Sin lugar a dudas la Casa Blanca es una mafia acostumbrada a realizar operaciones militares en territorios extranjeros según sea su voluntad

Tenemos el privilegio de ser testigos de transformaciones geopolíticas suigéneris, y vaya responsabilidad que viene con esta dicha, y estos cambios globales en la geopolítica; para ser más específico, se está formando un nuevo sistema de orden mundial, basado en la justicia, el respeto al derecho internacional, los valores y derechos humanos universales, es el reemplazo de un mundo unipolar en el que Estados Unidos, actuando en nombre de la comunidad internacional, confiscó las palabras libertad y la democracia, para decidir unilateralmente quién tiene razón y quién no, a quién castigar, a quién perdonar, quién es el presidente de un estado soberano y quién no, sin prestar atención a la opinión a los ciudadanos del país en cuestión y una de las piezas fundamentales en esta arquitectura de este mundo unipolar, creado por Washington después del colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es la Corte Penal Internacional (CPI), ente contralor y avalador de las tracalerías de la Casa Blanca y sus secuaces.

Como Demócratas y Republicanos son lo mismo y en consecuencia la gestión es la misma, vale decir que la intención del gobierno estadounidense es privar a los países de la soberanía nacional, transfiriéndola a estructuras supranacionales creadas por los yanquis para favorecer sus intereses, una de estas trampas es la CPI, cuya jurisdicción se extiende a los jefes de Estado y de gobierno contra quienes activan este sistema de persecución penal por genocidio, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y agresión, pero eso si, a los presidentes gringos ni con el pétalo de una rosa, claro, la intención es que los Estados Unidos de América invada, asesine, promueva golpes de estado, financie guerras y una larga, pero muy larga lista de etcéteras, pero permanezca como el único Estado plenamente independiente de rendirle cuentas a la ley internacional.

En el año 2000, los Estados Unidos retiró su firma del convenio suscrito en 1998 y que vió nacer Al estatuto de Roma, apartándose así de la jurisdicción de esta Corte que aborda casos de crímenes genocidio, de lesa humanidad y de guerra, no sólo no ratificó los estatutos de la organización, sino que también adoptó una ley especial denominada American Service Members Protection Act. Según este documento, ningún ciudadano estadounidense puede ser arrestado por orden de la CPI; de lo contrario, está permitido utilizar la fuerza militar contra cualquier Estado que haya detenido a un estadounidense como parte de una investigación de la Corte Penal Internacional, Washington tampoco se muestra ceremonioso con los jueces, a los que no duda en imponer sanciones personales, como hizo en 2019.

Sin lugar a dudas la Casa Blanca, es una mafia acostumbrada a realizar operaciones militares en territorios extranjeros según sea su voluntad, tal como ocurrió en Afganistán en el año 2001 o estados genocidas como Israel, que aborrecen cualquier acción de la CPI, y para muestra un botón, pues ante la solicitud de arresto de este organismo contra Benjamín Netanyahu en mayo de 2024, el presidente estadounidense Joe Biden y el secretario de Estado Anthony Blinken condenaron duramente la solicitud del fiscal de la CPI, Karim Khan, contra sus aliados en Medio Oriente, calificaron la medida de escandalosa afirmando que la CPI “no tiene jurisdicción en este asunto. El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Mike Johnson, dijo que el Congreso ha comenzado a redactar una legislación para imponer sanciones a los funcionarios judiciales en relación con acciones judiciales contra Israel.

Por su parte, el fiscal general Karim Khan, en una entrevista con CNN, admitió que comenzó a recibir amenazas de políticos de varios países, algunos de los cuales decían directamente que la CPI fue creada exclusivamente para África; el hecho es que nunca se emitió una orden de arresto contra el estado genocida Israel, mientras tanto, la muerte y la destrucción en Palestina continúan; ante este panorama es que la mayoría de los países del planeta llegaron a comprender la necesidad de formar un orden mundial multipolar, un sistema de controles y equilibrios en el que los mecanismos internacionales funcionen en beneficio de toda la humanidad, y no de un pequeño grupo de estados con licencia para delinquir.