Fuente: https://www.afribuku.com/moussa-konate-literatura-africa/ 15/02/24
El gran Moussa Konaté falleció el pasado mes de noviembre [2013]. Escritor, editor y promotor literario, siempre dedicó un lugar destacado a la literatura infantil, tanto como autor como director de colecciones, como nos demuestra el catálogo de su editorial, Le Figuier. Ha creado libros ilustrados de cuentos en lenguas de Mali y, entre otras, colecciones documentales emblemáticas como Métiers d’Afrique y Voyage jeunesse, que dan testigo de los diversos oficios tradicionales y lo más destacado de la cultura maliense. Su exigencia con la calidad en la documentación, la ilustración y la producción de los libros iba de la mano de una preocupación por permanecer lo más cerca posible de los niños… Raphaël Thierry recorre con sensibilidad la trayectoria de este hombre íntimamente ligado a la literatura, figura capital de la literatura infantil africana.
[Artículo publicado el 7 de abril de 2014]
Autor: Raphaël Thierry*
Se nos ha ido Moussa Konaté. El 30 de noviembre de 2013, el mundo de la literatura africana se sintió de repente un poco más solo, un poco más vacío, quizá un poco más perdido. La muerte fácil no existe, pero hay despedidas que ocurren sin un adiós. Y eso es lo más difícil. La muerte de Moussa Konaté, escritor, editor y director de festivales maliense, no la vimos venir. Y de repente nos encontramos sin él, discreto pero presente durante tanto tiempo.
Algunas partidas son más duras que otras porque se producen sin un «adiós», pero algunas dejan también un premio de consolación, alivian la pena, suavizan lo definitivo, hacen que el vacío sea un poco menos inmenso. Porque Moussa Konaté deja tras de sí una vida, y esa vida fue hermosa, rica, llena de compromiso y de proyectos valientes. Porque nos ha dejado un gran legado, y porque a veces es necesario tomarse un tiempo para dar un paso atrás, hemos optado, unos meses después de su repentina muerte, por evocar algunos de los momentos más destacados de su vida. Sólo algunas cosas. Hay tanto que decir, tanto que escribir, y en el fondo apenas le conocimos a través de su obra.
Puede que haya despedidas que pasen sin un «adiós», pero también hay recuerdos bonitos. Positivos. La vida de Moussa Konaté, el novelista maliense, gira en torno a varias historias. En primer lugar, la del niño, un malinké nacido en Kita, en la región de Kayes, en 1951. Durante la colonización francesa, se estableció en su pueblo una misión católica. Albergaba una biblioteca con tebeos. Moussa Konaté descubrió el placer de la lectura gracias a los álbumes de Tintín. Fue sólo el principio. «Tuve la increíble suerte de crecer en una casa con biblioteca familiar. De niño, leía libros pero era demasiado pequeño para entenderlos», cuenta (1). Según confiesa, vivía entre «dos mundos al mismo tiempo: el mundo occidental francés [el de los libros] y el mundo africano [su vida cotidiana]» (2). La educación que recibió en los años sesenta también le enseñó latín, griego y literatura occidental «clásica». Dostoievski era uno de sus autores favoritos. La literatura llamada «negra» —la ficción policíaca— era despreciada en aquella época, y las investigaciones del inspector Habib y del inspector Sosso, que le darían a Moussa Konaté un gran éxito internacional, quedaban lejos aún.
Un espacio democrático para la expresión
En aquel momento, como estudiante, obtiene el bachillerato en 1970 y se licencia en la École Normale Supérieure de Bamako. Profesor de francés, Moussa Konaté ya escribe desde hacía muchos años. Sigue en la sombra. Reconoce que estuvo a punto de no presentarse a los exámenes por falta de tiempo para escribir el texto que se convertiría en su primera novela, Le Prix de l’âme (El precio del alma), publicada en 1981 por Présence Africaine. Le siguieron una docena de títulos -la mayoría publicados en Francia- escritos enérgica y pasionalmente. Entre ellos, Une Aube incertaine (Un alba incierta, 1985), Fils du Chaos (Hijo del caos, 1986), Chronique d’une journée de répression (Crónica de una jornada de reflexión, 1988), Les Saisons (Las estaciones, 1990), Mali: ils ont assassiné l’espoir (Mali: han asesinado la esperanza, 1991), Un appel de nuit (Una llamada nocturna, 1991). En todas estas novelas, ensayos y obras de teatro, la realidad está omnipresente. Moussa Konaté habla de su mundo, de sus dificultades, de su dolor, de su violencia. «Escribir es atreverse a criticar», afirma (3). Aún no ha salido a la luz, pero poco a poco se va abriendo camino como escritor. Con calma. Con decisión.
