El eterno vecino incómodo: Finlandia en el ataque a la URSS de 1941

Fuente: https://mpr21.info/el-eterno-vecino-incomodo-finlandia-en-el-ataque-a-la-urss-de-1941/  mpr21

 

La historia de la aviación en Finlandia comienza el 6 de marzo de 1918, cuando el conde sueco Eric von Rosen les ofreció su primer aparato. Entonces el país escandinavo inauguraba su independencia tras la revolución en Rusia.

Aquel primer avión estaba decorado con una svástica y los demás aviones finlandeses imitaron el distintivo, que también aparecía en los uniformes de los pilotos, tanto de líneas aéreas como militares. Durante un siglo la svástica siempre ha adornado a los aviones finlandeses.

Entonces el nazismo aún no había surgido en Alemania y hasta 1920 Hitler no adoptó la esvástica como emblema del partido nazi, que llegó al poder en la década siguiente.

Eric von RosenPero Von Rosen era un precursor, uno de los maestros de Hitler, que luego adoptó el papel de alumno. Junto con su hermano Clarence, fue uno de los cofundadores del “Nationalsocialistiska Blocket”, el partido nazi sueco. Ambos fueron furibundos racistas y partidarios de esterilizar a la fuerza a las “razas inferiores” a través de centros académicos, como el Instituto Sueco de Biología Racial de la Universidad de Uppsala.

Al terminar la Primera Guerra Mundial, Hermann Göring trabajó como piloto personal de Eric von Rosen. Ambos tenían mucho en común y Goering se casó con la cuñada del conde, Carin von Kantzow, o sea, que acabaron formando una familia.

La familia Von Rosen desempeñó un papel decisivo en la promoción del nazismo en Suecia. Proporcionó acceso a la capa superior de la nobleza sueca al alto mando alemán durante los decenios veinte y treinta del siglo pasado.

Como director de la sucursal estadounidense del banco sueco Enskilda y de SKF Bearing, el conde Hugo von Rosen, primo de Eric, gestionó el suministro de fondos y rodamientos fabricados en Filadelfia a la Wehrmacht durante toda la guerra mundial.

Los rodamientos de SKF eran esenciales para los nazis. La Luftwaffe no podía volar sin rodamientos de bolas y los blindados no podían desplazarse sin ellos. Los cañones, los visores de bombas, los generadores y motores, los sistemas de ventilación, los submarinos, los ferrocarriles, la maquinaria minera y los dispositivos de comunicaciones nazis no podrían funcionar sin rodamientos. Los nazis no habrían podido luchar en la Segunda Guerra Mundial si la SKF de Wallenberg no les hubiera suministrado los rodamientos que necesitaban.

Aunque Suecia aún alardea de su “neutralidad” en la guerra, el gobierno cedió su territorio para que en 1940 los nazis ganaran la Batalla de Narvik, que ocasionó la caída de Noruega. Cuando un año después comenzó la Operación Barbarroja, a Alemania le permitieron utilizar el territorio sueco y las redes ferroviarias y de comunicaciones para invadir la URSS a través de Finlandia. Los nazis transportaron soldados y equipos militares desde Oslo a Haparanda, en el norte de Suecia, en preparación para el ataque a la URSS.

En el frente económico, el 37 por cien de las exportaciones suecas durante la guerra mundial se dirigieron a Alemania, lo que incluía 10 millones de toneladas de mineral de hierro por año, así como la mayor producción de rodamientos de bolas vitales para la maquinaria de guerra nazi, que se exportaban a través de los puertos de la Noruega ocupada hacia la Alemania nazi.

La alianza de Finlandia con la Alemania nazi

A diferencia de Suecia, Finlandia nunca intentó fingir neutralidad. Durante la guerra, 8.000 soldados finlandeses lucharon junto a los nazis contra la URSS. Muchos sirvieron en las divisiones Panzer SS nazis entre 1941 y 1943. Un informe de 248 páginas publicado por el gobierno finlandés en 2019 documentó que al menos 1.408 voluntarios finlandeses sirvieron en la división Panzer SS y llevaron a cabo atrocidades masivas, incluido el exterminio de soviéticos y otros crímenes de guerra.

Finlandia compartía una frontera de más de 1.300 kilómetros con la URSS, que incluye un área a 40 kilómetros de distancia de lo que entonces era Leningrado y hoy San Petersburgo, un objetivo muy goloso para los nazis.

Los dirigentes soviéticos habían estado observando la preparación de la maquinaria de guerra nazi, que se dirigía hacia ellos desde el momento en que se alcanzó el Acuerdo de Munich de 1938, que vio la destrucción de Checoslovaquia con el beneplácito de las potencias occidentales.

La diplomacia secreta británica garantizó que, desde la anexión de Austria por Hitler hasta la invasión de Polonia en septiembre de 1939, la política de apaciguamiento británica fingió una oposición al nazismo, al tiempo que facilitaba su implacable crecimiento en el corazón de Europa.

Sabiendo que el ataque era inevitable, la URSS firmó el Pacto Molotov-Von Ribbentrop en agosto de 1939 para ganar tiempo mientras intentaba establecer una zona de amortiguamiento con la Alemania nazi.

Durante aquella pequeña ventana, se desarrolló una carrera para consolidar esferas de interés, con la URSS actuando a la defensiva para asegurar su parte más vulnerable antes de que se iniciara el ataque. Mientras tanto, Alemania se apresuró a aumentar la presión con operaciones militares que extendieron el III Reich por toda Europa.

