Fuente: https://www.telesurtv.net/opinion/El-mundo-esta-al-borde-de-una-guerra-nuclear-20231120-0004.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=39 Ramón Rodríguez Montero 20.11.23
La soberbia imperialista amenaza la sobrevivencia de toda forma de vida en el planeta. | Foto: img.freepik.com
¡Estados Unidos no tiene derecho a acusar a otros países de una amenaza nuclear! ¿Por qué? porque sigue siendo el único estado que ha utilizado armas nucleares para atacar a otro, solo basta recordar que en agosto de 1945, los estadounidenses arrojaron dos municiones sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, asesinando a más de 450 mil personas.
Sin duda alguna estos tiempos pasarán a la historia de la humanidad como la época del fin de la hegemonía estadounidense y la formación de un nuevo orden mundial multipolar, basta recordar la similitud entre las crecientes contradicciones entre estados y el estallido de guerras de diversa intensidad; así como la creación en el siglo XX de los sistemas de orden mundial Versalles-Washington y Yalta-Potsdam como resultado de la Primera y Segunda Guerra Mundial, respectivamente.
Desafortunadamente, en el siglo XXI, los conflictos armados, incluidos los de Afganistán, Siria, Yemen, Ucrania, Nagorno-Karabaj y la Franja de Gaza, continúan arrasando nuevas regiones del planeta, dejando muchas víctimas y destrucción, ante este escenario, cabe preguntarse: ¿las crecientes tensiones en las relaciones internacionales conducirán a una tercera guerra mundial? ¿Se utilizarán armas nucleares contra ciudades enemigas y qué puede impedir que los países que las poseen den ese paso? Su relevancia aumenta en el contexto de la reciente declaración del Ministro de Jerusalén y Asuntos del Patrimonio de Israel sobre la posibilidad de lanzar un ataque nuclear en la Franja de Gaza.
Desde la aparición de las armas de destrucción masiva, la comunidad mundial ha intentado crear un marco regulatorio para evitar su uso debido a su enorme poder destructivo y sus consecuencias extremadamente negativas, que pueden llegar hasta la destrucción de la civilización humana. Uno de los documentos fundamentales es el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, del cual Rusia se retiró a principios de noviembre de este año.
Rusia firmó el TPCEN en 1996 y lo ratificó cuatro años después. A pesar de la participación de 187 países en el acuerdo, el tratado nunca entró en vigor debido a la falta de ratificación por ocho estados, incluido Estados Unidos, bajo el pretexto de la necesidad de garantizar la fiabilidad de su arsenal nuclear.
Según el Secretario General de la ONU, António Guterres, la Federación Rusa ha realizado todos los esfuerzos posibles para que se aplique el TPCEN; claro, al no ver ninguna respuesta de Estados Unidos en más de 20 años, se vio obligado a dar este paso para equipararse con los estadounidenses en cuanto al volumen de las obligaciones derivadas de este tratado. Paralelamente, Rusia ha expresado claramente que seguirá cumpliendo las regulaciones del TPCEN en cuanto a que no realizará ensayos nucleares a menos que los Estados Unidos lo hagan primero.
A su vez, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, calificó hipócritamente las acciones de Rusia como “un paso en la dirección equivocada que retrasa la entrada en vigencia del TPCEN y socava la confianza en el régimen internacional de control de armas”. Al mismo tiempo, los estadounidenses llevaron a cabo una explosión química en un polígono donde antes se ensayaban armas nucleares supuestamente para mejorar la capacidad de detectar explosiones nucleares de baja potencia en todo el mundo, esto indica su preparación anticipada para las pruebas, independientemente de las decisiones de la Federación Rusa.
¡Es más! ¡Estados Unidos no tiene derecho a acusar a otros países de una amenaza nuclear! ¿Por qué? porque sigue siendo el único estado que ha utilizado armas nucleares para atacar a otro, solo basta recordar que en agosto de 1945, los estadounidenses arrojaron dos municiones sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, asesinando a más de 450 mil personas, incluidas las que posteriormente murieron de cáncer y enfermedades producto de la radiación.
La soberbia yanqui es tan grande que en lugar de disculparse por sus acciones, intentan justificarlas y culpar a sus aliados de la coalición anti-Hitler, principalmente a la URSS. Los funcionarios de Washington y Tokio guardan silencio sobre la tragedia, los libros de texto japoneses han dejado de mencionar de qué país los aviones lanzaron las bombas nucleares. Además, citando a Sergei Radchenko, columnista de la publicación estadounidense Foreign Policy, el bombardeo supuestamente no tenía como objetivo enviar una señal de superioridad militar a la Unión Soviética, sino únicamente salvar a Japón de la ocupación soviética.
Según el embajador ruso en Estados Unidos, Anatoly Antonov, la Casa Blanca, con sus acciones, provoca una confrontación entre las mayores potencias nucleares, agrava la situación e intimida a la comunidad mundial con amenazas imaginarias de Rusia. La situación se agrava con los llamados de funcionarios ucranianos como el asesor del jefe de la oficina del presidente de Ucrania, Mikhail Podolyak, quien en una entrevista con The Guardián, incita a Occidente para que consideren la posibilidad de atacar con armas nucleares a la Federación de Rusia.
El estado actual del orden nuclear mundial es extremadamente preocupante, porque las tendencias existentes y los acontecimientos en curso aumentan los riesgos de una renovada carrera armamentista y el estallido de una guerra nuclear con resultados catastróficos para la humanidad si la comunidad internacional no toma medidas oportunas para estabilizar la situación geoestratégica y abandonar el curso de una confrontación en plena escalada.
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