Fuente: Iniciativa Debate/Jaime Richart 1
Si partimos de lo que afirmo bajo mi responsabilidad en distintos escritos sobre las altas magistraturas de la Justicia en España, herederos directos o herederos de herederos del franquismo, ultraconservadores impropios del siglo que vivimos y adversarios solemnes del sentido de la justicia que tienen en Europa las instituciones de la Unión Europea a la que pertenecemos (algo que evidencian una y otra vez), el nombramiento de Delgado como Fiscal General del Estado es un tour de force. Que la fiscal general nombrada sea una ministra del gobierno y además una mujer, es un puñetazo en la mesa en la que se sienta frente a sus adversarios ideológicos. Quizá lo único que hasta ahora, tan desesperanzado estaba, me da aliento para una prórroga de la esperanza.
Partamos de la idea de que España no es normal. En España, en política, nada es normal. Todo es extraordinario y extraordinariamente anómalo, vergonzante y odioso. No se ha superado el frentismo. No se ha superado el espíritu de la mentalidad franquista que viene reinando y gobernando desde la dictadura con descaro, consentido hasta ahora incluso por los que siendo la misma cosa lo han fingido enrolándose en el partido socialista para vivir del cuento y para completar la farsa. Alojado principalmente ese espíritu en los altos Tribunales y desparramado por el cinismo y la constante agresividad de prácticamente la mitad de la Cámara Alta contra la otra y contra quienes la otra representa, explica por qué, por ejemplo, un miembro del PP guipuzcoano acaba de abandonar la política. No dejan esos, envalentonados por el respaldo seguro que reciben constantemente de la Justicia, títere con cabeza, no nos permiten vivir en paz y no se dan nunca descanso viendo enemigos en lo que son simples opositores políticos, que es lo que a ese noble guipuzcoano le ha obligado a dejar la política…
En estas condiciones de que todo en España es incomparable con el modo civilizado de entender e interpretar las cosas, incluidas las respetables aspiraciones de independencia y en general las libertades formales, ¿quién puede suponer que, fuese cual fuese la persona objeto de ese nombramiento, hubiese sido respetada por la canalla franquista?
Uno de los mantras de esos enemigos de la democracia verdadera parapetados en una Constitución que son los primeros en burlar tras décadas de haberse dedicado al saqueo de las arcas públicas, es la acusación a todo aquél o aquélla que no es de ellos de “buenismo”, una palabra que detesto. Pues se acabó el “buenismo”. Individuos e individuas que están incitando constantemente al enfrentamiento abierto entre las dos Españas tendrán que saber que, a partir de ahora, comienza una nueva modalidad de lucha institucional: la que en realidad hay ya, entre la España de los jueces, de los políticos y de los involucionistas envueltos en la bandera y en la Constitución de lo que a ellos interesa, y la España que está dispuesta a conectar con el espíritu de Europa a toda costa.
El nombramiento de Dolores Delgado significa determinación y bizarría, y la bizarría y el dar la cara y no el mirar a otra parte, la cobardía en definitiva, que es lo que ha venido mostrando hasta ahora en innumerables casos el falso socialismo desde 1978, suponen, a mi juicio un salto cualitativo; un punto de inflexión fundamental para poner a esa chusma en su sitio y dar lugar al nacimiento de una España nueva. Téngase presente que los grandes conflictos territoriales de España han comenzado, tanto en el caso vasco como en el catalàn, por la intervención y la catadura del Fiscal General del Estado. Veremos lo que ocurre. Pero para mí está decisión es una magnífica señal de lo que este gobierno puede dar de sí aunque su vida sea tan corta como la de una mosca. Pues al menos habrá sido capaz de responder a esa chusma, con las espadas por todo lo alto. Y esto hasta ayer ha sido una actitud inédita.