En México, el sistema de universidades públicas federales, estatales y tecnológicas, que no ha dejado de crecer en las últimas décadas, y varias privadas como las universidades iberoamericanas, no han sido ajenas a esta nueva corriente de la ciencia. El número creciente de estudios sobre el tema alimentario deja claro que en el país existen tres maneras de producir alimentos: la tradicional o campesina, la moderna o agroindustrial y la agroecológica, y que en el actual debate diplomático sobre la entrada del maíz transgénico y su agente cancerígeno (el glifosato), los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en realidad responden a los intereses de las cinco mayores corporaciones alimentarias del mundo. Los gobiernos del norte defienden un proyecto agroindustrial de producción de alimentos basado en el agronegocio, el monocultivo, la contaminación genética y química, el acaparamiento y sobrexplotación del agua, la petroagricultura y el caos climático, pues entre 25 y 30 por ciento de los gases de efecto invernadero provienen de este modelo.
Ante ello, el gobierno de la Cuarta Transformación ha adoptado el reconocimiento y apoyo a la soberanía alimentaria, la agricultura tradicional y campesina y su transición hacia prácticas agroecológicas. En el caso del maíz, estamos pues frente a una negociación esencialmente moral, no reducida a lo económico. Pero, además, México ha demostrado con rigor y evidencia que sus restricciones al maíz transgénico y al glifosato son legales bajo el T-MEC, y que no impactan significativamente a los exportadores de maíz estadunidenses, y ha dejado claro por cientos de estudios revisados por pares del alto riesgo para la salud humana y el ambiente de ambos agentes (https://acortar.link/uK3QWy).
En esta perspectiva, el gobierno mexicano debe negociar dotado de una gran fortaleza. En última instancia listo a llamar a las 455 mil familias del Programa Sembrando Vida de más de mil municipios, o a los 400 mil productores del Programa Agricultura para el Bienestar de las 4 mil 700 escuelas del Campo, o a los miles de investigadores y profesores universitarios del país que practican una ciencia con compromiso social y ambiental. Los resultados de la elección del 2 de junio respaldan a este y al próximo gobierno. En la defensa del maíz, el gobierno de México defiende un proyecto humanitario, ambiental, biológico y genético por una alimentación sana y nutritiva frente a un proyecto depredador. La ciencia ha develado la barbarie del norte.
https://www.jornada.com.mx/2024/07/02/opinion/012a2pol