Declaración de Iván Márquez, Comandante de la 2ª Marquetalia/Ejercito Bolivariano – 27/06/24

El Sudamericano

Farc.Ep.net

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Señor Yván Gil, Canciller de la República Bolivariana de Venezuela Señor Otty Patiño, Consejero Comisionado de Paz del Gobierno Nacional. Señores y Señoras integrantes de la Delegación de Paz del Gobierno Nacional Señores Representantes de los Países Garantes Señores Representantes de las Instituciones Acompañantes

Compañeros y Vocero civil de la Delegación de Paz de la Segunda Marquetalia-Ejército Bolivariano. Señoras y señores:

Permítanme iniciar esta intervención aludiendo a la efeméride del 24 de junio de 1821, en la que, el ejército libertador comandado por el General, Simón Bolívar, pusiera fin a más de 300 años de opresión colonial al derrotar en el campo de Carabobo a las tropas realistas españolas.

Un día después de la histórica batalla, desde Valencia, el Libertador encabezó su parte militar al Congreso con las siguientes palabras:«Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia» Más adelante precisó: «El Ejército Libertador tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más qué una quinta parte de él ha decidido la batalla».

Hoy desde Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, rendimos un homenaje salido del corazón a los combatientes libertadores caídos, entre los que se destacan el comandante de la segunda División, General Cedeño, el comandante de la Tercera División, Coronel Ambrosio Plaza, el heroico Pedro Felipe Camejo el Negro Primero, al comandante irlandés Ferriar… “Nuestra pérdida no es sino dolorosa –se lee en el parte militar– apenas 200 muertos y heridos”.

Fue un gran honor para Venezuela y la Nueva Granada que, COLOMBIA, como categoría hermanadora de pueblos, naciera en un campo de combate por la independencia y libertad.

Tres años antes, había expresado el Libertador que, “La reunión de la Nueva Granada y Venezuela es el objeto único que me he propuesto desde mis primeras armas: es el voto de los ciudadanos de ambos países, y es la garantía de la libertad de América del Sur”.

Nunca debemos olvidar que la actual Colombia (antes Nueva Granada) y Venezuela, son en realidad dos naciones hermanas, hijas del padre Bolívar que, desde que empezaron a luchar juntas desataron la independencia y la libertad de todo un continente al plantar la bandera de la victoria contra el colonialismo en Boyacá, Carabobo, y en las alturas de Pichincha y Ayacucho. Colombia y Venezuela deben ser como mar y ola, una sola.

Señores y señoras: en nombre de la Dirección Nacional de la Segunda Marquetalia-Ejército Bolivariano, reciban nuestro saludo con los más profundos anhelos de paz.

Han transcurrido casi cinco años desde el lanzamiento de esta nueva insurgencia en respuesta al incumplimiento y la traición del Estado al Acuerdo de paz de La Habana, y al entrampamiento judicial al genial vocero guerrillero en la mesa, Jesús Santrich; entrampamiento que tuvo la pretensión de extenderse a otros compañeros, así como el operativo militar puesto en marcha por el batallón “la Diosa del Chairá” para asesinarnos a Oscar Montero El Paisa y a mí, cuando nos encontrábamos en El Pato, región histórica de la resistencia armada a la opresión del Estado. Consideramos, además, en medio de esas circunstancias, que nada se quería hacer por avanzar en la superación de las causas históricas del conflicto y que era válido ejercer una vez más el derecho a la rebelión contra el orden social vigente.

Como guerrilleros y guerrilleras que incorporamos en nuestras vidas el legado del legendario Manuel Marulanda Vélez, aprendimos que, siempre es preciso persistir en la lucha por la paz con democracia verdadera, justicia social y soberanía patria. Se trata de una causa noble, con la que se puede estar o no de acuerdo, pero a la que no renunciamos ni renunciaremos. En estos años hemos tenido bajas sensibles como las de Santrich, El Paisa Oscar, Romaña, Iván Merchán, y de otras y otros combatientes de nuestra fuerza. A ellas y ellos les rendimos honores. Sin duda estarían con nosotros, acompañándonos en este nuevo empeño que persigue la paz para Colombia como el más elevado de todos los derechos.

