Fuente: https://literafricas.com/2021/03/14/ebola-76-o-la-inquietante-facilidad-de-la-transmision-de-un-virus-letal/ Ébola 76 o la inquietante facilidad de la transmisión de un virus letal
A veces, nos miramos en espejos que se parecen mucho a lo que vivimos. En ocasiones, con un alto y aterrador grado de conexiones y, a la vez, con la conciencia de que parecen iguales pero son tenebrosamente diferentes. Suena, quizás, a osadía tratar de comparar situaciones de esta categoría donde se mezclan planos diametralmente disimiles, pero puede que tras dicho ejercicio seamos capaces de traspasar el espejo.
El ébola se muestra desde África por nuestro mundo – léase el occidental – cada cierto tiempo. Sobre todo durante los años 2014 y 2018 en los que su aparición fue más mortífera, así como el nuevo brote este mismo año en Guinea. Ahora, un libro del sudanés Amir Tag Elsir, traducido bajo el título de Ébola 76, nos retrotrae a los momentos iníciales de su irrupción en el continente africano.
En 1976 este virus, altamente contagioso y letal, pasó desde la entonces Zaire (República Democrática del Congo) al sur de Sudán. La obra no es un ensayo, es pura ficción basada en la realidad eso sí. El prólogo, firmado por su traductor Rafael Ortega Rodrigo, nos permite conocer la narración que un médico, que conoció de primera mano el primer brote, le contó al propio escritor (también médico por otro lado).
Ébola 76 es un relato que oscila entre la tragedia y la comedia y descubre un paisaje mísero, lleno de aterradora violencia sexual hacia las mujeres, y de supersticiones, un ámbito donde florece la creencia de que el ébola es un brujo. Creencias que corren parejas a los rumores, que levantan historias paralelas, y que siembran el absurdo. Pero estas “presencias” no acaban ahí. La personificación del ébola o el “canto del cisne” (momento en el que ante la muerte se habla sin trabas) completan las atmósferas que respiran los seres que vamos conociendo.
Elsir le da al ébola, sobre todo en la primera parte de la trama, un protagonismo notorio. Este se muestra como un asesino implacable, acechante, irritable cuando ve que puede no saltar a otro cuerpo, no bañarse por su sangre, sonriente cuando da caza, un ente sin piedad pero selectivo. Ya que ébola no ataca por igual; son las personas más vulnerables, desde el punto de vista socio-económico, su blanco principal. No en vano aquellos que pueden pertrecharse, como los expatriados franceses, tras los muros de sus casas sin tener necesidad de salir a ganarse la vida, no se contagian.
Son muchos los aspectos que Elsir toca a lo largo de la trama, no exenta de interés pero tocada con un cierto halo titiritero que, en ocasiones, aleja de la historia, mientras contemplamos la desaparición de las personas que el virus roza, entre ellas el permitirnos comprender la facilidad de su transmisión, su inquietante e imparable avance, a menudo asociado a razones de pura supervivencia.
Toda esta danza macabra, como se ha calificado a la novela, se origina ante unos ojos que, en su mayoría, ya leen con una sensibilidad diferente sobre temas como este. Y digo “temas” porque me faltan palabras. Cuando una tropieza con las mascarillas, los estornudos y los besos envenenados, el miedo, el desconcierto, las dificultades de los médicos por la falta de medios, la carencia de información, el aprovechamiento de aquellos que siempre saben hacer negocios incluso en las peores circunstancias, la ausencia de sensibilidad ante los que sufren … una piensa que ahora sí comprende, “ve” mejor las cosas. O al menos de manera diferente a la era pre-COVID.
Pero Ébola 76 transcurre en, el ahora, Sudán del Sur. El médico Elsir habla a través de ella, al igual que el preocupado ser humano Elsir hace lo propio. Como un cirujano, sabe meter el bisturí para diseccionar, de manera breve pero incisiva, su país y su gente. A pesar de que la narración tiene un aire de tablado medieval, que a mi me ha recordado a la pelicula El séptimo sello de Ingmar Bergman, pero con mucha menos densidad y más comedia absurda, propone un escenario que asemeja un espejo pero que tiene mucho más de reverso oscuro.
La carcajada del ébola se vuelca sobre mujeres que no tienen nada que perder, mujeres violadas múltiples veces, mujeres – bastón, mujeres – depositarias de los deseos y obsesiones más brutales, obreros oprimidos antes por las élites coloniales y ahora por las locales que son, para Elsir, mucho peor que las anteriores, vendedores, prostitutas… Y también sobre uno de los dos únicos médicos que actúan como apagafuegos, pero que no acabará en la fosa común.
¿Cómo ahuyentar el miedo? Difícil contestar. Elsir destierra el arte y la belleza, sin autoridad en tiempos de ébola en Sudán del Sur. El espejo vuelve a ondularse.
Ebola ‘76 (إيبولا 76, 2012) Amir Tag Elsir. Editorial Comares, 2020. Prólogo y traducción Rafael Ortega Rodrigo.