La URSS obtuvo varias victorias diplomáticas estratégicas importantes al firmar pactos de asistencia mutua con Letonia, Lituania y Estonia. Sin embargo, Finlandia, bajo el control del mariscal de campo Carl Gustaf Mannerheim y el primer ministro Risto Ryti, rechazó la oferta de Rusia.

En el abortado Tratado de Seguridad Mutua entre Rusia y Finlandia, Rusia ofreció ceder Carelia del sur en el norte a cambio de que la frontera soviética se moviera hacia el oeste en el istmo de Carelia y permiso para estacionar bases soviéticas en Finlandia. El gobierno pronazi de Ryti y Mannerheim se había estado acercando públicamente a los alemanes durante la década de los treinta y gran parte de la aristocracia finlandesa había elaborado planes delirantes de expansionismo junto con sus homólogos suecos, que creían que una parte importante del noroeste de Rusia, Carelia oriental, contenía un pueblo nórdico “puro” no contaminado por la sangre de razas inferiores, como los eslavos.

La guerra de invierno

El rechazo de Finlandia al acuerdo de cooperación dio lugar a que en noviembre de 1939 la URSS tomara la iniciativa atacando primero, lo que provocó la pérdida de 20.000 soldados finlandeses, el 11 por cien de su territorio, que representaba la tercera parte de su potencial económico. La “guerra de invierno”, que duró cuatro meses, terminó en marzo de 1940 con una Finlandia reducida y humillada por la URSS.

En vísperas del acuerdo para unirse a los nazis, Mannerheim proclamó en voz alta ante sus tropas que en 1918, durante la guerra contra la URSS, “declaré a los carelios finlandeses y vieneses que no envainaría mi espada antes de que Finlandia y Karelia oriental fueran libres”.

Mannerheim fue el primero en ponerse en contacto con Göring para planificar conjuntamente la agresión a la URSS y en septiembre de 1940 firmaron un tratado secreto de tránsito para preparar la Operación Barbarroja.

El 16 de junio de 1941 Mannerheim llamó la población finlandesa a luchar junto al ejército nazi en el inminente ataque. Cuando una semana después comenzó la invasión, había 400.000 soldados finlandeses y alemanes en Finlandia. Los aeródromos finlandeses se pusieron a disposición de los bombarderos nazis.

Al principio vastos territorios soviéticos, desde Murmansk hasta el lago Onega, cayeron bajo el control de las tropas finlandesas. Los soviéticos fueron enviados a campos de trabajos forzados, donde muchos fueron exterminados.

El informe finlandés de 2019 dice: “Las subunidades y hombres de la división SS Wiking que participaron durante la marcha hacia la Unión Soviética y el avance a través de Ucrania y el Cáucaso estuvieron involucrados en numerosas atrocidades […] Los diarios y recuerdos de los voluntarios finlandeses muestran que prácticamente todos los que estaban entre ellos ellos deben haber sido conscientes desde el principio de las atrocidades y masacres”.

A medida que la División Wiking SS finlandesa avanzaba a través del oeste de Ucrania entre julio y agosto de 1941, más de 10.000 civiles murieron en Lviv y Zhytomyr y más de 600.000 más murieron en la región desde el inicio de la Operación Barbarroja hasta marzo de 1942.

El caso de la esvástica en la aviación finlandesa

Hasta hace cuatro años la aviación finlandesa mantuvo la svástica entre sus símbolos. Cuando en plena Guerra Fría los pasajeros veían un avión con la svástica en una pista de aterrizaje, volvían las pesadillas.

A diferencia del resto del mundo, en Finlandia la svástica está socialmente muy bien aceptada. En 2013 una esvástica gigante ondeaba en una bandera colgada en un balcón en el centro de Helsinki. La policía la vio y no reaccionó. “Colgar banderas con esvásticas no es un acto ilegal. Se pueden exhibir en automóviles y balcones. Pero si surge la cuestión de la incitación al odio étnico, la situación será reexaminada”, dijo entonces el comisario de policía.

Finlandia vuelve por sus fueros. Ya no es una país neutral. Ha entrado en la OTAN triunfalmente y en Ucrania participa activamente en la guerra contra Rusia, que es una guerra que ha estallado con el invocado fin de “desnazificar”.

Quizá por eso a Finlandia se le ha ocurrido “desnazificarse” y adaptar su legislación para que no aparezcan simbolos nazis en desfiles o maniobras militares de la OTAN.

Pero, como ya informamos en otra entrada, el gobierno de Helsinki ha cerrado la frontera con Rusia con el pretexto de que ha habido una enorme afluencia de entradas en busca de asilo político. Lo cierto es que nadie ha visto ninguna riada de personas cruzando la frontera rusa.

La nueva ley de emigración finlandesa prevé el internamiento de las personas que quieran entrar en Finlandia en centros de alojamiento… pero sólo si proceden de Rusia. Si entran por las otras fronteras, no hay ningún riesgo.

Además, el gobierno ha redactado un proyecto de ley que establece un procedimiento simplificado para saquear las propiedades… sólo si se trata de rusos. El truco es el siguiente: a causa de las sanciones, los rusos no pueden pagar los impuestos relacionados con sus viviendas en Finlandia. Entonces las deudas se acumulan y es posible el embargo de las propiedades inmobiliarias.

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