Hoy queremos manifestar que la Segunda Marquetalia-Ejército Bolivariano, bajo mi mando y su dirección colectiva, tiene toda la disposición de contribuir al logro común de la paz para Colombia, el cual inscribimos dentro de los propósitos más generales del cambio político, económico, social, cultural y ambiental que exige el momento histórico que vive nuestro país.

Comprendemos perfectamente que nos encontramos en unas circunstancias en que se pueden definir la trayectoria presente y futura del orden social, así como las condiciones de vida y existencia de esta y de las próximas generaciones.

Sabemos muy bien que el país se debate entre fuerzas políticas, económicas y sociales que se niegan de manera obtusa y por todos los medios posibles a ceder a la reforma y redefinición de su régimen histórico de privilegios, por una parte; y por la otra, fuerzas diversas y heterogéneas, dentro de las cuales se encuentran sectores sociales y populares, que propugnan por la democracia real, la erradicación de la escandalosa desigualdad social, el hambre y la pobreza y la superación sustantiva del modelo económico neoliberal.

Entendemos a plenitud que el destino de nuestro país está inmerso dentro de la disputa por un nuevo orden mundial multipolar, que se contraponga a las pretensiones de perpetuación de la hegemonía imperial de los Estados Unidos, y la lucha global y continental contra las constantes amenazas de la ultraderecha y el fascismo en sus versiones contemporáneas. La aurora boreal de la multipolaridad que destella desde oriente anuncia el respeto a la ley internacional, la libre autodeterminación de los pueblos, el fin de las sanciones coercitivas y de los bloqueos económicos, comerciales y financieros; viene también con el respeto a los Estados soberanos y el restablecimiento de relaciones comerciales de mutuo beneficio para las naciones.

Representamos un contingente alineado con los propósitos del cambio, siempre y cuando éste no sea cosmético y no se reduzca simplemente a una renovación del régimen de dominación y explotación que impera en Colombia.

En las condiciones actuales estamos del lado de quienes buscan dotar con contenidos sociales y populares los procesos de reforma democrática. Nos inscribimos dentro de la continuidad de la rebeldía social expresada magistralmente en esos meses históricos de lucha y explosión social de 2021.

Hacemos parte de quienes consideran que es hora de llenar de “primeras líneas” todo el territorio nacional, pues las aspiraciones de las inmensas multitudes no se han resuelto todavía; y es hora de desplegar a plenitud todas las posibilidades de producción de poder social desde abajo.

Consideramos que en la actual coyuntura es preciso insistir en lo que puede unificar, más que profundizar en las diferencias. Desde esa perspectiva analizamos el Gobierno del presidente Gustavo Petro, al que le reconocemos esfuerzos honestos por generar cambios básicos, en medio de una encarnizada oposición nunca vista en la historia política del país, cuyo proyecto político se reduce al fracaso de todo propósito del gobierno progresista o, a lo sumo, a imponer reformas gatopardistas que buscan cambiar todo, para que nada cambie.

Particular significado merece la política gubernamental de “paz total”, concebida como respuesta a los nuevos y viejos rasgos de la violencia y el conflicto armado, luego del incumplimiento del Acuerdo de paz de La Habana. No queremos discutir la argumentación y conceptualización cuestionable de tal política; sólo destacamos el significado de pretender abordar el problema de conjunto.

El tiempo histórico ha demostrado que la estrategia del Gobierno de Juan Manuel Santos de negociar con las FARC-EP y relegar a un segundo plano el proceso con la hermana guerrilla del ELN, fue un desacierto. Por otra parte, abogados de organizaciones narcotraficantes y de naturaleza paramilitar fueron hasta a La Habana a manifestar su decisión de acogimiento a la justicia. Esas gestiones no fructificaron. Desconocemos las razones del gobierno para no tenerlas en cuenta.

El Gobierno de Iván Duque recibió un país con un acuerdo firmado con las extintas FARC-EP y un proceso de paz en curso con el ELN, y entregó otro, con la violencia y la confrontación armada exacerbadas.

Así es que proponerle al país una salida que conjugue la solución política a la rebeldía con el sometimiento de organizaciones criminales, es acertado.

