La Revolución cubana sigue en pie y se aproxima a la celebración de un nuevo aniversario victorioso en enero próximo. Sus aportes a la humanidad son indiscutibles, sin importar la continua campaña mediática contra ella, no hay quien pueda sostener el discurso de odio contra el pueblo cubano y el proceso revolucionario que desarrolla desde 1959 sin caer en contradicciones y mentiras. No ha habido, hasta la fecha, una muestra fehaciente que otorgue verdad a la difamación imperialista y en este año 2024, que comienza su ruta a su último mes, no es la excepción.
El pasado 30 de octubre, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, se votó, nuevamente, una resolución contra el bloqueo genocida impuesto hace más de 60 años por el imperio estadounidense contra Cuba, obteniéndose, otra vez, una votación mayoritaria de 187 países a favor del fin y el levantamiento inmediato del bloqueo y de todas las medidas restrictivas y coercitivas en materia económica, social, cultural y política que, año con año, laceran la vida del pueblo cubano. Además, en la votación quedó manifiesta la beligerancia irracional de los Estados Unidos y de Israel, su actual aliado principal, pues fueron los dos únicos países que votaron contra los derechos del pueblo y gobierno de Cuba. Su empecinamiento genocida los lleva a oponerse de manera continua a la voluntad mundial que clama, desde hace 32 años -cuando comenzó a votarse en la ONU el fin del bloqueo-, el cese de estas medidas inhumanas.
Hoy, el mundo está en una coyuntura muy peligrosa, la guerra entre Ucrania y Rusia va tomando tonos más dramáticos por los ataques directos autorizados por Joe Biden a la población rusa y por la reacción del gobierno de ruso que pudiera desatar una escalada militar en otros territorios y con la participación de más naciones, esto, al tiempo en que el gobierno sionista de Israel no sólo se opone al fin de bloqueo contra Cuba, sino que aumenta sus bombardeos en Medio Oriente e intensifica el genocidio contra el pueblo palestino. Las actuales guerras como política imperialista que Lenin señaló como la etapa final del capitalismo revelan, en estas horas cruciales, la crisis de poder y representación del imperialismo estadounidense, pues las medidas finales de Joe Biden, quien cederá el poder en breve a Donald Trump, son reacciones propias de una bestia herida de muerte que lanza mordidas y mueve sus garras al aire buscando herir a sus adversarios, pero, en este caso, los efectos pueden ser devastadores para el mundo, pues sólo al imperialismo estadounidense y sus aliados les conviene una guerra mundial.
En América Latina, las agresiones contra los gobiernos progresistas que aún no capitulan ante el imperio se ven intensificadas, como los intentos desestabilizadores en Venezuela, pero, sobre todo, con el incremento de las agresiones económicas y políticas a la Revolución cubana, ya que al interior de la isla, los grupos mercenarios de contrarrevolucionarios acechan la oportunidad de tratar de desestabilizar como ya hicieron en años pasados, y en las naciones latinoamericanas los sectores conservadores y neofascistas incrementan sus ataques al comunismo, a los proyectos de izquierda y a la solidaridad internacionalista cubana, que hoy se manifiesta con las brigadas de médicos, deportistas y educadores a lo largo de zonas marginadas de nuestra América.
La afectación económica y en todos los rubros de la vida del pueblo cubano que el bloqueo realiza, es difundida de manera periódica por el gobierno socialista de la isla y por diversas organizaciones de solidaridad que exigen el fin del bloqueo. Ahora, con el próximo retorno de Donald Trump al poder en los Estados Unidos, es de preverse la intensificación de los ataques contra Cuba y de las medidas restrictivas aún mayores, así como un contexto de guerra económica global, pues Trump en su pasado mandato implementó centenares de medidas coercitivas a la economía cubana y desarrolló confrontaciones en los mercados con potencias como China. Por ello, no se avizora un panorama favorecedor a la unidad entre los países progresistas ni la disminución de las agresiones imperialistas. Muy al contrario, puede esperarse otro periodo de álgidas disputas políticas y económicas en la región.
En este panorama y frente a la caída de la hegemonía imperialista de los Estados Unidos en el mundo, Cuba sigue representando el ejemplo de nación liberada con la defensa de sus conquistas revolucionarias y la autodeterminación de su pueblo. La solidaridad internacionalista tiene el deber de multiplicar la exigencia del fin del bloqueo genocida y de todo ataque contra la Revolución y el pueblo cubano.
#TumbaElBloqueo