Cuba: ¿Quién dijo que la historia es justa?

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/cuba-quien-dijo-que-la-historia-es-justa                                                                          Juan Triana Cordovi                                                            03/07/2020

Este texto del profesor Juan Triana Cordoví es el prólogo del libro Miradas a la economía cubana, un plan de desarrollo hasta 2030, de los investigadores Ricardo Torres Pérez y Dayma Echevarría León.

Esta afirmación es casi aterradora pero verídica. Este libro se publicará en el año 60 del triunfo de la Revolución Cubana, en el año 30 de que la crisis más profunda que el país haya vivido se hiciera realidad y no pudiera de ninguna manera ser minimizada y a la vez, en el cumpleaños treinta de la creación del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de la Habana, institución que ha impulsado y coordinado desde sus inicios la publicación de esta serie Miradas que ya tiene personalidad propia y que año tras año puja desde la entrañas del conocimiento por ver la luz, muchas veces incluso a pesar de nosotros mismos.

Parir un libro sobre la economía cubana en Cuba, año tras año, no es para nada un ejercicio liviano, tiene dolores preparto, durante el parto y muchas veces tiene también dolores post parto, pero casi siempre, al menos en nuestro caso, la criatura  ha recompensado con creces esos dolores.

Las veleidades del desarrollo

Puede que alguien piense que la historia del desarrollo de la economía cubana  no es justa, pero lamentablemente la historia no es justa, no es la justicia parte de sus virtudes. De igual manera que la injusticia tampoco es parte de sus defectos y casi siempre contada desde sus extremos la misma historia parece totalmente diferente.

Cuba emprendió conscientemente su camino hacia el desarrollo con el triunfo de la Revolución Cubana. Al inicio, poniendo en práctica el Programa del Moncada y a la vez adoptando y adaptando los preceptos cepalinos a la realidad de nuestro país. Luego muy rápido en términos históricos, construcción del socialismo y desarrollo fueron identificados como términos muy similares (sustitutivos perfectos) en el discurso ideo – político y en el económico, de la mano de una relación creciente con la URSS. Treinta años después de iniciado ese camino, en 1989, a pesar de que el país podía mostrar un prontuario de acciones en ambos propósitos, seguíamos, paradójicamente, estando lejos de ambos, aunque aparentemente mucho más cerca de aquel ideal socialista que del propósito del desarrollo.

Con relación a este último, al desarrollo, descubrimos al menos tres cosas: la primera es que seguíamos siendo un país dependiente en términos económicos y endeble en términos productivos; la segunda, que el esfuerzo hecho en educación, ciencia e investigación, no había producido el impacto esperado en nuestras capacidades productivas y la tercera, que padecíamos de un significativo atraso tecnológico. Apareció además el bloqueo norteamericano en toda su dimensión, mismo que había sido amortiguado en los treinta años anteriores gracias a aquella relación intensa con la URSS[2].

Pero, por otro lado, el desarrollo mismo nos había hecho una gran jugada. Había crecido como concepto, se había enriquecido como fenómeno y se había hecho multidimensional y mucho más complejo[3]. Lo que para el soporte conceptual nuestro fue peor, algunos países subdesarrollados capitalistas devinieron en ejemplos de “países emergentes”, concepto con el cual se empezaron a nombrar a aquellas naciones que siendo subdesarrolladas habían emprendido la senda del desarrollo y mostraban indicadores incuestionables de ese avance. La tesis de la imposibilidad del desarrollo desde el capitalismo quedó así obsoleta como argumento teórico.

Iniciaba Cuba el “Período Especial”, comenzábamos a ser, por primera vez en toda nuestra historia, “verdaderamente independientes” y a entender que la dependencia, más allá del tipo y del color político-ideológico, al final, pasa la cuenta.