Es una premisa que el proceso de paz no se conciba en términos exclusivos del desarme guerrillero, mediante una estrategia de “asfixia democrática progresista” a la rebelión; como otra modalidad de “quitarle el agua al pez”, sin cambios ni reformas que dignifiquen la vida humana. Venimos con la idea de un proceso de paz a construir desde los territorios, con sus habitantes, sus comunidades y procesos organizativos, pero articulado al mismo tiempo con soluciones a la problemática nacional.

Consideramos que es preciso empeñar todos los esfuerzos para explorar creativamente todas las opciones posibles para el logro del propósito común de conducir al país por el camino de la construcción de la paz para Colombia. Esperamos encontrarnos en ese camino con la organización hermana del ELN, cuyo proceso nos merece atención y respeto. Asimismo, lo queremos transitar con todas las fuerzas sociales y sectores políticos del país, especialmente con aquellos del campo popular, la clase trabajadora, el campesinado, los pueblos étnicos, las mujeres y las y los jóvenes, con la gente del común.

En ese marco, valoramos y queremos hacer parte de la búsqueda y logro de un Gran Acuerdo Político Nacional sobre los asuntos fundamentales requeridos para llevar a cabo los cambios que demanda la sociedad colombiana, sustentado en el poder del pueblo soberano. La construcción de un gran acuerdo político nacional quedó como una más de las disposiciones incumplidas del Acuerdo de paz del 2016; se encuentra formulada en la Nueva Agenda de Diálogos pactada con el ELN el 10 de marzo de 2023 en Ciudad de México; hace parte de la propuesta de agenda de nuestra guerrilla. Y ha sido propuesta a la opinión pública por el presidente Gustavo Petro, con sus propios matices.

Somos conscientes de las resistencias de sectores de la sociedad frente a ese propósito. A ellos lo llamamos a pensar con grandeza las condiciones de oportunidad para resolver los graves problemas que aquejan al conjunto de la organización social, incluyendo la superación definitiva de la violencia y la confrontación armada, para lo cual es preciso habilitar y propiciar las condiciones que sean necesarias. En otros momentos de la historia, se ha optado por trascender los marcos normativos existentes. Así se evidenció en el acuerdo bipartidista que originó el Frente Nacional; así se apreció en el proceso que condujo a la constituyente de 1991.

En nuestra visión, coincidimos con quienes consideran que es momento de impulsar procesos y dinámicas constituyentes que generen condiciones de posibilidad para una redefinición de las normas y reglas que rigen el conjunto de la organización social.

Sabemos que el logro de la paz es también nuestra contribución a la paz y la soberanía de la región nuestramericana y bolivariana.

A los Gobiernos de los Países Garantes, de la República de Cuba, del Reino de Noruega y de la República Bolivariana de Venezuela, a las instituciones acompañantes, la Representación Especial del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, y la Conferencia Episcopal colombiana, nuestro reconocimiento y agradecimiento por ofrecer su confianza en este proceso que hoy inicia.

Al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, a su Presidente Nicolás Maduro Moros, nuestro reconocimiento y gratitud perpetua por haber brindado el territorio de la patria de Bolívar y las condiciones para la realización de este acto de instalación de la Mesa de Diálogos de Paz.

No puedo concluir esta intervención sin expresar el dolor de humanidad que sienten en su corazón los pueblos del mundo por el genocidio que ejecuta la entidad sionista israelí contra el pueblo palestino bajo la mirada complaciente y criminal de la Casa Blanca.

Tu dolor, Palestina, por tus más de 37 mil muertos (siendo esta cifra luctuosa las dos terceras partes niños y mujeres) y sus 78 mil heridos, es también nuestro dolor, Palestina. Llega hasta mí, como en un tropel de recuerdos la imagen diáfana de Jesús Santrich con su jata al cuello expresando su solidaridad con el pueblo palestino.

Desde su atalaya del Perijá, bajo los relámpagos fulgurantes y perennes del Catatumbo, Santrich se percata que la Sierra Nevada es de hielo y es de soI y es insurgencia que besa las estrellas, al tiempo que reivindica al palestino que levanta trincheras con escombros…

Iván Márquez
Comandante Segunda Marquetalia – Ejército Bolivariano

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