El gas procedente del Mediterráneo oriental cambia de planes

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Tras las sanciones a Rusia, la Unión Europea ha mendigado el suministro de gas por varios rincones del mundo, entre ellos el Mediterráneo oriental. Uno de los planes era el de obtener el gas israelí a través de Egipto, donde se licuaría. Se llamó EastMed y también atravesaría Chipre y Grecia.

Egipto es el único país del Mediterráneo oriental que cuenta con plantas de licuefacción, con una capacidad de más de 12 millones de toneladas al año. El país importaría gas de Israel, lo licuaría y reexportaría a Europa.

Ahora Israel ha dado marcha atrás porque en marzo cambió el gobierno en Chipre y prefiere licuar allí su gas, en lugar de Egipto. En lugar de un gasoducto de 2.000 kilómetros desde el Mediterráneo oriental hasta Europa, el nuevo gobierno chipriota propone un gasoducto mucho más corto que una Chipre con los yacimientos de Israel. Una vez en Nicosia, el gas natural podría convertirse en gas licuado y enviarse a Europa.

Ahora Egipto se queda fuera para purgar un gran pecado: el acercamiento a Irán.

Las negociaciones sobre la construcción del gasoducto del Mediterráneo oriental y su transporte de abastecimiento a Europa comenzaron hace casi diez años, con el apoyo financiero de Bruselas. El proyecto no dio ningún paso hacia su ejecución y se ha enfrentado a grandes dificultades.

Se trata de un proyecto muy grande y costoso, pero existen problemas técnicos, como la profundidad del mar por donde debe tenderse el gasoducto.

El nuevo proyecto, además de ser más corto y rápido de construir, al unir 300 kilómetros con los yacimientos de la costa de Israel, ofrece a Chipre acceso a gas barato y da a Tel Aviv una salida distinta para exportar su gas a Europa.

Es otro ejemplo de que la “geopolítica” y la “geoestrategia” no existen. La política internacional no gira en torno a los puertos y los canales, sino en torno a los buques que navegan por ellos y, naturalmente, también en torno a los oleoductos, los gasoductos, las minas o los pozos de petróleo.

Europa ya sólo espera que no ocurra con el nuevo proyecto lo mismo que con el EastMed y se quede en el trámite de trazar los planos sobre el papel.

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