La ola de explosiones en Líbano de bípers y de walkie-talkies manipulados por el Mosad israelí es un crimen de guerra perpetrado contra la población ya que no afectó a combatientes sino a miembros del Hezbollah dedicados al mantenimiento del orden y a los civiles que se hallaban alrededor de ellos. Pero lo más importante es que esa ola de explosiones de equipos de comunicación secretamente manipulados por agentes de Israel plantea un problema de seguridad mucho más sensible. En Irán, por ejemplo, los Guardianes de la Revolución pusieron fin inmediatamente al uso de todo tipo de material electrónico fabricado en Occidente, yendo más allá de los aparatos de comunicación. Israel ya es el especialista mundial de los programas informáticos espías. Pero ahora sabemos que además de poder escucharnos sin que lo sepamos, los agentes de Israel también pueden matarnos con dispositivos electrónicos manipulados. Si lo hicieron en Líbano, también pueden hacerlo en cualquier lugar del mundo.
Israel se pasó por el “arco del triunfo”, como todas las leyes internacionales que pisotea sin rubor, la Convención de Ginebra y el “Manual de Guerra” de las Leyes de Defensa de Estados Unidos [1] sobre la prohibición de «trampas explosivas» [2], sin importarle el hecho que el uso de objetos electrónicos manipulados para hacerlos estallar constituye un crimen de guerra [3].
Sin hablar del posterior asesinato de los líderes del cuerpo de élite Radwan del Hezbollah mediante bombardeos aéreos israelíes contra el barrio chiita de Beirut [4], ha quedado expuesta la conexión del Mosad israelí con empresas fantasmas, como la húngara BAC Consulting, ¡con un solo empleado!, intermediaria de la búlgara Norta Global, y su prófugo mandamás noruego Rinson Jose (¿tendrá vínculos con la OTAN?) con Gold Apollo de Taiwán. ¡En Líbano explotaron hasta los paneles solares y las laptops, dejando más de 3 000 heridos y centenares de muertos!
Politico comenta que el uso de dispositivos electrónicos manipulados desata el temor de que se inicie una guerra en la cadena de suministro (supply chain) cuando «podría detonar el reconocimiento de las vulnerabilidades que enfrentan las compañías Tech con operaciones globales de manufactura» [5].
El Financial Times se regocija de que el Hezbollah ha sido «maltratado y debilitado» después de los golpes que le propinó Israel «en su peor semana» [6].
The Economist aduce que mediante su «guerra electrónica Israel ha ensangrentado al Hezbollah pero está atrapado en una guerra de desgaste» ya que «dos ataques contra la milicia chiita no pueden cambiar el dilema estratégico de Israel en Líbano» [7].
Mounir Rabih, de L’Orient-Le Jour, arguye que «Hezbollah absorbe los golpes y prepara su revancha: ¿Se cruzará el Rubicón?» cuando «según fuentes diplomáticas concordantes, los israelíes concedieron un plazo de algunos días al partido chiita para aceptar la propuesta de Estados Unidos para una solución política» [8].
Veinte días antes del “cibercidio” en Líbano, el Comando Sur de Estados Unidos (SouthCom), bajo las órdenes de la general Laura Richardson, se adelantó curiosamente a los hechos planteando el candente tema de la ciberseguridad al reunirse, en Santiago de Chile, con los «líderes de defensa de Sudamérica» [9].
El sistema de ciberseguridad de México ha sido secuestrado por el software que los gobiernos globalistas neoliberales compraron a Israel –presuntamente con la participación de Genaro García Luna (hoy encarcelado en Nueva York), de Tomás Zerón (refugiado en Israel), de Cárdenas Palomino (detenido por tortura) y del “irreprochable” Eduardo Margolis Sobol, un agente del Mosad [10]. El grave problema radica en que las «cibertransnacionales de Israel espían a periodistas y incluitas en México» [11], cuyos dispositivos electrónicos pueden explotar por venganza política.
Ahora resulta que “Candiru” es «mucho más maligno que Pegasus» [12], ya que «Demoman y Team Jorge de Israel están detrás de la ciberdesinformación en 33 países (incluido México)» [13]. ¿Quién protege(rá) a los ciudadanos mexicanos de las represalias electrónicas de Israel y sus aliados sayanim [14]?
El solipsismo de la guerra electrónica de Israel ya empezó a tener su efecto boomerang dado el hecho que países del Medio Oriente están solicitando urgentemente dispositivos fabricados en China, ¡no en Taiwán!
El segundo día del “cibercidio” del Mosad en Líbano eclipsó la resolución, no vinculante, de la Asamblea General de la ONU que exige que Israel se retire de los territorios ocupados palestinos en un máximo de 12 meses [15]. Habrá que ver qué queda de la antigua Palestina y del sur del Líbano luego de 12 meses, cuando Netanyahu dispone de la “carta blanca” de tirios y troyanos en Estados Unidos.
Hoy no existe ningún lugar seguro en el mundo donde los ingenuos países carentes de autosuficiencia en ciberseguridad utilizan el software de Israel y su know-how de doble filo, que pueden transformarse en un caballo de Troya electrónico.
La Jornada (México)
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