La escritura debe participar en la creación de un espacio democrático para la palabra.
Fue sobre todo tras la muerte de sus «padres», Massa Makan Diabaté (1988), Amadou Hampaté Bâ e Ibrahim Ly (1991), cuando Konaté se convirtió en uno de los máximos exponentes de la literatura maliense. El sol salió entonces para una nueva generación de escritores africanos: Alain Mabanckou, Nimrod, Jean-Luc Raharimanana, Véronique Tadjo… También fue un periodo de transición para Mali: el país estaba cambiando y la situación política y cultural evolucionaba rápidamente. En 1988, Alpha Oumar Konaré fundó Jamana (vástago de la revista del mismo nombre), la primera editorial privada de Mali. Moussa Konaté se convirtió en su asesor literario. Más allá de sus primeras obras, su compromiso creció y floreció en el terreno fértil de una época políticamente turbulenta, en la que la esperanza estaba permitida. Pues hay tanto que decir, hacer y escribir, que para él, «la escritura debe [por tanto] participar en la creación de un espacio democrático para la palabra» (4). Así pues, con gran coherencia (aunque esta elección confundiera a muchos en su momento), a mediados de los años ochenta, tras una década como docente, abandonó la función pública para dedicarse exclusivamente a su carrera literaria. Mali seguía cambiando. La situación cultural cambiaba radicalmente. Luego llegó la era de Konaré como Presidente (1992). Sopló un viento de democracia en todo el país y las bibliotecas florecieron gracias a un vasto proyecto público de fomento de la lectura. Con este telón de fondo se fundó Editions Donniya en 1996, y Moussa Konaté hizo lo propio, lanzando Editions Le Figuier en 1997. Fue un punto de inflexión tanto para él como para la el sector de la edición en su país.
El árbol de papel
Le Figuier es ante todo un sueño de infancia a la sombra de un árbol de papel. Al entrar en el mundo editorial, Moussa Konaté recuerda sus primeras lecturas de Tintín, el mundo de imágenes y colores que desató su imaginación. Su primer objetivo es ofrecer a otros niños la misma oportunidad, dándoles acceso a ese mágico mundo imaginario. La editorial publicará principalmente libros para jóvenes. Nos llama la atención la historia del primer título, La Longue marche des animaux assoiffés (El largo camino de los animales sedientos, 1997, coeditado con la ciudad de Angers), «una fábula en la que la sequía se abate sobre el mundo de los animales. Su única esperanza es llegar al río Manyatoula. Pero el camino es largo y muchos se dan por vencidos; agotados, instan a los demás a seguir su camino» (5). Sigue otro título: Comment le lièvre sauva les chèvres (Cómo salvó la liebre a las cabras, 1997) de Yacouba Diarra, un cuento de animales considerado por Christophe Cassiau-Haurie como el primer cómic del país (6).
El equipo de Le Figuier, compuesto por siete personas, trabaja en estrecha colaboración con el Comité Editorial de Bamako para la Literatura Infantil, una asociación creada por Dominique Vallet que organiza talleres de escritura e ilustración de libros infantiles y publica los manuscritos que surgen. Le Figuier también publica obras extraescolares adquiridas por el Estado, que le proporcionan un cierto fondo de maniobra. Los libros se publican tanto en francés como en lenguas malienses (bamanankan o bámbara, fula, soninké, songhai y tamashek) (7), lo que les permite llegar a un público más amplio y, por tanto, reinvertir en nuevos títulos (8). En una entrevista a la revista Vacarme, Moussa Konaté explicaba sus planes y la elección de una política editorial centrada en los jóvenes: «No creo que el mercado de la literatura para adultos sea muy grande por el momento. Pero el mercado de la literatura infantil va a ser cada vez más importante. Estos jóvenes serán lectores adultos dentro de diez o quince años. El problema es que hay muy pocos libros para niños, a pesar de que existe un rico patrimonio de historias. Me he embarcado en esta aventura por estas dos razones» (9).
Partida, ojos vueltos hacia casa
En 1990, con la compañía de teatro que había creado en Bamako, Moussa Konaté recibió una invitación para el festival de las Francofonías de Limoges. En los años siguientes, sus horizontes literarios se ampliaron y sus obras encontraron un público más amplio. En un contexto económico y editorial a menudo complejo, muchos nuevos escritores africanos recurrieron a la edición francesa para publicar sus obras. Pero Le Figuier había echado sus raíces, y el camino de Moussa Konaté iba a ser muy diferente. El 1 de diciembre de 1997, fue invitado a participar en el programa de televisión «Bouillon de culture spécial Mali», presentado en France 2 por Bernard Pivot. Aunque Robert Ageneau y Henry Tourneux (10) deploraron que Pivot se limitara a preguntas superficiales y a menudo aproximativas, fue sin embargo una oportunidad para Konaté de abordar «el problema de la edición en un país como Mali». Dice que debe la mayor parte de su volumen de negocios a pequeñas obras publicadas en bámbara [quejándose], con razón, del coste de los libros publicados en Francia, que están fuera del alcance del común de los mortales» (11). Emitido en 1998, el programa tuvo una enorme repercusión en Malí. El estatus de Moussa Konaté dentro y fuera de su país cambiaba, pero su objetivo seguía siendo el mismo: eligió «editar en África para llegar al público al que quería llegar. Podemos hablar de un público universal, pero creo que cada uno de nosotros escribe primero para sí mismo y pensando en los que le rodean» (12), explica. Publicó sus siguientes obras con Le Figuier, y a la pregunta de qué podría considerarse autopublicación, responde: «Me vi obligado a autopublicar mis novelas [una decena] porque me di cuenta de que los libros publicados en París eran imposibles de encontrar en Mali […]. Al autoeditarme, consigo producir libros a precios totalmente asequibles para el público maliense» (13). Ese mismo año, la «Librería Africana» organizada por la Cooperación Francesa le permitió participar en la Feria del Libro de París. Comprobó con satisfacción que «la literatura africana interesa no sólo a los universitarios, sino también a un público no especializado». Para él, esto era «la prueba de que las cosas están cambiando» (14). Moussa Konaté se encontraba en un momento crucial de su vida: 1998 fue el año en que publicó Goorgi. Esta novela había sido escrita años antes, cuando había dejado la función pública, durante un periodo político muy difícil. Según sus propias palabras, «entonces sólo podía confiar en la escritura, sabía que me esperaban años muy duros. Goorgi fue mi salvavidas. Me sumergí en mi infancia para olvidar todo lo que ocurría a mi alrededor. Por eso en Goorgi» (15) no hay el menor rastro de angustia ni de reivindicaciones sociales o políticas. Y aunque la situación política ha mejorado y «se perfila un nuevo camino» para la literatura africana, según Goorgi, que ya no se centra únicamente en la protesta, es ahora su trabajo como editor lo que parece pesarle. También buscaba paz interior, una calma más propicia para la escritura y la imaginación… Así que en 1999 regresó a Limoges, una ciudad que ya conocía de su primer viaje allí.
Pero ahora es para vivir allí, para escribir allí, con la mirada puesta en Mali: su país. En una entrevista con Olivia Marsaud, explicó su decisión de marcharse (en lugar de exiliarse): «Cada vez me resultaba más difícil escribir. Elegí vivir entre estos dos países para poder volver a escribir. Las cosas cotidianas me resultarían mucho más fáciles en Mali. Pero es una cuestión de supervivencia, no de supervivencia material, sino de supervivencia de la escritura» (16). Para él, marcharse fue también una oportunidad para reflexionar, para dar un paso atrás. Años más tarde, cuando Mali estaba de nuevo en crisis, se referiría al personaje de Samba Diallo: «En L’Aventure ambigüe (La aventura ambigua), hay que ir hacia los demás para aprender el arte de ganar sin tener razón. En la mentalidad africana, no se puede ganar si se está equivocado. Creo que desde que estoy aquí he encontrado el principio de una respuesta. Ya escriba novelas policíacas, ficción o ensayos, [intento] responder a esta pregunta: ¿por qué África está donde está?” (17).
Invertir en sueños
1999 fue también un punto de inflexión para Le Figuier, a la que ahora dedicaba su tiempo en Mali. Si bien la edición en este país (y más ampliamente en África) encontró un nuevo aliento a finales de los años 90, seguía habiendo muchas dificultades para una pequeña estructura como Le Figuier. Es cierto que optar por la cuatricromía dejaba estrechos márgenes de beneficio y que los técnicos seguían siendo escasos en el país. El precio fluctuante de la materia prima, la insuficiencia del suministro eléctrico y la falta de una red de distribución organizada dentro y fuera del país son otros tantos de los hándicaps para la joven empresa. Y, por supuesto, el poder adquisitivo: Le Figuier no puede permitirse ofrecer libros a los precios que se pagan en Francia (un libro importado equivale a la mitad del salario mínimo maliense). Los libros de Le Figuier se venden a un tercio del precio de los libros franceses (18).
Así que hubo que desarrollar una estrategia. Para ello, Moussa Konaté y su equipo buscaron coediciones con editoriales extranjeras: Édicef (grupo Hachette) en Francia y Hurtubise en Canadá. Era la época de la excelente colección Le Caméléon vert, en la que Le Figuier publicó Quand je serai grand, L’Imagier du Caméléon vert y L’Arbre qui portait des lunettes. Apoyado por la Cooperación Francesa, este proyecto de edición múltiple es fruto de la colaboración entre Édicef y ocho editoriales africanas: Le Figuier (Malí), Clé (Camerún), Le Flamboyant (Benín), Ganndal (Guinea), NEAS (Senegal), NEI (Costa de Marfil), Vizavi (Mauricio) y Hachette-Deschamps (ahora Éditha, Haití).
En la década de 2000, se desarrollaron varias nuevas colecciones para jóvenes, con un alto nivel de acabado (tapa dura, papel satinado, impresión meticulosa), y se confirmó la excelente colaboración entre Moussa Konaté y el ilustrador Aly Zoromé. En 2001 se publicaron los primeros títulos de la notable colección de libros documentales Métiers d’Afrique. Como señalaba la editorial, «no se suele hablar de la vida cotidiana. El objetivo es mostrar cómo millones de hombres y mujeres del continente negro luchan por llevar una vida honrada y decente mediante el trabajo. El principal objetivo de esta colección es que las nuevas generaciones sepan que en África también hay hombres y mujeres con talento y técnicas milenarias que han demostrado su valía». Bien documentada y ampliamente ilustrada por Aly Zoromé, la colección consta de siete títulos: La Teinturière y Le Tisserand (2001), La Fileuse, La Potière y La Savonnière (2003), Le Forgeron y Les Mineurs du désert (2005).
A ésta le siguió en 2006 la colección Voyage Jeunesse, que presenta ciudades y lugares de Malí inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El objetivo es «mostrar que todos los pueblos tienen sus propias culturas y civilizaciones». Estas ciudades «se presentan a través de su historia, su población, su cultura, su arquitectura, en resumen, todo lo que las hace originales. Es una manera de que los niños conozcan el mundo y se den cuenta de que las personas son iguales, a pesar de sus diferentes colores y costumbres». Estos libros (Tombuctú, Djenné, El País Dogón) están profusamente ilustrados por Aly Zoromé.
También recordamos la colección Kunkurunni, compuesta por álbumes de ficción basados en conceptos sencillos y dirigidos a niños muy pequeños. Su objetivo es «incentivar en los niños el gusto por la lectura a través de textos sencillos escritos con un vocabulario apropiado, e iniciarlos en el mundo que les rodea». Dominique Mwankumi, destacado ilustrador publicado por la editorial francesa L’École des loisirs, se encarga de las imágenes de dos títulos de la colección (Yowa le petit dromadaire y el magnífico Quand la lune a sommeil).
Aunque en un principio los libros de Le Figuier estaban destinados a los jóvenes, elección que se confirmó más tarde, la editorial abría así su abanico. A finales de los años 2000, se convierte en una editorial generalista que publica novelas, ensayos y novelas de suspense (19). El catálogo pasó de cincuenta títulos al cabo de un año de actividad a un centenar al final del segundo año. A partir de ese momento, la producción se ralentiza, siendo entonces la prioridad «el aspecto comercial [y la creación] de redes de distribución en África y Europa desde París» (20). Tras siete años de trabajo, Le Figuier disponía de un catálogo de 120 títulos, con tiradas que oscilaban entre los 1.000 y los 1.500 ejemplares, cifras bastante considerables para un mercado incipiente (21). A la luz de un sueño bastante descabellado, la inversión de Le Figuier parece haber dado sus frutos.
Un viajero sorprendente
1999 supuso un punto de inflexión para Le Figuier, que pasó se centró al completo en Mali. La editorial seguía teniendo problemas de distribución, por lo que emprendió un doble proyecto con el objeto de promover la lectura en el país, al tiempo que apoyaba la distribución de la producción nacional (22). Así, sentó las bases de un evento temático sobre la literatura de viajes. El proyecto contó con el apoyo del Centro Cultural Francés de Bamako, cuyo director, Yves de la Croix, creó el puente con Michel Le Bris, responsable del Festival Étonnants Voyageurs, que se celebraba cada año en Saint Malo desde 1990. Konaté quería asociar su evento al festival. Los tres se reunieron y nació el proyecto Étonnants Voyageurs Bamako.
Bajo la dirección de Moussa Konaté, el festival tendría dos objetivos: promover la literatura africana y asentar el mundo del libro en la cultura maliense. Pero el proyecto va más allá, como explica Moussa Konaté: «También estábamos de acuerdo en que no podíamos crear en Bamako un evento del estilo de Étonnants Voyageurs en Saint-Malo, que es esencialmente una feria de lectores y escritores que comparten una cultura literaria común». Como la iniciativa perseguía contribuir al arraigo del libro en la cultura maliense, se propuso descentralizar el festival.
El objetivo era llegar a los jóvenes: «el público del mañana», desde la guardería hasta la universidad (23). La primera edición del festival se celebró en 2001, con la presencia de cerca de ochenta autores de todas las nacionalidades y tuvo lugar en varias ciudades de Malí. Las ediciones siguientes se organizaron a una escala cada vez mayor en todo el país: Gao, Tombuctú, Kidal… hasta diez ciudades, antes de clausurar la fiesta en Bamako. El evento se repitió ocho veces, hasta 2010, cuando la inestabilidad política en Mali obligó a la organización a suspender la iniciativa. El festival se trasladó entonces a Puerto Príncipe (2012) y Brazzaville (2013). Algo nació del sueño de Konaté el viajero. Una idea de universalidad. Una idea creciente de «literatura mundial». Para Michel Le Bris, Étonnants Voyageurs Bamako fue un acontecimiento fundamental, que reunió a «jóvenes autores que todavía eran desconocidos: Mabanckou, Fatou Diome, Waberi y otros. La banda de Bamako«, como él los llamó (24). Alain Mabanckou, en el homenaje que publicó poco después de la muerte de Moussa Konaté, se pregunta: «¿Era consciente de que estaba [entonces] reivindicando una literatura africana que integrara el canto del mundo, que superara todas las fronteras que las naciones africanas habían heredado de la colonización? Sin saberlo, estaba firmando la hoja de ruta de una «literatura mundial», libre e independiente del pacto colonial» (25).
Un espíritu libre, incluso en invierno
Moussa Konaté es recordado como uno de los pioneros de la novela negra africana. Cuando se le pregunta por qué eligió este género, admite sin reparos que lo que le influyó fue el descubrimiento de Georges Simenon, y más tarde su visita al País Dogón, «la tierra del misterio”. Pero, como en cada uno de sus proyectos, buscaba ante todo aportar su contribución a la sociedad maliense. Más que un fin en sí mismo, Konaté hizo uso de la novela negra como medio para dar a conocer la cultura maliense a los lectores. También es para él una forma de rehabilitar un país que durante demasiado tiempo había sido aplastado por la imposición cultural extranjera. En palabras del librero Patrick Frêche, «gracias a sus novelas policíacas, entramos en contacto a través del texto con la verdad del entorno, los ritmos y la mitología» (26).
Sin embargo, aunque Konaté había recurrido a la imaginación para liberarse de una carga, su situación vuelve a atormentar el contenido de sus últimas obras. Los años, la distancia, las dificultades económicas, la falta de apoyo, el cansancio… Su actividad editorial en Malí va decayendo poco a poco. Llegó a crear otra pequeña editorial, Hivernage (27), en Limoges (Francia). Un nombre algo raro. La literatura le sigue amparando, como explicó cuando escribió «para no hundirnos […], vivimos en una situación en la que cada uno tiene que tener su salvavidas; yo me agarro a mis propios libros» (28).
El reconocimiento le llegó en la misma ciudad, Limoges, cuando en 2005 le concedieron el Premio Sony Labou Tanside teatro francófono en el Festival des Francophonies en Limousin. Pero ¿algo se había roto? ¿Estaba su lucha en otra parte, al cuestionar la producción literaria de Mali? En una entrevista de Tirthankar Chanda, afirmó que «desde hace décadas, nuestros países aplican políticas más o menos voluntaristas para la promoción de las lenguas nacionales. Sin embargo, la literatura en estas lenguas tarda en surgir. Tenemos que analizar la escasez, cuando no la ausencia, de publicaciones en nuestras lenguas. ¿Qué se puede hacer para alentar a los autores? ¿A qué esperan nuestros responsables para inspirarse en países como Nigeria, o los de África Oriental, donde existen producciones literarias de gran calidad en lenguas locales? Con el tiempo, me gustaría poder organizar debates y cafés literarios en lenguas locales en este festival. Quizá algún día, exista incluso un festival de literatura en lenguas africanas…» (29).
En 2010, en un momento en que la crisis incrementaba en Mali y en que él se sentía cada vez menos a gusto en una Francia donde crecía el miedo al «otro», firmó su último libro, un ensayo titulado L’Afrique noire est-elle maudite ?(¿Está condenada el África negra?). Como señala Tanella Boni, «este ensayo da sentido a la palabra ‘comunidad’, que remite en primer lugar al apego al ‘anciano’ del grupo, al que cada miembro se siente ligado por un ‘pacto original’» (30).
Así pues, los últimos años de su vida los dedicó a dar conferencias, con el conflicto de Mali como telón de fondo, con el que sufrió mucho. Con el apoyo de una asociación francesa también vendía libros de Le Figuier a precios reducidos (31).
Y entonces Moussa Konaté falleció silenciosamente el 30 de noviembre de 2013 en Limoges. Se hizo el silencio. Y enseguida se oyeron muchas voces de la industria del libro y de la literatura. Quienes no lo conocían bien se dieron cuenta de que alguien importante acababa de dejarnos.
Pero ¿nos ha dejado realmente, cuando observamos todo lo que construyó? Hablábamos antes del festival Étonnants Voyageurs, celebrado en Puerto Príncipe y después en Brazzaville. Este festival, que ahora es miembro de la Alianza Mundial, intercambiará ideas con otros grandes eventos de todo el mundo. Cada vez se habla más de descentralización. Moussa Konaté no es ajeno a todo esto. En cuanto a Les éditions Le Figuier, han hecho algo más que producir un catálogo: han puesto en marcha una nueva dinámica dentro de la edición maliense (y africana), cada vez más enfocada en la edición para los jóvenes y en las lenguas nacionales. Y no cabe duda de que ahora nos insta a seguir por su camino, en dirección al río Manyatoula.
Decíamos que Moussa Konaté deja muchas cosas atrás. Pero aunque se haya ido, ahora está haciendo mucho más que eso. Ni del todo aquí ni del todo allá, estaba sobre todo «en la literatura». Libre. Desde esta tierra, que por fin había convertido en su «hogar», contribuyó a ampliar horizontes, tender puentes y ampliar el conocimiento sobre Mali. Al hacerlo, hizo un llamamiento al respeto a los demás y a uno mismo, y al hacerlo, hizo un bien a todos.
¡Initché!
Notas y referencias
1Charlotte Cans, « Le chantre du livre », Jeune Afrique, 08/03/2004.†
2Casa África, « Interview avec Moussa Konaté », Salón Internacional del Libro Africano 2012.†
3Olivia Marsaud, « Le Figuier : arbre de connaissance et de communication », 14/11/2000, Afrik.com.†
4 Caya Makhélé, Écrire l’Afrique et ses diasporas. Paris : Acoria, 2012, p. 204.†
5Cécile Lebon, « Le livre pour enfants : une ouverture pour l’édition malienne », Takam Tikou n°7, 1998 ; p. 18-22.†
6Christophe Cassiau-Haurie, « Brève histoire de la bande dessinée au Mali », Africultures, 22/11/2010.†
7« Le livre pour enfants : une ouverture pour l’édition malienne », art. cit. †
8« Le Figuier : arbre de connaissance et de communication », art. cit.†
9« Le choix africain », Vacarme 16, 2001, p. 68-69.†
10 Robert Ageneau, Henry Tourneux, « Bernard Pivot au Mali : une occasion manquée », Politique africaine n°69, 1998, p. 148-150.†
11 Vacarme.†
12 « Le livre pour enfants : une ouverture pour l’édition malienne », art. cit.†
13 Ibid.†
14 Vacarme.†
15« Le Figuier : arbre de connaissance et de communication », art. cit. †
16 Moussa Konaté – Comédie du livre, 24 mai 2009.†
17Taina Tervonen, « Il faut savoir honorer le livre », Africultures, 01/01/1999.†
18Voir le catalogue 2011 du Figuier.†
19« Le Figuier : arbre de connaissance et de communication », art. cit.†
20 Taina Tervonen, « Il faut savoir honorer le livre », art. cit.†
21« Le chantre du livre », art. cit.†
22Aurélie Dupin, « Moussa Konaté : Les milles casquettes d’un étonnant auteur », Le Journal du Mali, 21/07/2010.†
23Tirthankar Chanda, « Implanter le livre dans la culture », Radio France Internationale, 29/01/2003.†
24 « Bamako Étonnants Voyageurs 2006 : Un reportage avec Moussa Konate, Michel Le Bris et les invités du festival ».†
25Alain Mabanckou, « Ce que nous devons à Moussa Konaté », Le Nouvel Observateur, 03/12/2013.†
26 Patrick Frêche, « Moussa Konaté, à l’imparfait du subjonctif », Jeune Afrique, 04/12/2013.†
27 Hivernage assure également la diffusion et la distribution en France des ouvrages du Figuier.†
28Tirthankar Chanda, « Entretien avec Moussa Konaté, écrivain-éditeur », Notre Librairien°103, 1998, p. 35-40.†
29 « Implanter le livre dans la culture », art. cit. †
30 Tanella Boni, « Moussa Konaté, L’Afrique noire est-elle maudite ? », Cultures Sud.†
31 Scolibris, « Des livres africains pour enfants à tout petit prix ». †
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*Raphaël Thierry es agente literario e investigador sobre las literaturas africanas contemporáneas y el mercado editorial del continente.
Artículo publicado el 7 de abril de 2014 con la autorización de Takam Tikou, revista donde fue publicado originalmente
Traducción: Alejandro de los Santos