El exilio iberoamericano en nuestra América 

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A la memoria de Piedad Córdoba

El exilio iberoamericano en nuestra América  

 

En los momentos actuales de 2024, recordemos que César Bernardo Arévalo, el actual presidente de Guatemala, quien triunfó en las elecciones chapinas del  domingo 20 de agosto de 2023, también llegó a radicar en México cuando su padre y familia tuvieron que refugiarse en diversos países latinoamericanos como Uruguay, Chile y Venezuela. Precisamente Bernardo Arévalo nació en el exilio uruguayo. Lo que puede interpretarse que el exilio iberoamericano en nuestra América ha sido y sigue siendo una constante, incluso en el siglo XXI. Recordemos que Evo Morales y Luis Arce Cotacora (el actual presidente de Bolivia) tras el golpe de Estado recibieron asilo y protección de México y Argentina.

Distintos dirigentes de la Revolución Ciudadana de Ecuador viven en el exilio mexicano y el mismo ex presidente Rafael Correa sigue en el exilio en Bélgica, como también la familia del presidente peruano Pedro Castillo Terrones, del Perú,  tienen la protección del gobierno mexicano del presidente  Andrés Manuel López Obrador.

Con la derrota de la República Española y la dictadura de Francisco Franco, en los años cuarenta del siglo XX, llegaron a nuestra América miles de refugiados españoles. Con las dictaduras de Anastasio Somoza en Nicaragua; Fulgencio  Batista en Cuba; François Duvalier en Haití; Carlos Castillo Armas en Guatemala; Tiburcio Carías Andino en Honduras; Maximiliano Hernández Martínez en  El Salvador; Alfredo Stroessner en Paraguay; Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana; Hugo Banzer en Bolivia y especialmente con  el golpe de Estado en Chile iniciado el 11 de septiembre de 1973, contra el legítimo gobierno constitucional del presidente Salvador Allende, miles de refugiados  arribaron a diversos países latinoamericanos para recibir asilo, tanto en sus embajadas como en los territorios nacionales. El arribo de exiliados chilenos a Venezuela (más de 80 mil refugiados), a Costa Rica, a Panamá  y México tras el golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet dio inicio a un nuevo exilio latinoamericano.

En los años setenta y ochenta una gran cantidad de uruguayos y argentinos junto con brasileños, buscaron refugio por la persecución de la dictaduras militares de esos países, sumándose los casos de Perú y Bolivia. Varias naciones latinoamericanas junto con Cuba acogieron en tierras latinoamericanas en la década de los años setenta y ochenta al mayor número de exiliados chilenos, argentinos, uruguayos, paraguayos, bolivianos, nicaragüenses, dominicanos, salvadoreños y hondureños entre otros. Pero también el éxodo político iberoamericano arribó a otras naciones como Rusia, Suecia, Holanda, Francia, Italia y España entre otras del orbe.

En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y diversas universidades, centros educativos y culturales así como en sindicatos y distintas empresas y oficinas gubernamentales se incorporaron miles de exiliados chilenos y latinoamericanos que recibieron acogida en tierras mexicanas y en otros países latinoamericanos que dieron cobijo al exilio latinoamericano a fines del siglo XX. En la ciudad de México con ese respaldo se fundó la Casa de Chile el 11 de septiembre de 1974. Eran  tiempos en que fue un referente del exilio latinoamericano de aquellos años. Dicha institución fue un reciento que también funcionó como espacio de reunión y trabajos solidarios  tanto para el exilio chileno, pero también para el exilio latinoamericano y para las cruzadas de solidaridad que se brindaban a los sandinistas que se insurreccionaron contra la dictadura de Anastasio Somoza.  Triunfo que finalmente llegó el 19 de julio de 1979 e hizo posible el retorno de miles de exiliados nicaragüenses que radicaban en diversos países de nuestra América y el mundo.

En ese contexto, traigamos a la memoria los nombres de varios exiliados chilenos destacados como Doña Hortensi Bussi de Allende, esposa del compañero presidente que con sus hijas y otros familiares fueron acogidos en México, así también destacaron el embajador de Chile en México, Hugo Miranda; José Miguel Isunza profesor del CIDE y ex Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Miguel Littin y otros cineastas chilenos. Cabe hacer mención a manera de testimonio que varios de estos exiliados republicanos españoles y latinoamericanos fueron como gran parte de nuestros profesores en la UNAM. Fue una época en que figuraron diversos exiliados republicanos como Wenceslao Roces (gran traductor del Capital al español); Adolfo Sánchez Vázquez (gran teórico de la estética marxista);  el escritor Carlos Illescas, la poeta y feminista Alaíde Foppa y el filósofo José Luis Balcárcel de Guatemala; el poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez; el periodista Jorge Turner de Panamá; el filósofo y educador Mario Miranda Pacheco de Bolivia; el historiador Rodolfo Puigross y la pedagoga Adriana Puigross de Argentina; los chilenos Luis Maira y Eduardo Contreras profesores del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS); Alejandro y Jorge Witker Velásquez, ambos hermanos, todavía el primero  investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas y el segundo fue profesor del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE); fueron docentes de la Facultad de Filosofía y Letras el ensayista Enrique Fierro del Uruguay; los historiadores Gerard Pierre-Charles y Suzy Castor de Haití; el novelista José Luis González de Puerto Rico y el periodista Mario Salazar Valiente de El Salvador entre muchos otros. Como también estuvieron en el exilio mexicano tras el golpe de Estado de 1964 en Brasil, Ruy Mauri Marini, Vania Bambirra y Teothonio do Santos, intelectuales que dieron origen a la llamada Teoría de la Dependencia. Bambirra y Teothonio do Santos fueron profesores del Posgrado en Economía y junto con Ruy Mauro Marini de la licenciatura y el posgrado en Estudios Latinoamericanos. Como también ahí dio cátedra el sociólogo ecuatoriano Agustín Cueva Es decir, es una enorme lista y aquí únicamente hacemos referencias a quienes tuvimos la dicha que nos dieran clase e incidieron en nuestro espíritu latinoamericanista en la década de los años setenta. Pero cabe hacer mención que su inserción de gran parte de esos exiliados en México y en la UNAM, se debe al compromiso siempre solidario de los grandes maestros del latinoamericanismo mexicano:  Leopoldo Zea y Pablo González Casanova. Dos grandes figuras del pensamiento de nuestra irredenta América del siglo XX y de inicios del siglo XXI.

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