábamos.

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