Fuente: https://haitinominustah.wordpress.com/2022/10/21/el-espectro-de-la-intervencion-militar-de-fuerzas-extranjeras-en-haiti/
ç
No sabemos qué ocurrió realmente en la noche del 6 al 7 de octubre de 2022. Lo único que nos ha llegado es el ruido bastante fuerte de la dimisión del Dr. Ariel Henry, Primer Ministro de facto de Haití y protegido de los Estados Unidos de América. ¿Era cierto que había dimitido? ¿O era al menos un rumor que se había hecho viral? O fueron ambas cosas, en el sentido de que el Sr. Henry realmente dimitió, pero forzado a quedarse, su dimisión se nos devuelve sobre la base de un rumor que la maquinaria de comunicación del gobierno se ha esforzado en hacernos creer. De lo que no sabemos, al menos experimentamos el hecho de que al día siguiente, el discurso del Sr. Henry a la nación expresó primero la solicitud de una intervención militar de fuerzas extranjeras en Haití, y más tarde, una solicitud formal a las Naciones Unidas.
Las organizaciones internacionales y, en particular, el Secretario General de la ONU, Antonio Gutteres, se hicieron cargo de esta cuestión. Vemos que en el tratamiento de los hechos no se establece ninguna relación entre la dimisión o el rumor de dimisión del Primer Ministro de facto y la solicitud de intervención militar que éste realizó. ¿Fue un paripé para mantener nuestras mentes ocupadas mientras esperábamos la petición? ¿O fue la intervención militar una muestra dada por la Internacional para que el Sr. Henri devolviera su carta de renuncia? El tratamiento que se le da tiende a trastocar la realidad del 6-7 de octubre, de manera que sólo nos preocupa la petición de intervención militar, por mucho que se trastoquen una serie de hechos que forman una red. ¿Es la misma petición que se dirige a la ONU y a la administración estadounidense? ¿O se trata de dos enfoques distintos: uno en un marco multilateral y otro en un marco bilateral? Y si se trata de la segunda opción, ¿qué puede decirnos en cuanto a la política interior del gobierno haitiano, la política exterior de Estados Unidos hacia (o contra) Haití, o la geopolítica (en el contexto de un orden mundial caldeado) a la luz de la visita del subsecretario de Estado estadounidense Brian Nichols a Haití, sus diversas reuniones y la presencia de barcos de la Guardia Costera estadounidense en aguas haitianas [1]?
Al menos una cosa es cierta. Desde la solicitud formal de intervención y la presencia de los buques de guerra estadounidenses y de su enviado, la cuestión de la intervención militar ha sido rápidamente mediatizada por el «discurso del consenso entre los haitianos», que estuvo vinculado a las diversas reuniones con los representantes del gobierno haitiano de facto, los representantes del Acuerdo de Montana y los presidentes y primeros ministros elegidos en el marco de este acuerdo, Fritz Jean y Steven Benoit. Esta situación podría resumirse de la siguiente manera: «Si no quieren una intervención militar, lleguen a un acuerdo con el Sr. Ariel Henri, que es quien la ha solicitado. Como si «cualquier postura de autodeterminación debiera pasar por una reconsideración del señor Ariel Henri y su banda». Al final, no puede haber una situación de autodeterminación. Es como si los verdaderos culpables de una intervención militar ya en marcha no fueran los que la pidieron, sino los que no supieron evitarla llevándose bien con los que la pidieron. En este sentido, la prenda del «nacionalismo» (una palabra comodín en este momento que también se utiliza para englobar cualquier praxis que refute el dispositivo colonial) se refiere a hacer todo lo posible para evitar la intervención militar haciendo exactamente lo que quiere la «internacional colonial capitalista».
Esta presencia estadounidense, materializada por buques de guerra y un emisario de alto rango, retoma las realidades coloniales de la expedición de Napoleón en (1802) para restablecer la esclavitud y la del rey Carlos X (1825) para el rescate colonial. Sólo que aquí no se trata de presionar a quienes tienen las llaves de las instituciones, sino de evitar preferentemente que se pierda el mando en una situación en la que los gobernantes se equivocan y muestran las mayores deficiencias en la administración de la vida de los ciudadanos. Esto recuerda el lenguaje del barco inglés Bulldog (1865) que bombardea el pueblo de Cap para rescatar a Geffrard.
Y desde entonces, el hecho es que el gobierno de Ariel Henri utiliza la misma gramática que la de los poderes tutelares para expresar la situación actual. Una simbiosis perfecta de los esfuerzos realizados por EE.UU. y Canadá, proclamada a bombo y platillo por las embajadas, y agradecida calurosamente por el Sr. Henri y la Policía Nacional de Haití (que, además, promete hacer buen uso de ella) por los materiales encargados con dinero del erario público haitiano.
Esta solicitud de intervención es un intento de ocultar que el Sr. Ariel y su gobierno de aliados y reformistas responden a una situación de ilegitimidad política, no basada en una discusión-confrontación entre gobernantes y gobernados en Haití, ni en simples juegos de poder entre las oposiciones políticas y las autoridades de turno; sino, sobre todo, en el rechazo categórico en Haití de un orden que ha sido asumido y realizado por la maquinaria del PHTK durante más de 10 años: a saber, los intereses y proyectos neoliberales de la Internacional capitalista colonial. Esta solicitud de intervención intenta borrar al mismo tiempo que revela el hecho de que el rechazo a la «máquina del PHTK» es un rechazo al orden colonial neoliberal tal y como se realiza a través de los diferentes proyectos económicos antipopulares que pasan por los diferentes intentos de reconfiguración social y constitucional de Haití: el proyecto financiero de privatización de la isla de Gonâve, el Referéndum para sustituir la Constitución de 1987 por otra, etc.
Por primera vez desde la intervención militar estadounidense de 1915 (cuyo centenario la maquinaria del PHTK ha silenciado), se abre un enfrentamiento directo cara a cara entre la «internacional capitalista colonial» y el pueblo haitiano, con una ausencia total de intermediarios locales que medien y de grupos armados locales (ya sea el estamento militar, las milicias o las bandas armadas) que garanticen una represión total y completa. El caos y la intervención militar de fuerzas extranjeras serían, por tanto, la única posibilidad: un escenario colonial durante más de 5 años, mantenido y alimentado por una geopolítica de «desastres naturales», epidemias y pandemias, y la presencia de bandas (en su función de brazos armados y de materialización del «desorden» al mismo tiempo).
Pero no puede haber ningún pretexto para que una intervención venga a rescatar al pueblo haitiano, y ningún acuerdo que hable el lenguaje del aparato colonial puede ahogar las demandas y aspiraciones populares en las que se ha ido acumulando durante los últimos 12 años lo que el profesor Camille Chalmers llama una auténtica «conciencia antiimperialista».
Lo que actualmente se denomina sin aliento «crisis haitiana» debe identificarse como la contradicción llevada a su punto más alto entre la voluntad de la Internacional capitalista colonial de imponernos a (sub)vivir bajo un orden y la resistencia que hemos estado oponiendo a este orden durante todo el régimen del PHTK.
- Político, profesor universitario.
[1] Un comunicado de los guardacostas estadounidenses menciona el interés de Estados Unidos en la seguridad del Mar Caribe. Twitter.
https://www.alterpresse.org/spip.php?article28735
Traducción del francés Diálogo 2000.