Fuente: https://andrespiqueras.com/2023/09/27/el-capitalismo-continua-sangrando-a-la-humanidad/ Andrés Piqueras Piqueras El imperialismo estadounidense, cuyo gran capital es adicto a la guerra, vampiriza al planeta. Con la complicidad de la élite europea (y de buena parte de su idiotizada población), la clase explotadora estadounidense impone su estrategia de destrucción: los pueblos del mundo son molidos, enemistados, nazificados, acondicionados con mentiras colosales e impregnados de odio, utilizados por EEUU para doblegar y saquear a quien decida, para que el complejo militar-industrial estadounidense capitalice gigantescas fortunas succionando los presupuestos públicos de los Estados. Y detrás de todo ello generar por doquier el CAOS, para impedir el avance del mundo emergente (multipolar).
Todavía más población es proletarizada (desposeída de medios de producción) y convertida en mercancía “fuerza de trabajo”. Esa mercancía, la clase trabajadora mundial, es precarizada, hambreada, vampirizada por un puñado de capitalistas cada vez más parasitarios. Ante la destrucción de sus condiciones de vida, más de 2.400 millones de personas en el mundo se encuentran en “disponibilidad migratoria”, en función de los intereses del capital, en el lugar, momento y por el tiempo que lo necesite. Un ejército laboral de reserva prácticamente inagotable, que genera a la clase capitalista un poder de imposición de condiciones laborales (y sociales) aberrantes en todo el planeta.
Los precios del gas, petróleo, energía, alimentación… aumentan debido al impúdico aumento de las ganancias empresariales, a la especulación depredadora del capitalismo financiero y a la guerra de “Occidente” contra Rusia, al demencial apoyo de EEUU y la UE al régimen neonazi de Kiev.
La clase trabajadora mundial está pagando un muy alto precio. ¿Cuánto tiempo más puede durar esto sin grandes y extendidos estallidos y levantamientos populares, inestabilidad social, ingobernabilidad generalizada?
En casi ningún lugar hay una izquierda en condiciones de otorgar un impulso revolucionario a esos probables estallidos. El neoliberalismo fue totalmente victorioso en el descuartizamiento de la izquierda organizada altersistémica, así como en la domesticación y sumisión definitiva de la izquierda del sistema. La National Endowment for Democracy de EE.UU., por ejemplo, mediante un trabajo de zapa, infiltración, cooptación o creación ad hoc de organizaciones, partidos y movimientos, otanizó a la totalidad de la izquierda europea (a la que la OTAN misma llamó “izquierda compatible”), que asiste entre bobina y ladina a la guerra de la OTAN contra Rusia (y al destrozo bélico de países por doquier), aplaudiendo a los nuevos y viejos nazis de Ucrania, o directamente contribuyendo con sus políticas cómplices a que aquéllos lleguen elegidos a sus parlamentos.
En cambio las elites ya se preparan para todo eso militarizando el espacio social y haciendo cada vez leyes más represivas. En el Reino de España el proyecto de Ley de Seguridad Nacional, del gobierno PSOE-Unidas Podemos, constituye un escalofriante programa represivo-confiscador.
El próximo día hablamos de ello.