6 de julio de 2024 Hora: 15:56
El camino angosto es siempre el de los abnegados que, desde las carencias cotidianas, resistieron la tormenta y se levantan hoy erguidos, mirando el horizonte y construyendo los espacios que nos devuelven siempre a la vida. Foto: PSUV
“En tren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran” (Mt. 7,13-14).
Jesús sabe que su proyecto no será posible desde la comodidad de un palacio ni desde la opulencia y el bienestar que genera la riqueza. Su proyecto estará lleno de tropiezos y dificultades a superar y eso sólo se logra educando el corazón. La abnegación (negarse a sí mismo) será el arma de resistencia de las y los cristianos y esta se traduce en lo que hoy más comúnmente conocemos como resiliencia. Esa puerta estrecha y el camino angosto es la senda que eligió el pueblo venezolano libremente para transitar, consciente de que la libertad se alcanza por el camino angosto.
Aplico esta reflexión al caso nuestro venezolano porque tiene pertinencia desde la reflexión cristiana. No todos los venezolanos en el momento de la crisis más aguda estaban preparados para sobrevivir con lo mínimo mientras nos arrancaban arbitrariamente lo que por derecho nos correspondía para vivir con dignidad.
El camino angosto en nuestro caso venezolano es el que transitó la gente sin gas durante el paro petrolero de 2002-2003 cocinando con leña en los barrios de Caracas y hasta con trozos de madera extraídos a los muebles del hogar, sin luz durante el largo apagón producto del sabotaje a la hidroeléctrica más importante del país, El Guri; eso ocurrió el 7 de marzo de 2019 y mantuvo a la nación siete días en la oscuridad. Camino angosto es no tener medicamentos, ni alimentos porque nos negaron importar nada y las empresas navieras cerraron, coaccionadas por las sanciones impuestas desde los Estados Unidos. Camino angosto es vivir la experiencia de estar asediados y a punto de ser invadidos desde la frontera con Colombia o por las costas del mar Caribe siendo Venezuela un país soberano. Camino angosto es el de una madre haciendo milagros con un kilo de lentejas en tiempo de la escasez para simular un bistec.
Camino angosto el del estado venezolano con los puertos cerrados mientras los enemigos del pueblo, nativos venezolanos, se robaban Monómeros y Citgo, dos empresas filiales de la estatal Pdvsa, y luego se repartieron el botín. Camino angosto transitó el país cuando nos negaron las vacunas en tiempo de pandemia y nos retuvieron por tres meses nuestros propios recursos que ya habían sido depositados para pagar el primer lote de los antivirales. Y hasta se nos confiscó ilegalmente un avión propiedad del estado venezolano para luego demolerlo como chatarra en un hangar de Estados Unidos, con difusión masiva por los medios de comunicación y, como siempre, se nos negó en ese litigio el más elemental derecho a la defensa. Y enemigos de la patria con nacionalidad venezolana celebraron aquella agresión cobarde e injusta contra el país.
Son acciones que han hecho históricamente los imperios para silenciar el grito de los pueblos. Cuando los españoles asesinaron a José Félix Rivas colocaron su cabeza en una jaula a la vista de todo el pueblo en Puerta Caracas que era la entrada más importante de la ciudad, para generar miedo y terror, y que todos los que vieran tan macabro espectáculo ni chistaran en contra de la Corona española. Camino angosto el que nos ha tocado transitar después de aquel fatídico 8 de marzo de 2015 en que Obama nos declaró una amenaza para el imperio.
Como no pudieron sacar del corazón del pueblo la imagen de Chávez, el gran líder que había roto con todos los paradigmas, procedieron después de su muerte a generar el gran caos en lo cotidiano del pueblo. A las masas lo que más las afecta e indigna es la negación reiterada de lo elemental cotidiano, esa arma del imperio y sus lacayos es tan perversa que borra de la memoria lo bueno, lo generoso, el recuerdo de los bienes recibidos. La gratitud humana es la primera virtud en desaparecer en el corazón de las mayorías ante una brutal guerra económica y mediática de tal magnitud. Desde la harina de maíz para la arepa de cada desayuno hasta las toallas sanitarias y muchos otros productos que afectaban fundamentalmente la sensibilidad femenina o productos para la higiene infantil, desaparecieron. Después los autores de semejante perversidad, los que generaron la escasez inducida son los mismos que hoy culpabilizan severamente al modelo socialista bolivariano del siglo XXI.
