Fuente: La Jornada/Ángel Guerra Cabrera 18/06/2020
por omisión legislativadel Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que nombró a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) en uso de sus atribuciones. Este trámite debió haberse solventado por la Asamblea Nacional, pero jamás la directiva opositora lo puso en el orden del día, a pesar de responder a un acuerdo en la mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición.
De modo que el chavismo se ha propuesto rescatar la mayoría, que conservó durante 17 años, en la Asamblea Nacional. Esta semana el presidente Nicolás Maduro instó a Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, a trabajar cuanto antes con los partidos aliados del Polo Patriótico para proceder a la elección de los candidatos de la revolución al cuerpo legislativo.
Después de la muerte de Hugo Chávez (2013) la oposición se alzó en 2015 con su única victoria electoral de gran importancia en 17 años, desde la elección a la presidencia del líder bolivariano en 1998 y hasta hoy, al capturar 112 de los 167 diputados.
Pero la oposición no supo administrar su resonante victoria y dilapidó el capital político adquirido, principalmente por su total subordinación a los objetivos golpistas y desestabilizadores del gobierno de Estados Unidos, desesperado por salir de Maduro de una vez por todas. Embriagada por un éxito que no esperaba, tan pronto se instaló el Parlamento la directiva opositora anunció que a Maduro le quedaban tres meses y pretendió comenzar a gobernar por sobre los demás poderes del Estado. Lo que, unido a la codicia de dinero fácil y rápido, heredada por los líderes de los partidos tradicionales de la cuarta república y por las nuevas formaciones surgidas con fines terroristas en el periodo chavista, creó el caldo de cultivo para la destrucción de los partidos opositores. Sea como guarimbas, como intentos de golpe de Estado, invasiones, ataques a cuarteles o la inmisericorde guerra económica del imperio, hay una parte de los partidarios de la oposición que los desaprueba, pues los percibe como quiebres de la Constitución y tendentes al derramamiento de sangre, que no desean.
El TSJ ha respondido a solicitudes de amparo de miembros de partidos opositores contra la negativa de sus ejecutivas a participar en las elecciones y a organizar comicios internos. Esto ha dado lugar al remplazo de Henry Ramos Allup, presidente durante 19 años del viejo Acción Democrática, por Bernabé Gutiérrez, el hace 17 años secretario general, partido que de socialdemócrata nunca tuvo más que un barniz, fundado por Rómulo Betancourt. Ya en 1948 organizó una asonada que derrocó al presidente Luis Medina Angarita en unión de un sector golpista del ejército.
El fracaso de todos los intentos subversivos de la oposición golpista, y de Juan Guaidó en particular, por derrocar al presidente Maduro: intento magnicida contra el gobierno en pleno (2018), plan, concierto fake mediante, para provocar un enfrentamiento armado en la frontera colombo-venezolana el 23 de febrero de 2019 con el ingreso de la supuesta ayuda humanitaria, conato de golpe de Estado del 30 de abril de 2019, fallida y desarticulada invasión armada de militares desertores y mercenarios gringos desde Colombia, vía un contrato firmado por Guaidó y adláteres con un agencia provedora de mercenarios de Miami que, de triunfar, habría supuesto la disolución del Estado nacional venezolano, enriquecimiento escandaloso de Guaidó con los dineros robados a Venezuela y entregados al presidente encargado (es un decir) por el departamento del Tesoro de Estados Unidos. Así como la apropiación por él y Henry Ramos Allup de la filial Monómeros en Colombia de la estatal PDVSA. Como si fuera poco sus vínculos con el sanguinario grupo narcoterrorista Los Rastrojos y su asociación con el impopular presidente colombiano, Iván Duque. Ha trascendido que el autoproclamado está padeciendo una crisis depresiva y se le ha prescrito reposo. No es para menos. Competirán con el chavismo partidos despedazados por la política fascista de Estados Unidos contra Venezuela y un grupo de pequeñas formaciones que por ahora declaran su deseo de una solución política y sin tutelaje externo. El chavismo tiene la mesa servida.
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