Sobrevivimos, esa es la principal razón por la cual hoy puedo escribir este prólogo. Un programa de ajuste heterodoxo[4], un liderazgo político incuestionable y un pueblo capaz de reinventarse la cotidianeidad día a día lo permitieron. Unos pocos años después (y unos cuantos miles de kilómetros en bicicleta también) el país comenzó a crecer nuevamente.

Pero sin dudas ese llamado período especial puso al descubierto “grietas” que hasta entonces permanecían escondidas. Generó preguntas que aun hoy no están respondidas y nos hizo cuestionarnos hasta nuestro propio rol como cientistas sociales.

Han sido años tremendos. Al impulso inicial logrado por la ola descentralizadora de mediados de los noventa, siguió la recentralización iniciada a finales de la misma década, consolidada luego en los años iniciales del siglo XXI, y luego de que el General Raúl Castro asumiera la presidencia, cedió cautelosamente espacio a una nueva reapertura que nos ha traído hasta aquí.

Hemos sobrevivido, es cierto, y eso ya es un gran hito. Pero la sobrevivencia, aunque es una condición necesaria, no garantiza el futuro. Quizás fue esa certeza la que impulsó al Presidente Raúl Castro a promover la elaboración de un programa de reformas que permitiera la “actualización” de una economía que “hacia aguas”. Ese programa condujo a otra certeza, la de la necesidad de “diseñar” el socialismo cubano, en una especie de combinación entre lo que se desea y lo que se puede hacer. Así nacieron, en estos últimos ocho años documentos programáticos que también contribuyeron de modo especial a una propuesta de nueva Constitución de la República, suceso político de innegable trascendencia y complejidad que nos depara nuevos retos en el futuro.

¿Que está ocurriendo en Cuba?

Esta es la pregunta de las mil respuestas y de todas las discrepancias y no puede ser de otra forma. La percepción de cada cual y cada una de las historias de vida cuenta en la manera en que se construye el imaginario individual de lo que está pasando en Cuba.

Desde aquellos que califican todo este complejo proceso vivido y por vivir solo como apenas una capa de maquillaje hasta los que afirman que lo que se intenta abandona el camino iniciado en 1959. Probablemente el momento más nítido de tantas posiciones diversas haya sido la propia discusión popular del proyecto de Constitución y sus resultados. Esta es quizás una de las evidencias más fuertes de la complejidad de este proceso y de la diversidad de perspectivas que hay del mismo.

Es posible que alguien se pregunte qué tiene que ver esto con un libro sobre economía, o mejor sobre la economía cubana. Adelanto que este libro no es sólo sobre economía, pero si así fuera, lo narrado más arriba tiene que ver y mucho con la economía, pues sin instituciones adecuadas, coherentes y consistentes, será muy difícil alcanzar el propósito descrito en la visión del país[5].

Sin embargo, los hechos, hechos son. Eventos telúricos, casi impensables han ocurrido, en todos estos años; la desaparición física de Fidel, el retiro de Raúl como Presidente y Jefe de Gobierno y el paulatino ascenso de una nueva generación de dirigentes políticos, cuyo punto culminante ha sido la designación y aprobación del actual Presidente Miguel Díaz- Canel. Junto a ello, la presencia en Cuba de tres Papas, la visita de un presidente estadounidense y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con ese país, el renacimiento de nuestra dependencia, esta vez de Venezuela.

En Cuba, en estos últimos dos lustros, la unanimidad dejó de ser tan unánime, la igualdad dejó de ser incuestionada, lo estatal devino en garantía y obstáculo a la misma vez, lo privado comenzó a ser desdemonizado, el desarrollo devino más que en un resultado de, en premisa para alcanzar otro socialismo diferente a aquel que intentamos construir, aun cuando no tengamos la imagen completa de lo que queremos. Mientras, la independencia se ha convertido en ejercicio diario más que en una condición garantizada, la discrepancia alcanzó rango de legitimidad y práctica cotidiana gracias fundamentalmente a la “red” y la familia vuelve a ocupar su lugar en el edificio social cubano.

