El despropósito burocrático ahoga a la pequeña ganadería

Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/20231124/9399282/desproposito-burocratico-ahoga-pequena-ganaderia.html    24.11.23

Al acabar la carrera de veterinaria decidió no dejarse llevar por la corriente de unos estudios que la llevaban, irremediablemente, a formar parte de un sistema de producción de alimentos intensificado, insostenible y productivista. Ella se sentía atraída por las montañas, le seducía la vida rural y la relación directa con los animales, así que optó por ingresar en la Escola de Pastors i Pastores de Catalunya de donde salió preparada y decidida para iniciar un proyecto de vida con un pequeño rebaño y una quesería.

Igual que hizo ella, les aconsejo que inspiren aire a fondo para encarar los pasos que la administración le exigió para hacerlo realidad.

El primer trámite era pedir el permiso de inicio de actividad ganadera en su municipio y esperar pacientemente la respuesta, que se decide en el pleno del Ayuntamiento una vez estudiado su proyecto por las concejalías de urbanismo y medio ambiente.

Pero como nunca se le pasó por la cabeza que no se lo aprobarían, ya se puso manos a la obra con el segundo trámite, darse de alta en el Registro de Explotaciones Ganaderas, el cual le pareció que comportaba demasiado detalle, papeleo y dinero para un pequeño negocio de dieciocho ovejas.

En el documento ‘Foc als papers’ el colectivo Ramaderes de Catalunya ha documentado un sin fin de gestiones duplicadas e innecesarias

Por un lado, se debe presentar una memoria que, con el máximo de detalle y como mínimo, describa si su modelo productivo es intensivo o extensivo en cuanto al acceso o no a pastos; a cuántos metros está su granja de otras explotaciones, de las carreteras, ferrocarriles, mataderos o cualquier otra instalación que pueda ser relevante desde el punto de vista de sanidad o seguridad; si las inmediaciones de la granja permite un control eficaz de entradas y salidas de vehículos y de personas; y, respecto a la propia granja, describir cómo será el lugar donde vivirán los animales para saber si cubre sus necesidades; cómo está previsto el sistema de limpieza y desinfección; si hay agua y si esta es de red o, en caso negativo, si está tratada y cómo; si las instalaciones de electricidad suponen o no un peligro para los animales; si los medicamentos se guardan en un lugar seguro y apropiado; si el sistema de almacenamiento del pienso o forraje es adecuado; así como describir el manejo y la infraestructura requerida a la hora de recibir asistencia veterinaria, el sistema de gestión de los animales muertos y disponer de un contenedor de cadáveres.

 En el caso de granjas destinadas a la producción de leche y sus derivados también hay que dar detalles del tipo de ordeño que se practicará, manual o con maquina, como se mantendrán limpias las instalaciones y como será la manera de almacenar la leche.

La digitalización, que tenía que facilitar estas tareas, todavía la hace más pesada y difícil, porque en el mundo rural la conexión a internet es insuficiente

Por otro lado, a esta memoria hay que adjuntar un Certificado de Extensificación firmado por un ingeniero agrónomo, donde se da fe que dispones de suficientes tierras para alimentar a las ovejas; el Contrato de Arrendamiento o de propiedad de dichas tierras; el Plan Higiénico y Sanitario firmado por un veterinario; el Plan de Deyecciones Ganaderas firmado también por un ingeniero agrónomo ―que, en el caso de que la granja esté situada en una zona vulnerable se complica porque para poder abocar los purines en tus campos tienes que hacer toda una serie de análisis previos de esta tierra― y, finalmente, otra vez, paciencia para esperar la visita del veterinario del Departament de Agricultura para validar toda la propuesta.

Una vez superada esta gincana, todavía faltan algunos trámites más por superar, como por ejemplo contratar un seguro de responsabilidad civil para los animales y los locales; contratar un servicio de recogida de cadáveres; registrarse como productor de residuos peligrosos; proceder a la legalización del medio de transporte del ganado; sacarse el permiso de transporte de animales vivos; realizar un curso de aplicación de biocidas de uso ganadero y uno de fitosanitarios por aplicaciones en los campos― aunque no los uses, como es su caso―; realizar otro curso de bienestar en el transporte; y la contratación del servicio de retirada de residuos peligrosos.

Si han llegado hasta aquí, felicidades, demuestran que, como la pastora, creen que estas actividades donde el cuidado de la tierra y el paisaje se convierte en alimentos, valen mucho la pena.

Pero, vuelvan a tomar aire, porque una vez que el rebaño ya está paciendo en los campos, las pastoras y pastores tienen que seguir pendientes de una serie de controles administrativos obligatorios que se convierten en una verdadera tortura.

Esto, en la era de la digitalización, pasa para disponer de muy buena conexión de internet y, vía un programa específico, llevar al día el Libro de Explotación donde hay que registrar las altas, bajas y movimiento de los animales, los tratamientos veterinarios suministrados, los saneamientos… es decir una suerte de diario íntimo, sin olvidarse de todo el procedimiento de identificación de cada una de las ovejas a partir del crotal (aquella etiqueta que llevan enganchada en las orejas) si no quieres sufrir ninguna sanción o verte obligado a sacrificar algún animal.

Denuncian que las lecherías, obradores o queserías son tratadas con las mismas exigencias que la gran industria alimentaria

¡Ah! y los perros que las vigilan también tienen que disponer de su cartilla de vacunaciones en regla, su microchip y el consiguiente documento de alta en el registro municipal así como su propio seguro.

Ya dispones de todos los permisos y mecanismos, cual si la granja fuera una fabrica de bombas atómicas, pero… esto acaba de empezar. A partir de este momento no puedes despistarte ni un momento para no incurrir en ningún paso en falso. ¡Ojo! cada vez que tengas que llevar un animal al matadero conéctate al programa; no olvides la fecha límite para la declaración anual de las deyecciones; recuerda calcular y controlar los kilogramos de nitrógeno generado y justifica en qué tierra los has vertido; pide cita al gestor anualmente para tramitar la DUN o Declaración Agraria donde figuran todos los datos de aquel año; prevé las inspecciones de sanidad; recoge los certificados de saneamiento; haz las analíticas de la leche e informa de los resultados, también del agua; presenta el libro de tratamientos veterinarios; gestiona el control de plagas; registra la entrada de los productos de limpieza; registra las temperaturas de las instalaciones; mantén al día un libro por las visitas, como si fuera un museo …y bastantes cosas más que no añado en este texto por consideración para con usted, lector o lectora.

Y cuando ya tienes todo esto por la mano, cosa que no parece nada fácil, añade como cualquier otro negocio todas las obligaciones que tienen que ver con la contabilidad, impuestos y declaraciones.

Razones más que suficientes para que las administraciones competentes atiendan este despropósito. La alternativa que plantean Ramaderes de Catalunya es más radical, declararse insumisas a toda esta burocracia.

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