Fuente: La Jornada Juan Pablo Duch Viernes 9 de diciembre de 2022, p. 30
La operación, en Abu Dabi
El pacto para intercambiar a Viktor Bout por Brittney Griner fue negociado por el jefe de la CIA, William Burns, y el líder de la inteligencia rusa, Serguei Naryshkin
Moscú. El Kremlin y la Casa Blanca pueden darse por satisfechos: lograron liberar este jueves a quienes denominan víctimas de una injusticia que –mediante un canje en el aeropuerto de Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, cual corresponde ahora una vez cancelada la opción preferida de la guerra fría en un puente en Berlín Occidental– demuestra cuánto se preocupan por sus ciudadanos.
La injusticia, vista por el gobierno ruso, es que Viktor Bout, considerado uno de los mayores traficantes de armas del mundo, cayó en una trampa en Tailandia tendida por los servicios secretos de Estados Unidos y, llevado ante un juez del otro lado del Atlántico, recibió una condena de 25 años de prisión por conspirar para matar a ciudadanos estadunidenses y vender armas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
, entre otras, cerca de 800 misiles tierra-aire y 5 mil fusiles de asalto Ak-47.
Películas y libros sobre el Mercader de la muerte –como era conocido Bout en el mundo de los negocios turbios– están al alcance de quien quiera saber más de la vida de este ex militar y presunto agente del espionaje soviético que se dedicó a vender armas (soviéticas y después rusas) a quien estuviera dispuesto a pagar por adquirirlas, sin importar qué iba a hacer con ese arsenal criminal.
Pero si un mérito hay que reconocer a Bout es que nunca abrió la boca y asumió en silencio una culpa que –liberado ayer por el Kremlin tras 13 años entre rejas– podría parecer que no era sólo suya, aunque nunca reveló el nombre de ningún cómplice o jefe, así como tampoco detalles del esquema de venta de armas ilegales que, en opinión de quienes han seguido de cerca su trayectoria, lo hubieran podido convertir en testigo protegido.
La injusticia, vista por Estados Unidos, es que una de las mejores basquetbolistas del mundo, Brittney Griner –dos veces campeona olímpica, estrella de los Phoenix Mercury, así como figura del equipo UMMC de Yekaterinburgo de la primera división rusa desde 2018, aprovechando el parón de las temporadas de la WNBA, la liga profesional estadunidense femenina–, acabó condenada a nueve años de prisión por narcotráfico.
Una semana antes de comenzar la guerra en Ucrania, la policía rusa detuvo a Griner –con el agravante insinuado por los medios de comunicación públicos rusos de ser lesbiana, casada con otra mujer, Cherelle Griner– en un aeropuerto cerca de Moscú con cartuchos de cannabis en su equipaje, que llevaba para aliviar el dolor de una lesión en la rodilla, por recomendación de sus médicos.
Durante meses de estira y afloja, los cancilleres de Rusia y Estados Unidos, igual que los titulares de los servicios de espionaje y de los consejos de seguridad de ambos países, negociaron el canje de Griner por Bout, incluyendo y descartando otros nombres de prisioneros.
El mes pasado, en la capital turca, Ankara, el director de la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadunidense), William Burns, ex embajador de Estados Unidos en Moscú, y el titular del servicio de inteligencia exterior, Serguei Naryshkin, sentaron las bases del intercambio, toda vez que quedó claro que Moscú no aceptó incluir a Paul Whelan, condenado en 2018 a 16 años de cárcel por espionaje
y que Washington rechazó considerar, como parte del entendimiento, al ruso Vadim Krasikov, sentenciado en Alemania a cadena perpetua por asesinar a un ciudadano georgiano que combatió en Chechenia del lado de los separatistas.
El anterior intercambio de presos entre Rusia y Estados Unidos se produjo en abril pasado y benefició al piloto de una línea aérea privada, Konstantin Yaroshenko, acusado de transportar un cargamento de cocaína en su avión y condenado a 20 años de cárcel, y el estudiante estadunidense y ex marine Trevor Reed, condenado a nueve años de prisión por pelearse en Moscú con un policía ruso.
Al canjear a Bout por Griner, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Joe Biden, se anotan este jueves –de cara a sus respectivas opiniones públicas– un éxito mediático al lograr la liberación de un compatriota, según su versión, víctima de una injusticia.