Pero es importante entender también que lo que está pasando en Cuba es, a la vez, un resultado de lo que está pasando en el mundo.

En estos treinta años los recursos naturales se convirtieron en una restricción para el crecimiento y el desarrollo mientras la preocupación por el futuro del ser humano se ha convertido en un programa y un grupo de objetivos a escala planetaria para evitar (o al menos demorar) su autoexterminio[6]; la energía dejó de ser barata; la guerra fría fue sustituida por otras, pequeñas y localizadas, pero intensas e hirvientes; Rusia ha renacido más parecida ahora a su historia pre revolución de Octubre; el rol decisivo de China en la economía mundial es indiscutible; el triunfo del nacional conservadurismo en Estados Unidos y el ascenso y descenso de las izquierdas en Latinoamérica ha sorprendido a no pocos; mientras la migración masiva devino en “pandemia” y derecho individual, además de recurso económico para muchos países;  son algunos de los hechos que han marcado estas tres décadas.

Ha ocurrido algo más, igual de trascendente y probablemente tan o más decisivo, la cuarta revolución tecnológica se ha hecho realidad. Así, la revolución electrónica se convirtió en revolución digital y la Inteligencia Artificial comienza a producir tantos cuestionamientos éticos como nuevos productos y servicios; la megadata permite  manipular masivamente a las personas de forma individual; el ser humano se ha hecho cada vez más dependiente de su teléfono celular y una buena parte de todos los seres humanos solo existen a través del móvil, mientras que las conversaciones entre las personas, incluso en el hogar, son sustituidas por mensajes de texto, a la vez que la robotización de la producción y los algoritmos que construyen robots cuestionan la tradicional relación entre el capital y el trabajo y hasta la propia necesidad del “trabajador humano”, amenazando no con el desempleo sino con la irrelevancia a una parte cada vez mayor de los seres humanos[7]. Subrayo que no existe aún una respuesta institucional adecuada a estos nuevos fenómenos, ni desde las estructuras políticas y las construcciones ideológicas, ni desde las ciencias sociales y económicas.

Es cierto que en nuestro país aun estamos lejos de sentir en toda su dimensión esta cuarta revolución tecnológica, pero algunos de sus síntomas ya son perceptibles. Me atrevo a señalar tres hechos que lo demuestran / confirman; la relación entre los cubanos de “adentro” y entre los cubanos de “adentro y de afuera” se ha hecho más fluida y el sentido de “lejanía” ha sido sustituido por el de accesibilidad, con implicaciones inéditas en la vida cotidiana de toda la población[8]; se ha hecho especialmente fácil para las nuevas generaciones acceder con solo un “clic” a trabajos fuera de Cuba e incluso trabajar en proyectos fuera de Cuba sin  moverse del país; mientras que el acceso de una buena parte de los cubanos a las redes sociales ha generado “otro tipo de información” que muchas veces contrasta con la que brindan los llamados “medios tradicionales”. El reto ha sido tan grande que el propio Presidente[9] ha declarado la obligatoriedad para sus Ministros de tener cuentas en “twitter” y usarlas cotidianamente, algo impensable un año antes.

Y todo esto es decisivo para entender el desarrollo que debemos proyectar o aspirar. Junto con el mundo, el país ha cambiado y como casi siempre ocurre las nuevas generaciones se parecen más a su tiempo que a sus padres.

¿Y los cientistas sociales? ¿Los ha escuchado y escucha el gobierno?

Es de las preguntas más frecuentes, como si en algún momento de la historia mundial moderna esto fuera absolutamente decisivo en el destino de las naciones.

