El cambio climático es el nuevo maná: en la cumbre de Bakú sólo se habla de dinero

mpr21                                                                                                                                  Redacción

 

A los colectivos ambientalistas les gusta negociar un cierto tipo de “protestas simbólicas” para salir en las fotos. En la cumbre de Bakú un puñado de ellos hicieron algo parecido para poner al dinero en el centro de sus preocupaciones, como muestran las pancartas: los países ricos deben proporcionar financiación climática a los pobres por importe de miles de millones.

Pero las reuniones se agotan y los delegados europeos se niegan a revelar cuánto dinero están dispuestos a poner encima de la mesa para ayudar a los pobres, porque la descarbonización no es más que eso: caridad internacional. Los mendigos siguen esperando una cifra. “No escatimamos esfuerzos”, ha prometido el negociador de la Unión Europea, Wopke Hoesktra.

La falta de avances en el ámbito financiero alimenta cada vez más la frustración de quienes aún creen en este tipo de macroespectáculos. “No se pudo avanzar en la mayoría de los temas clave, y ahora tenemos textos más largos y complejos que harán que las decisiones sean aún más difíciles”, lamentó un participante.

¿De que cifras hablan?, ¿cuánto tendrán que aportar al año los países desarrollados -europeos- para sostener los tinglados climáticos? Algunos hablan de 100.000 millones al año, pero no sabemos si miden en dólares o en euros, aunque da igual; por pedir que no falte.

Otros disparan las cifras. “Escuchamos tres propuestas […] de 900.000 millones, 600.000 millones y 440.000 millones”, dice el australiano Chris Bowen, resumiendo así las consultas llevadas a cabo por él personalmente en los últimos días con los distintos países.

Las dos últimas cifras son antiguas solicitudes de India y el grupo de países árabes, aclara alguien. “Todos los países en desarrollo están de acuerdo en que necesitamos al menos 600.000 millones de dólares al año en fondos públicos” de los países ricos, comenta un portavoz africano.

“Escuchamos en los pasillos cifras de 200.000 millones ofrecidos” por los países ricos. “Es inimaginable, no podemos aceptarlo”, comenta Diego Pacheco, el delegado boliviano. Le parece muy poco.

En materia climática las cifras siempre son así de estrafalarias. Nadie sabe en qué se fundamentan, ni qué van a hacer con todo ese dinero. Alguno se pone a relatar las tareas: construir diques para hacer frente al aumento de los niveles del mar, cerrar centrales eléctricas de carbón, desplegar paneles solares… Otros hablan, además, de la financiación privada, otros del dinero que llegará de instituciones financieras internacinales, como el Banco Mundial…

Hay quien quiere saber si el dinero es a fondo perdido, si concederán préstamos, si los tipos de interés estarán por debajo del mercado…

Estas cumbres sirven para hablar de muchas cosas. Por ejemplo, a la alemana Jennifer Morgan se la veía el martes por la noche paseando por los pasillos de las delegaciones en compañía del delegado chino para el clima, Liu Zhenmin. Seguro que hablaban de los aranceles impuestos por Europa a los paneles solares fabricados en China.

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