Danilo Albin Público
Diana, aseo y bandera. Así comenzó cada una de las jornadas del campamento infantil y juvenil de la Guardia Real, celebrado del 21 de junio al 2 de julio en un albergue de Onís (Asturias). El Ministerio de Defensa pagó 26.000 euros a una empresa de tiempo libre para que organizara el evento, bajo la expresa obligación de ajustarse a los valores de las Fuerzas Armadas en cada una de las actividades.
«Nos vamos durante 12 días fuera de casa, a un paraje de montaña, en el que el clima y las condiciones poco o nada tienen que ver con la ciudad», señala el dossier de Club3C, una empresa localizada en Tres Cantos que se hizo con el contrato de la Jefatura de Administración Económica del Cuarto Militar de Casa Real, dependiente de la Secretaría de Estado de Defensa.
Según consta en el pliego del contrato, el campamento se enmarcaba en las «acciones de conciliación laboral y familiar que, con un sentido educativo y recreativo, irán destinadas a los hijos del personal destinado en la Casa de S. M. el Rey – Guardia Real y otro personal del Ministerio de Defensa».
El documento establecía que el campamento tendría un total de 50 plazas destinadas a niños de entre 10 y 16 años, que se dividirían en dos grupos. La actividad tendría lugar en el albergue «Linde Bobia», un complejo de 15.000 metros cuadrados situado en Bobia de Abajo (Onís, Asturias), «reservado y proporcionado por la Guardia Real a la empresa adjudicataria».
El Ministerio de Defensa dejaba claro en el pliego que «las actividades y el desarrollo general del campamento respetarán en todo momento el ideario propio de la Guardia Real y de las Fuerzas Armadas en general».
Asimismo, se establecía que «los participantes disfrutarán de alojamiento y pensión completa (desayuno, tentempié, comida, merienda y cena), desde el inicio de la actividad (salida en autobús desde El Pardo) hasta la finalización de la misma (regreso en autobús a El Pardo)».
La Guardia Real se reservaba el derecho de «visitar y presenciar las instalaciones y las actividades en cualquier momento y cuantas veces estime oportuno», para lo cual preveía nombrar un «supervisor» que se encargaría de velar «por el cumplimiento y la calidad de los servicios contratados».
«Conversaciones inadecuadas»
La inscripción tenía un coste de 300 euros por niño. A lo largo de los 12 días de campamento, la empresa se comprometía a ofrecer una serie de actividades recreativas, entre las que incluía el descenso del Sella.
Los organizadores incluyeron en el dossier una serie de normas de conducta que debían seguir los asistentes y describían las sanciones que se impondrían en caso de incumplirlas. De esta manera, se advertía que no se toleraría «ningún tipo de violencia, tanto física como verbal», lo que incluía «bromas pesadas», «vocabulario indecente» o «conversaciones inadecuadas».
La empresa organizadora del campamento de la Guardia Real establecía además que quedaba «totalmente prohibido el consumo de alcohol y de otras drogas, así como el consumo de cigarrillos durante la realización del campamento». «Esto será motivo de expulsión directa», advertían.
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