Cómo el RSF respaldado por los Emiratos Árabes Unidos saqueó el Museo Nacional de Sudán.
El Museo Nacional de Sudán albergaba algunas de las colecciones de artefactos más importantes de África, que abarca miles de años de historia, desde la época del Paleolítico, a través del antiguo Reino de Kush, hasta los períodos cristianos e islámicos medievales. Cada artefacto dentro del museo era un vínculo tangible con el pasado rico de Sudán, representando civilizaciones que desempeñaban un papel vital en la configuración del Valle del Nilo. Los tesoros del museo no eran sólo relitrazas del arte y la historia, sino piezas críticas de la identidad nacional de Sudán.
Una de las colecciones más valiosas del museo provenía del Reino de Kush, una antigua civilización que prosperó a lo largo del Nilo desde alrededor de 2500 a.C. hasta 350 d.C. El período temprano de Kush, a menudo conocido como el período pre-Meroítico, es conocido por su poderosa cultura militar y rica, y sus gobernantes, los famoso faraón negro de la dinastía 25 de Egipto, dejaron un legado duradero. La colección de museos incluía estatuas de granito de estos faraizos, notables por su artesanía detallada y su imponente presencia. Las estatuas eran sólo una parte de una colección más amplia que también incluía la metalurgia avanzada de Kushites, como joyas de oro, armas y herramientas, destacando su experiencia en metalurgia.
Igualmente significativa fue la colección de museos del período misoítico del Reino de Kush, que duró de alrededor de 800 a.C. a 350 CE. Mero, la capital de esta fase posterior, era famosa por su arte distintivo y arquitectura. El museo albergaba numerosos artefactos de esta época, incluyendo cerámica intrinadamente decorada, objetos funerarios y las famosas estelasitic inscritas con un guión que permanece parcialmente incuesto hasta el día de hoy. Estos artefactos proporcionan una ventana a una civilización que continúa intrigando a historiadores y arqueólogos.
Mientras Sudán pasaba a la era medieval, los reinos cristianos de Nubia, incluyendo Makuria y Alodia, florecieron entre los siglos VI y 15. El Museo Nacional del Sudán tenía una notable colección de este período, en particular los frescos de la catedral de Faras. Estos frescos, que datan de los siglos VIII al XIV, fueron algunos de los mejores ejemplos del arte cristiano africano medieval, que representaron escenas bíblicas, santos y figuras reales de la sociedad nubia. La pérdida de estos frescos es un golpe devastador para nuestra comprensión de la vida cultural y religiosa en Nubia medieval.
La colección del museo también reflejo el cambio en el paisaje religioso y cultural del país con el auge del Islam en el siglo XV. Los artefactos de este período incluían Corán exquisitamente iluminados, algunos de los cuales databan de los primeros siglos del Islam en Sudán. Estos manuscritos no sólo eran textos religiosos, sino también obras maestras de caligrafía y diseño, demostrando el intrincado arte de la cultura islámica sudanesa.
El saqueo del Museo Nacional del Sudán no es sólo una tragedia para Sudán, sino una pérdida mundial. Los artefactos robados del museo ya han comenzado a aparecer en mercados negros, vendidos a través de plataformas como eBay y Facebook. Estos artículos, una vez alojados en una institución pública para que todos los aprecien y aprenden, ahora están siendo traspasados al mejor postor, a menudo con poca consideración por su valor histórico o las historias que cuentan sobre las personas y civilizaciones que los crearon. La venta en el mercado negro de estos tesoros representa el borrado del patrimonio cultural de Sudán.
Cada estatua robada, manuscrito o fresco es una pieza de puzzle en la larga e intrinada historia de Sudán. La destrucción y el robo de artefactos como las estatuas de los faraones negros o los frescos cristianos de Faras dejan huecos en la historia del pasado de Sudán que nunca se llenó, lo que significa que las generaciones futuras tendrán una imagen incompleta de las poderosas civilizaciones que alguna vez gobernaron el Valle del Nilo. Estos artefactos conectaban al pueblo sudanés con sus antepasados, y sin ellos, se pierde una parte crítica de la identidad de Sudán.
Es urgente una acción internacional para detener el flujo de bienes culturales robados. Sin intervención, el patrimonio de Sudán seguirá siendo subastado a coleccionistas privados, escondidos en colecciones personales y separados para siempre del ojo público. El saqueo de estos tesoros es una pérdida irreversible, no sólo para Sudán sino para el mundo.