Ya no es posible categorizar la violencia nihilista del Estado de Israel. Parece no tener otro objetivo que la violencia y el ansia de desolación.

En 24 horas, Israel ha asesinado al hombre con el que necesitaría negociar la liberación de rehenes a corto plazo y un acuerdo político a largo plazo, y una figura clave de su enemigo militar potencial más peligroso, que se ha abstenido de una guerra total.

Al hacerlo, ha violado el territorio, de hecho las capitales, de dos estados regionales cruciales.

Israel también ha tomado la decisión política de que la violación masiva de detenidos por parte de soldados –y, algo extraño, la violación homosexual en particular– es aceptable en la guerra y no debe ser castigada.

Irónicamente, Israel también ha subrayado su intención genocida en Gaza al demostrar que tiene la capacidad técnica para llevar a cabo ataques selectivos y que el arrasamiento de ciudades enteras con bombas de 2.000 libras y la masacre de decenas de miles de inocentes ha sido una opción política.

Los medios de comunicación occidentales parecen paralizados por esto. Prácticamente no he visto ningún comentario o análisis serio. Tampoco nadie ha señalado el contraste entre las mentiras de Israel sobre las violaciones masivas del 7 de octubre y la política ahora admitida de Israel de tolerar la violación de detenidos.

La clase política parece aún más paralizada que la clase mediática. Atrapados en su compromiso con el sionismo –básicamente comprado y pagado– no tienen nada que decir sobre estos increíbles acontecimientos más sensato que el encantamiento zombi de Kamala Harris sobre el “derecho de Israel a la autodefensa”.

El Ministerio de Asuntos Exteriores británico no ha logrado producir la reacción considerada prometida ante la opinión de la CIJ sobre la ilegalidad de la ocupación israelí, y mucho menos ha respondido sensatamente al enloquecido paroxismo de destrucción de Israel esta semana.

Para mí ahora es axiomático que no existe una solución de dos Estados y que el apartheid de Israel debe ser completamente desmantelado como entidad. Creo que cada vez más personas en todo el mundo creen eso.

Y si tenemos que desmantelar nuestras propias clases políticas y mediáticas para llegar allí, que así sea.

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