No fue el estudio profundo de la “Riqueza de las Naciones” por el parlamento inglés lo que llevó a Inglaterra a la cúspide de la civilización occidental desde mediados del siglo XVIII, tampoco Roosvelt asistió a ningún curso de economía keynesiana a mediados de los años treinta para poder sacar a la economía norteamericana de la debacle de la crisis del año 1929, de la misma forma que no fue el estudio sistemático y profundo de los escritos de Marx y Lenin lo que permitió a Stalin construir una potencia económica capaz de vencer a la maquinaria del nacional socialismo alemán en la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo podría decirse ahora de las experiencias de los antiguamente llamados “tigres asiáticos”. De la misma forma, puede afirmarse también que no fue el desconocimiento de las ideas de la CEPAL lo que ha condenado a América Latina a seguir siendo una región a la zaga en el propósito del desarrollo.

No quiero decir con ello que la labor de los cientistas sociales no sea importante, incluso hasta decisiva en algunos casos, solo quiero significar que no debiera utilizarse la proximidad y colaboración entre cientistas sociales y gobiernos como la garantía del éxito de cualquier proceso de este tipo. De igual manera habría que repetir con Keynes aquella frase famosa de la Teoría General  (…) las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree[10].

Y ahora vayamos a la respuesta a la pregunta. Creo que puede establecerse un parte aguas entre la relación del gobierno y los cientistas sociales a partir del momento en que el General Raúl Castro asume la presidencia del país y los años anteriores. Se ha producido desde entonces un intercambio mucho más fluido y sistemático entre gobierno y cientistas sociales o al menos con una parte de ellos[11]. También mucho más respetuoso de los espacios de cada cual e incluso de mucha mayor tolerancia. Una parte de todo ese intercambio se materializó en los documentos programáticos que fueron aprobados años atrás. Pero nada de esto quiere decir que estemos en una situación ideal, de hecho no creo que la alcancemos en algún momento[12].

Los gobiernos tienen sus deberes, sus propósitos, sus propias urgencias, sus compromisos. Los gobernantes son también mujeres y hombres, con sus propias historias de vida, todos los días o cuando pueden desayunan con su familia y deben contarles historias a sus hijos y nietos en algún momento. La cotidianeidad forma parte también de su proceso de toma de decisiones, incluso los impulsos más elementales forman parte de ese proceso y a veces lo condicionan. No quiero decir con esto que la subjetividad sea lo decisivo, solo quiero significar que la toma de decisiones está mucho más cerca de la teoría de la complejidad que del determinismo racionalista.

Es cierto también que nada me permite hablar por todos los cientistas sociales cubanos, seguro existen muy diferentes percepciones a estas que he expuesto. Algunos de nosotros hemos tenido el privilegio o la suerte de vivir en la capital de la República y todavía el “fatalismo geográfico” cuenta. Esa cercanía geográfica a las instituciones decisoras no debe subestimarse. Mi visión, como la de otros muchos, es la de un cientista social con más de seis décadas sobre esta tierra, que vive en la Habana, que ha vivido prendado y prendido a este “terremoto” que ha sido la Revolución Cubana y que ha tenido la oportunidad de comparar la nuestra, con otras realidades. Pero no tengo ninguna duda que, desde otras edades, latitudes y longitudes, la percepción sea bien diferente y los “aportes” a la toma de decisiones sean otros. Estas diferencias para nada son un problema, más bien, una gran suerte.

El esfuerzo de transformación ha sido enorme[13], pero así de grande ha sido también la resistencia a ese esfuerzo transformador. A veces es una resistencia consciente e incluso antecede a cualquier decisión. Otras, yo diría la mayoría de las veces, es el “resultado natural” de diseños institucionales y de “culturas aprendidas” con anterioridad que hoy resultan disfuncionales a los propósitos de transformar nuestro país. Medir el costo de esa resistencia se hace difícil pues una parte de él es definitivamente intangible.  Aun así, me aventuro más abajo a listar algunos de esos costos:

