Diplomacia mexicana vs brutalidad de Noboa y Janí

Adalberto Santana                                                                                                                   25 de noviembre de 2025 Hora: 05:54

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En nuestros días, cuando han arribado a los gobiernos de Ecuador y Perú, políticos ultraconservadores del siglo XXI, carentes en lo más mínimo del quehacer político y diplomático, han mostrado su patología represora y la falta de ética diplomática. Foto EFE


En tiempos recientes las relaciones internacionales del gobierno mexicano con algunos de sus pares de la región latinoamericana han presentado situaciones muy tensas y de fuerte confrontación diplomática. Son tiempos en los que sin duda dos gobiernos sudamericanos han mostrado su brutalidad y la carencia de una verdadera diplomacia. Los actuales gobiernos de Ecuador y Perú, que encabezan respectivamente el presidente Daniel Noboa en la patria del expresidente Rafael Correa y del presidente de facto del Perú, José Jerí, en la nación donde fue defenestrado el presidente Pedro Castillo, hoy prisionero político. Tanto Noboa como Jerí, han mostrado la carencia de una verdadera diplomacia y han actuado como verdaderos hampones latinoamericanos.

Con la administración de Daniel Noboa, se ha hecho más que evidente la gestión de un gobierno carente de un mínimo sentido de sensibilidad diplomática. Por el contrario, desde la administración de Lenin Moreno se hizo evidente la violación de los derechos humanos cuando en la embajada de Ecuador en Londres, se toleró y alentó la irrupción de efectivos policiacos para detener y reprimir al periodista australiano Julian Assange. Momento en que se toleró y alentó que la policía británica detuviera al director de Wikileaks. En continuidad de esa política neoconservadora y de brutalidad policiaca y gansteril, el actual presidente Daniel Noboa, ordenó la violación de la embajada mexicana en Quito.

La orden del mandatario ecuatoriano tenía el propósito de apresar al exvicepresidente Jorge Glas Espinel. Con ese acto de extrema violencia y al margen de las reglas de la diplomacia internacional, se violentó el derecho de asilo y además se ultrajo la soberanía nacional de México, al irrumpir efectivos policiales ecuatorianos en la sede de la embajada mexicana. Incluso ni en los tiempos de las más cruentes dictaduras como las de Anastasio Somoza en Nicaragua o la de Augusto Pinochet en Chile, se llegó a esa política de bestialidad represora. Durante esos gobiernos de facto, jamás en esas dictaduras se atrevieron a violentar en las sedes diplomáticas cuando se gestaron golpes de Estado o la persecución de opositores políticos.

Sin embargo, en nuestros días, cuando han arribado a los gobiernos de Ecuador y Perú, políticos ultraconservadores del siglo XXI, carentes en lo más mínimo del quehacer político y diplomático, han mostrado su patología represora y la falta de ética diplomática. Tal situación se ha expresado en el caso ecuatoriano cuando el mandatario Daniel Noboa, ordenó la violación de la embajada de los Estados Unidos Mexicanos, con el propósito de apresar al exvicepresidente Jorge Glas Espinel. Recurriendo a una fragante violación de los derechos humanos.  Ese destacado político ecuatoriano al buscar asilo diplomático en la Embajada mexicana, y al recibir asilo, fueron violentados sus derechos humanos al ser secuestrado en la misma sede diplomática mexicana por fuerzas represoras ecuatorianas. Con ese acto también se violentó brutalmente el derecho de asilo y por ende se faltó al respeto a la integridad y a la soberanía mexicana en su sede diplomática.

Por esa situación se generó el rompimiento de los vínculos diplomáticos entre la administración del presidente Daniel Noboa y el gobierno del entonces mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Especialmente cuando la embajada mexicana en Quito fue brutalmente violentada por efectivos del gobierno ecuatoriano cuando irrumpieron en esa embajada mexicana para detener y llevarse preso al exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas Espinel. Incluso los diplomáticos mexicanos fueron víctimas de dicho ultraje por efectivos ordenados por el gobierno de esa nación sudamericana.

Un nuevo episodio con características semejantes se puede desarrollar ahora en el caso de la sede diplomática mexicana en Lima, Perú. Precisamente cuando la embajada de México ha dado refugio a la ex primera ministra peruana Betssy   Chávez. Especialmente cuando el actual mandatario de facto de esa nación hermana, ha mencionado que podría irrumpir en la sede de la representación mexicana en la capital peruana. Es decir, podría replicarse tal situación, tal como el que aconteció en Quito y con ello violentar nuevamente el respeto a los derechos humanos y a la inmunidad diplomática.

En ese orden de cosas, lo que resalta es que en esos dos episodios diplomáticos entre el gobierno de México y sus pares de Ecuador y Perú, nos mostrarían que estos dos últimos gobiernos de Daniel Noboa y José Jerí, han resultado peores que las más cruentas dictaduras militares que gobernaron esos dos países sudamericanos.

Hecho que también pone en evidencia la debilidad de la diplomacia ecuatoriana y peruana, cuando sus respectivos gobiernos se orientan más por su salvajismo político, carente de toda norma diplomática y del respeto al derecho internacional. Lo que también en el escenario latinoamericano y mundial, muestra que la actitud del gobierno mexicano, precisamente el que preside Claudia Sheinbaum Pardo, ha sido mucho más consecuente con su respeto a la política de asilo y protección a los derechos humanos. Los cuales sin duda debe otorgársele a todo perseguido y refugiado político.  Tema que también ha sido necesario para el deslinde diplomático, que al decir del mismo mandatario colombiano, Gustavo Petro, consecuente con la necesaria solidaridad latinoamericana y en defensa de la verdadera justicia internacional, ha manifestado su respaldo a México al afirmar: “Si Perú agrede la embajada de México, Colombia retira su embajada”.

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