Desde estas aguas: duelo y memoria negra en Gran Canaria

Una de las cosas que aporta estar en duelo, es tener una perspectiva de la otra vida. Las prioridades se reorganizan, las ausencias pesan más, los silencios hacen más ruido, la risa compartida adquiere un valor incalculable y el cotidiano se vuelve motivo de agradecimiento constante.

Ser consciente de todo lo que ha pasado para que tú estés aquí. Aún. Porque no se esperaba que sobreviviéramos. Recuerdo a Audre Lorde.

Pasa que cuando ves la muerte cerca, sabes que existe, por muy obvio que suene y que su impacto es real, en la carne y en el espíritu. No puedes volver a hablar de ella de una forma superficial, banal, sin trascendencia.

El diecisiete de mayo de dos mil veinticinco Abdoulie Bah abandonó su cuerpo físico y pasó a formar parte del panteón de nuestros ancestros. Además lo hizo de una forma trágica e injusta. Cuando Abdoulie Bah muere, también morimos un poco las demás, como decían sus hermanos.

Recuerdo ser consciente de la noticia. Buscar un nombre, quién le conocía, dónde estaba ahora. La cascada de informaciones a medias. Lágrimas negras comenzaron a caer de los ojos de mis hermanas. Nuestros corazones se arrugaron. Nuestros sistemas nerviosos, en alerta, de nuevo.

La comunidad negra de Gran Canaria no organizó una concentración. Organizamos un velatorio. Un crudo, doloroso, digno y bello velatorio. Y esto no se trata de un forzado ejercicio de romantización. La crudeza de la vida convive con la belleza, con la dignidad, con el amor y el dolor. Hay para quienes esto haya sido insuficiente. Creo que logramos hacer algo: que nuestras muertes no sean silenciosas. Que sean lloradas y acompañadas, que sean visibles. Que nuestros muertos sean invocados y dignificados. Y lo hicimos de la forma que las comunidades negras sabemos hacerlo: poniendo el cuerpo, el espíritu, rezando y en familia.

Esta muerte, junto con las otras muertes literales y simbólicas del pueblo negro en este territorio y estas aguas, forma parte de nuestra memoria viva. Hay quien teme nuestras acciones porque conocen la magnitud de nuestro dolor. Nos atribuyen formas que no son nuestras sino suyas. Nuestra historia nos respalda: allá donde se alza la dignidad negra, la dignidad se alza para todas. Continuaremos honrando, con el corazón abierto, porque somos parte de algo más grande. Una forma de amor que insiste: las vidas negras importan.


Melinda Decker

Activista antirracista, sanitaria y facilitadora de espacios comunitarios negros. Mi trabajo se sitúa en la intersección salud, justicia racial y de género y memoria colectiva desde una perspectiva profundamente situada en el territorio canario. Vocal de la Asociación Mujeres Afro (en) Canarias y miembro de PERSA-Plataforma por la Equidad Racial en Salud.


 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *