De cómo la teocracia militar de Israel ganó todas las batallas y perdió la guerra

Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/De-como-la-teocracia-militar-de-Israel-gano-todas-las-batallas-y-perdio-la-guerra-20240525-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspañol&utm_campaign=NewsletterEspañol&utm_content=31                                                                                                                                                                                Eduardo Rothe                                                                                                                                                                                         25 mayo 2024

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Fue como los Estados Unidos en Vietnam: táctica excelente y estrategia errada. Y ahora Netanyahu, como la zorra de la fábula, dice “están verdes” refiriéndose a la gran mayoría de los países del mundo que repudian su genocidio y que, según él, son “antisemitas”, cuando no claramente “pro-terroristas” aunque lo de terroristas es una cuestión de fechas: terroristas eran los hoy héroes de Vietnam, de Argelia, de Suráfrica, de las excolonias portuguesas…de tantos pueblos tricontinentales que acabaron con el colonialismo en la segunda mitad del Siglo 20.

Hay judíos en Israel y el mundo que denuncian la teocracia militar de Tel Aviv, a los que Netanyahu llama “judíos que se odian a sí mismos” y uno se pregunta si eso incluye a los grandes intelectuales judíos encabezados por Albert Einstein y Hannah Arendt que, el 4 de diciembre de 1948, denunciaron en carta al diario New York Times, el racismo, el chovinismo, el fascismo y el terrorismo en Israel, representado entonces por el monstruo Menachem Begin, que llegaría a Primer Ministro y Premio Nobel de la Paz (pero no por el centenar de personas que asesinó en 1946 explotando el Hotel Rey David de Jerusalén con 350 kilos de explosivos…).

Netanyahu está liquidando casi un siglo de existencia del Israel sionista, construido bajo culpa siniestra de la expulsión, opresión, represión y genocidio de centenares de miles de seres humanos, que ocupaban y muchos aún ocupan tierras que el Estado de Israel quiere (¿”Espacio Vital” que necesita?) y son considerados inferiores. De hecho, los gobernantes del mundo callan pudorosamente que para los sionistas TODOS somos inferiores porque no pertenecemos a la raza elegida por Dios. Eso de creerse superiores no es novedad: muchos pueblos, desde los zulúes hasta los nazis, se consideraron mejores que los demás, sólo para ser pesadamente desmentidos por la historia.

Ese desprecio por los “inferiores” parece ser la causa de que los militares de la Fuerza de Defensa de Israel y el mismo Netanyahu no hayan tomado en serio tres (¡) informes de inteligencia que alertaban sobre un gran golpe de Hamas. Desprecio negligente que permitió la realización de un festival musical “psicodélico” al aire libre, los días 6 y 7 de octubre, con unas 3.500 personas, a sólo 5 kilómetros del gueto de Gaza tantas veces bombardeado por la aviación y la artillería de la FDI, inclusive con fósforo blanco.

El ataque de Hamas al festival, y a los asentamientos militarizados de la frontera, causaron el mayor número de bajas civiles israelitas en un ataque palestino en la toda la historia del Estado de Israel. Fue el equivalente a la Ofensiva del Tet en 1968 que, “a pesar de que las fuerzas estadounidenses y survietnamitas lograron repeler los ataques, mostró que el Vietcong y el ejército norvietnamita eran capaces de llevar a cabo operaciones a gran escala, lo que cambió la percepción de la guerra en Estados Unidos y en todo el mundo” (Wikipedia).

De cómo la teocracia militar de Israel ganó todas las batallas y perdió la guerra

Después del 7 de octubre, Israel era la víctima y Hamas el victimario: negociar por los rehenes hubiera diluido la victoria palestina. Pero en ese momento poco le importaban a Netanyahu los rehenes: llevaba meses enfrentando gigantescas manifestaciones de rechazo a sus proyectos antidemocráticos, y menos le importaba la opinión mundial, puesto que tenía el apoyo de Washington y, en bandeja de plata, la oportunidad de apoderarse de Gaza y salir de los palestinos de cualquier manera, en este caso de la manera clásica nazi, la “Strafexpedition” (expedición de castigo). El ataque del 7 de octubre le daba la perfecta “justificación” para lo que no tardaría en revelarse como un genocidio con todas sus letras. Detrás de los tanques venían los descarados promotores inmobiliarios para una futura Gaza sin palestinos. Y así, ganando su “batalla” contra la población civil, el Estado de Israel perdió la guerra.

La medida exacta de esa gran derrota histórica de proyecto teocrático-militar sionista es evidente en el descalabro del antes omnipotente Lobby Judío en el Congreso y en los medios Estados Unidos, hoy obligado a pelear con uñas y dientes en la calle y las universidades contra quienes denuncian la matanza de decenas de miles de ancianos, mujeres y niños palestinos, y las “heroicas” acciones de las FDI para impedir el paso de agua, alimentos y medicinas para los civiles en Gaza y ahora en Rafa.

Ni en sus sueños más osados podía Hamas imaginarse una victoria estratégica de tal magnitud: las generaciones occidentales que crecieron en la segunda mitad del siglo 20, cuando Hollywood presentaba las películas “Los 10 Mandamientos” y “Éxodo», prestaron poca atención al éxodo forzado de millones de palestinos, y las acciones terroristas anti sionistas de los años 60 y 70 (Múnich, el secuestro de aviones, etc.) sólo conquistaron muy poco a poco la simpatía y el apoyo de la izquierda antimperialista más radical. Pero ahora, a partir del 7 de octubre de 2023, en pocos meses, las atrocidades del Estado de Israel contra los civiles, especialmente los niños, le ha valido el repudio mundial que, alimentado por la prepotencia de Netanyahu, ya es irreversible.

Al fin se acabó lo que se daba, pero de algo podemos estar seguros: el pueblo judío que en los últimos 2.000 ha sobrevivido a tantas catástrofes, bien podrá sobrevivir al militarismo teocrático y racista del sionismo y aprender a cohabitar en paz “del rio al mar” con el pueblo palestino. La guerra está perdida, ahora necesitan una revolución para ganar la paz.

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