  • La tasa de crecimiento sigue siendo muy baja y está muy lejos de la tasa de crecimiento que necesitamos.
  • Las exportaciones de bienes siguen teniendo un comportamiento insuficiente y continúan concentradas en unos pocos bienes.
  • La dependencia de las importaciones se mantiene y no parece que tenga solución de corto plazo.
  • La presión fiscal no permite amplios márgenes de maniobra.
  • El empleo no crece y se ha precarizado.
  • El salario, a pesar del crecimiento del salario medio mensual, no ha recuperado su lugar como principal incentivo al trabajo y es un factor determinante en el crecimiento de la desigualdad.
  • El éxodo de personal calificado, especialmente jóvenes y mujeres, que desangra a nuestra economía y contribuye a profundizar el problema demográfico, se mantiene.
  • La tasa de inversión permanece muy baja respecto a las necesidades de crecimiento, prácticamente está a la mitad de esas necesidades y la ejecución de las inversiones sigue siendo ineficiente.
  • La deuda de corto plazo a proveedores y los dividendos no pagados a inversionistas extranjeros son una carga financiera importante, se convierten en incentivos negativos al crecimiento y generan incertidumbre a posibles inversionistas interesados en el país.
  • La empresa estatal socialista, responsable de al menos el 80% del PIB y mayoritaria como fuente de empleo, pilar de las transformaciones emprendidas hace unos años atrás, no alcanza a responder adecuadamente a nuestras necesidades de desarrollo y se ha anunciado será necesario repensar las OSDE[14].
  • La inversión extranjera, declarada estratégica para el desarrollo del país, no logra despegar y aun cuando ha mejorado su captación respecto a años atrás sigue siendo insuficiente y está lejos de nuestras necesidades reales.
  • Se mantienen brechas importantes (vertical y horizontal) en la infraestructura básica.
  • Existen brechas tecnológicas significativas (horizontales y verticales) en buena parte de nuestro sistema productivo y asimetrías decisivas en la asignación de la fuerza de trabajo calificada.
  • El sector no estatal, cooperativas y propietarios privados en general, arrendadores de tierra y empleados en ese sector, aun esperan por un marco legal más proactivo que le permita crecer cualitativamente.
  • Sectores decisivos, como la agricultura y la industria no terminan de encontrar una senda dinámica de crecimiento sostenido.

¿Como estimar en términos monetarios esos costos? ¿Cómo estar seguros de que de haberlo hecho distinto, de haber podido vencer esa resistencia, los resultados serían diferentes o que no estaríamos pagando costos peores?

No hay manera de saberlo, cabría sólo especular. Así que debemos atenernos a estos hechos, a los datos que los reflejan, aun cuando no nos guste lo que los datos nos muestran y cuando sepamos, por experiencia, que muchos de esos datos no se corresponden plenamente con la realidad de lo ocurrido.

Es cierto que desde la academia se han escrito toneladas de papel sobre estos temas y decenas de recomendaciones[15]. Muchas de ellas duermen el injusto sueño de los justos[16].

Es probable que cuando este libro se publique se haya realizado ya una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional donde se evaluará el estado del “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, en sus tres etapas, y el informe sobre el estado de la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”[17]. Estoy convencido que lo sucedido desde que fueran aprobados y divulgados tanto en Cuba como fuera de Cuba obligará a repensar una buena parte lo que aparece en esos documentos.

En el 2019 se cumplen treinta años de haberse iniciado el hasta ahora último proceso de transformaciones económicas en nuestro país. Es la misma cantidad de años que tomó aquella otra, que inició la senda del socialismo unos años después de 1959.

En estos últimos treinta años, los hijos se han convertido en padres, los padres en abuelos y los abuelos han ido cediendo esta tierra a nuevas generaciones que deberán, usando su imaginación, sus conocimientos y todas sus discrepancias, reinventar el país en ese proceso inacabable e ineludible de negación de la negación por el que pasan con más dolores o con menos todas las sociedades. De todas formas, hay que entender también que el significado del tiempo es diferente para los seres humanos y para los sistemas políticos.

