Día Internacional de las Mujeres Africanas: Recuperando Nuestra Dignidad (31/07/62)

Hoy, 31 de julio, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Africana. Esta fecha nos convoca a reconocernos mutuamente, tanto a quienes vivimos en la diáspora como a quienes permanecen en África. Además, asumimos el arduo y vital trabajo de tejer estrategias de vida digna que nos brinden esperanza para nuestro futuro y, sobre todo, para el de nuestras hijas e hijos.

No podemos hablar de dignidad sin pensar en términos geoestratégicos. Por esa razón, plantearemos siempre el contexto del racismo y la discriminación. Tampoco podemos permitirnos olvidar las guerras y los genocidios que se libran en el mundo, ya que atentan contra la humanidad en su conjunto. Es crucial recordar siempre a Palestina, Sudán, Etiopía o la República Democrática del Congo, entre otros.

Nuestra presencia debe hacerse sentir en todos los ámbitos. Este fue el firme compromiso que se gestó y batalló en la Conferencia de Mujeres Africanas en Dar es-Salam, Tanzania, en 1962. Décadas después, seguimos confrontando al sistema de poder blanco en nuestra incansable lucha por la liberación, el desarrollo y la igualdad, tanto en el continente como fuera de él. Conmemoramos esta lucha por los importantes logros que hemos liderado en múltiples esferas, pero somos conscientes de que aún tenemos un largo camino por recorrer. Nuestra resistencia sigue marcando el rumbo.

Somos conscientes de las batallas que debemos librar en todas partes por la vida. Por esa razón, estamos obligadas a mantener una narrativa de arraigo en los lugares de permanencia, ya que no podemos olvidar nuestras raíces africanas y nuestra historia. De la misma manera, no vamos a darle tregua al sistema colonial porque queremos erradicar estas opresiones y reconocemos el trabajo que estamos desarrollando en torno a la complicidad anticolonial con el territorio que habitamos.

Esta fecha nos invita a reflexionar sobre las luchas que emprendieron quienes nos abrieron el camino hacia nuestro desarrollo y bienestar. Nuestras ancestras se posicionaron para que los golpes que nos asesta el «sistema racista» nos llegaran amortiguados. Hemos aprendido, a lo largo del tiempo, que no hay feminismo sin antirracismo, y seguimos trazando estrategias en defensa de nuestra humanidad, que ha sido puesta en duda y relegada históricamente a un segundo plano.

Es fundamental celebrarnos como mujeres africanas y reconocer la profundidad y el largo alcance de nuestras luchas. Somos conscientes de las barreras que debemos sortear, impuestas por estructuras de poder que nos niegan como seres humanos. Y también sabemos que nuestras resistencias vienen de lejos, pues la conformación de las economías liberales no nos dieron tregua en nuestros países de origen, debido a un sistema extractivista que persiste en borrar nuestras memorias del mundo.

La realidad colonial que deformó nuestros universos es la razón que debe mantenernos activas y despiertas en un mundo que no deja de ensayar estrategias de muerte sobre nuestros cuerpos desde las fronteras. Este sistema machista, racista y extractivista nos impulsa a usar conocimientos ancestrales para defender nuestra presencia en cualquier territorio, sintiéndonos plenamente parte y orgullosas por esas raíces africanas.

Estas tradiciones históricas que arrastramos nos dan fuerzas para sembrar modos de vida en cualquier lugar del mundo, sellando la idea de que la cuna del conocimiento ancestral es África. Por eso, caminaremos siempre con el corazón y los pies de nuestro continente. Somos, pues, conscientes de que nuestra existencia como mujeres africanas lleva grabada la memoria de antepasados que Occidente ha pretendido borrar a lo largo de los siglos, pues la verdadera razón de las luchas feministas se alberga en la genealogía de un pensamiento que comenzó en África. Por lo tanto, compartimos ideales comunes, pero nuestras particularidades están impregnadas por la búsqueda de nuestras raíces históricas, tanto antes como después del proceso de borramiento colonial que hoy en día sigue marcando nuestras vidas.

Es imperativo reparar el mundo de la cultura patriarcal occidentalizada. Nuestras acciones de lucha son un compromiso inquebrantable por la igualdad de género y la protección de la vida. Estas luchas deben entenderse desde un feminismo que tenga en cuenta las distintas realidades de las mujeres de otras latitudes. Por ello, planteamos la firme idea de crear conceptos y definiciones alternativas que representen nuestros universos, en los que incluimos el concepto de familia extensa.

En momentos de externalización de las fronteras de la vida, atracamos nuestro barco en cualquier puerto y en cualquier lugar convertido en un espacio de vida que ve crecer a nuestras hijas e hijos. Por eso, debemos dar todas las batallas para mantener nuestra dignidad y nuestro lugar en este y en otros territorios, por lo que nada tenemos que temer, ya que estamos abonando las raíces que hacen posible la convivencia entre todos. Nuestro proceso migratorio nos marcará siempre, pero migrar no significa dejar de contar; significa aprender a narrar desde otro lugar. Debemos incidir en todas las luchas para tener presencia en los lugares de toma de decisión y de poder, porque es ahí donde se libran las batallas esenciales sobre nuestras propias vidas.

¡Que vivan las luchas de las mujeres africanas en la diáspora!

Rita Bosaho

Activista afrofeminista y defensora de DDHH.
Primera diputada negra en el parlamento español y Ex-Directora General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial en el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *