Editorial de la Unión Palestina de América Latina –
UPAL 12/10/25
El Premio Nobel de la Paz, que alguna vez simbolizó la esperanza, la justicia y la reconciliación entre los pueblos, ha perdido gran parte de su credibilidad moral. Otorgar ese galardón a quienes apoyan o justifican crímenes de guerra, ocupaciones coloniales y genocidios contemporáneos es una afrenta al espíritu con el que fue creado.
La reciente nominación —y promoción mediática— de figuras como María Corina Machado, abierta defensora del sionismo y del aparato político que perpetra la masacre contra el pueblo palestino, es una muestra del vaciamiento ético que ha sufrido el Comité Nobel. Quien aplaude la opresión y el exterminio de una nación no puede hablar de “paz” sin profanar la palabra misma.
El silencio de las grandes potencias ante el genocidio en Gaza, sumado al oportunismo de políticos que usan la causa palestina como instrumento de conveniencia, demuestra que el Nobel de la Paz ya no premia la valentía moral, sino la obediencia geopolítica. Se ha convertido en un trofeo del sistema que perpetúa la injusticia, no en un reconocimiento a quienes la combaten.
Mientras los niños palestinos mueren bajo las ruinas y los hospitales se convierten en cementerios, el mundo observa cómo se galardona a quienes apoyan el horror. El verdadero Nobel de la Paz pertenece hoy a los pueblos que resisten, a los médicos que salvan vidas sin distinción, a las madres que no se rinden, a quienes, pese al dolor, siguen defendiendo la dignidad humana.
UPAL reafirma que no puede haber paz sin justicia, ni reconciliación sin verdad. El prestigio perdido del Nobel solo podrá recuperarse cuando vuelva a premiar a quienes luchan por la vida y no a quienes la justifican en nombre de la política o del poder.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
12 de octubre de 2025