Volvamos a aquellos años. Ya el imperio había construido mucho tiempo antes su plataforma más idónea para la agresión, el decreto Obama. Desde ese documento mentiroso se podían generar ahora todas las calumnias más ignominiosas en contra de Venezuela, y todo ello orquestado por la oposición interna, esa que hoy recorre los pueblos engañando a la gente con el caos que ellos mismos crearon. Desde ese decreto comenzaron a tejer un horrendo tapiz de sanciones. Desaparecieron los alimentos y, paralelamente, respaldados por el entonces Gobierno enemigo de Santos y Duque en Colombia nos crearon un arma para destruir la moneda, el fatídico dólar Today. Escasez e inflación juntas. Nuestro Bolívar como signo monetario quedó anulado, hasta se lo robaron en camiones hacia Colombia y lo reutilizaron allá como materia prima para hacer papel moneda, y nos dejaron sin moneda nacional.
Llevaron la mentalidad del pueblo a tanto desprecio por nuestro bolívar como signo monetario, que hubo personas que tejían bolsos y otras artesanías con los billetes. Una vez que el país estaba en el peor caos le dijeron al pueblo que el país se estaba cayendo a pedazos y continuaron su campaña de agresión inculcando en la mente del pueblo que la culpa es del modelo socialista y había que emigrar. Vino entonces la arremetida contra la mente poco informada de muchos jóvenes con aquel famoso video “me iría demasiado”, de ingrata memoria, ¿recuerdan? Fue el inicio para que nuestros jóvenes dieran la estampida en masa.
No me cansaré de refrescar la memoria, siento que es mi deber. Memoria que recuerda la verdad, una verdad que la vivimos en carne propia todas y todos los venezolanos. Eso fue así, eso sucedió.
¿Que hemos tenido corrupción en las filas del chavismo? Me argumentarán algunos lectores, claro que sí, pero esos grandes CAPOS de la corrupción están presos y otros con orden de aprehensión por organismos de seguridad internacional, pero ¿dónde están los corruptos de la derecha? ¿Los que se robaron Citgo, Monómeros, el oro de Inglaterra o los que cooperaron con el imperio norteamericano para llevar a Venezuela al caos? Están en Europa o en Estados Unidos, prófugos de la justicia venezolana y negociando impunemente con el dinero hurtado al pueblo. Otras y otros están en Venezuela libremente haciendo campaña porque quieren terminar de apropiarse de las reservas que le quedan al país y para colmo afirman vivir en dictadura. Extraña dictadura que aun no les pone tras las rejas por traición a la Patria. Este pueblo sabe de puertas estrechas y camino angosto, pero está consciente que es el camino de la resistencia estoica, el de la puerta angosta, el que siempre nos lleva a la vida. En cambio los opulentos de aquí y de allá, los indolentes que nunca supieron de escasez, escogieron la senda ancha, la de las cuentas millonarias, la que siempre termina en el abismo y la muerte. Después vendrá “el llanto y el rechinar de dientes”, como dirá también Jesús y ojalá aquel día, los indolentes que se prestaron al saqueo de su propio país al menos reconozcan que los espera “la perdición”, un abismo histórico que los sepultará para siempre.
El camino angosto es siempre el de los abnegados que, desde las carencias cotidianas, resistieron la tormenta y se levantan hoy erguidos, mirando el horizonte y construyendo los espacios que nos devuelven siempre a la vida. Vivan las mujeres y los hombres inclaudicables, los que escogen la puerta estrecha y el camino angosto, las y los que no se venden. Esa ha sido la senda de quienes han dejado huella amorosa en el corazón de la humanidad.