Fuente: La Jornada/Robert Fisk martes, 24 mar 2020 20:31
Junto con la infección del coronavirus ha llegado la infección del lenguaje. El Covid-19 pasará; la otra enfermedad podría ser más permanente. En cuestión no de días, sino de minutos –incluso segundos–, esta infección potencialmente más duradera de nuestro lenguaje pasó de los políticos a los reporteros y de allí al público. Pocos de nosotros cuestionamos ahora las frases capciosas, los viejos clichés puestos de nuevo en circulación, las gastadas metáforas y las fastidiosas referencias a la guerra y a los frentes… incluso, de modo inevitable, a la Segunda Guerra Mundial.
Si nos “autoaislamos”, sospecho que no solo cerramos las puertas de la calle. También aislamos el significado, destruimos la semántica, damos mal uso al lenguaje, mezclamos clichés con gastadas metáforas. No servirá para alejar el virus, pero sí para aislar las palabras que decimos, tal vez por largo tiempo. Y de seguro habrá más de eso.