Si este libro logra contribuir a esa reinvención entonces habremos cumplido el propósito y ningún dolor pos parto podrá contra semejante satisfacción.

Notas:

[1] Duval Noha Harare, 21 consejos para el siglo XXI

[2] Castro F. Discurso pronuncia en el acto por el XXXIX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y el XXXV del levantamiento de Cienfuegos, efectuado en Cienfuegos, el 5 de septiembre de 1992.

[3] El Índice de Desarrollo Humano y el Índice de Palma, por ejemplo, son dos de esos esfuerzos por entender conceptualmente y medir cuantitativamente y cualitativamente ese carácter multidimensional del desarrollo.

[4] CEPAL. La economía cubana: Reformas estructurales y desempeño en los noventa. Editado por Comisión Económica para América latina y Fondo de Cultura económica, 1997.

[5] Bergara M. ,  Las Instituciones y los procesos económicos, pág. 15,  en Transformaciones económicas en Cuba: una perspectiva desde las instituciones. Hidalgo V. y Bergara M. Coordinadores (2015), dEcon, Facultad de Ciencias Sociales Sociales, Universidad de la República, Uruguay y Universidad de la Habana.

[6] Objetivos de Desarrollo Sostenible; www.un.org/sustainabledevelopment/es y “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Resolución 70/ 1, Asamblea General de las Naciones Unidas.

[7] Noah Harari Y. “21 lecciones para el siglo XXI”,  2018, Editorial Penguin Randolph House Grupo Editorial S.A.U

[8] La capacidad “movilizativa” del celular y de las redes sociales quedó demostrada cuando el tornado ocurrido en la Habana en enero 28 del 2019. De hecho una buena parte de la ayuda inicial se estructuró a través de las redes antes que de las organizaciones encargadas  de ello.

[9] Intervención de DC en la Asamblea, buscar el link

[10] Keynes J.M. La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, pág. 367. Edición Revolucionaria, Instituto del Libro, 1968.

[11] La creación del Consejo Técnico Asesor de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos y de sus comisiones fue el vehículo que facilitó en mayor medida ese intercambio.

[12] Jorge Nuñez Jover afirma “Subsisten deudas con la consulta a grupos de profesionales que han estudiado durante años ciertos temas y que, a la hora de decidir sobre estos, no son involucrados”,   en “El pensamiento científico y nuestras tareas”,  Cubadebate Cuba noticias/2018/el pensamiento científico jj jover.html#.XFXHMye23OQ

[13] Un resumen de una parte de esas medidas aparece en Hidalgo de los Santos V. “Políticas macroeconómicas en Cuba: un enfoque institucional” págs. 99 – 100. En Transformaciones económicas en Cuba: una perspectiva desde las instituciones. Hidalgo V. y Bergara M. Coordinadores (2015), dEcon, Facultad de Ciencias Sociales Sociales, Universidad de la República, Uruguay y Universidad de la Habana.

[14] OSDE: Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial.

[15] En esta propia serie de Miradas ….. desde su primer numero aparecen decenas de recomendaciones de política económica. También en “Políticas macroeconómicas en Cuba: un enfoque institucional” págs.. 111 -117 aparece una propuesta de políticas económicas para la transformación de la economía nacional. Ver Hidalgo V. op. cit.

[16] “No podemos cansarnos de oír a los que saben, valorar sus propuestas y articularlas con lo que nos proponemos lograr”. Diaz – Canel M. Cubadebate, Cuba noticias/2018/fin de año/Díaz-Canel%20 «Vamos a salir adelante y vamos a seguir venciendo» | Cubadebate.html#.XFX-FSe23OQ

[17] Diaz – Canel M. Cubadebate, Cuba noticias/2018/fin de año/Díaz-Canel%20 «Vamos a salir adelante y vamos a seguir venciendo» | Cubadebate.html#.XFX-FSe23OQ

Economista cubano, es invertigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana.

Fuente:

https://jovencuba.com/2020/07/01/historia-justa/

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