Cuando el hambre aumenta en EEUU, Biden se da un festín en casa de un multimillonario

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/11/25/pers-n25.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws               Patrick Martin                                                                        25.11.23

El presidente Joe Biden se dirige a la ceremonia donde perdona a los pavos nacionales del Día de Acción de Gracias, Liberty y Bell, en el jardín sur de la Casa Blanca, Washington D.C., 20 de noviembre de 2023 [AP Photo/Susan Walsh]

El presidente Joe Biden pasará el feriado del Día de Acción de Gracias en la propiedad en Nantucket, valorada en 34 millones de dólares, de David Rubenstein, un multimillonario cofundador del fondo de inversiones Carlyle Group, conocido por comprar empresas, recortar su planilla, desmantelar sus activos y vender el resto por una ganancia.

Carlyle no solo es una empresas depredadora y viciosa, sino que durante mucho tiempo ha tenido los lazos más íntimos con el aparato militar y de inteligencia, particularmente en relación con las guerras en Afganistán e Irak. La firma de capital privado ha empleado a numerosos criminales de guerra de ambos partidos capitalistas, incluido el exsecretario de Defensa, Frank Carlucci, quien una vez fue su presidente, y el exdirector de la CIA y exjefe del Pentágono, Leon Panetta, un “consultor” muy bien pagado. Tanto George H.W. Bush como George W. Bush han sido directores de la compañía o de una subsidiaria.

Los medios estadounidenses informaron sobre la llegada de Biden a la isla frente a Massachusetts, un destino turístico favorito de Wall Street y de los súper ricos, sin señalar el marcado contraste social entre el presidente de los Estados Unidos que disfruta del opulento entorno de Nantucket y las condiciones que enfrentan cientos de millones de trabajadores.

Biden celebrará el tradicional feriado estadounidense, así como su cumpleaños 81, que cayó el lunes de esta semana, con pastel y un abundante menú de Acción de Gracias. Además de la propiedad en sí que Rubenstein puso a disposición para la estancia presidencial, vienen los habituales complementos de una visita presidencial. Como lo describió el periódico local:

El séquito de seguridad presidencial se ha estado acumulando en la isla durante los últimos cinco días, con múltiples Globemasters C-17 y otras aeronaves que entregan vehículos, equipos y suministros al Aeropuerto Nantucket Memorial. Un gran contingente de policías estatales de Massachusetts llegó a la isla en ferry el lunes. Los hoteles de la isla están una vez más llenos de agentes del Servicio Secreto, personal del gobierno, policías estatales y medios de comunicación de fuera de la isla.

No hay tales beneficios disponibles para los millones de trabajadores estadounidenses que enfrentan el hambre, la pobreza y la falta de vivienda en el día festivo que celebra los recursos generados por la cosecha de otoño en el país más rico del mundo.

Mientras que la agroindustria estadounidense exporta más de 150.000 millones de dólares en alimentos al año, el hambre en el país se está disparando, según el Consejo de Investigación y Acción Alimentaria (FRAC, por sus siglas en inglés), citando un informe del Servicio de Investigación Económica del Departamento de Agricultura de Estados Unidos publicado el mes pasado. Estos son algunos de sus hallazgos:

  • Uno de cada ocho hogares estadounidenses se enfrentó a la inseguridad alimentaria en 2022, o 44,2 millones de personas, un aumento asombroso de 10,3 millones en comparación con el año anterior.
  • El número de niños que viven en estos hogares aumentó un 44,6 por ciento a 13,4 millones.
  • Un tercio de los hogares monoparentales encabezados por mujeres padecen inseguridad alimentaria.
  • Los grupos demográficos que experimentaron tasas de inseguridad alimentaria más altas que el promedio incluyeron a afroamericanos, latinos, sureños y aquellos que viven en áreas rurales (¡donde se produce la mayoría de los alimentos!).

La causa principal de la inseguridad alimentaria y el hambre es la pobreza, la cual se ve exacerbada por los recortes en los programas sociales federales llevados a cabo por la Administración de Biden y respaldados por el Congreso. La decisión de Biden de poner fin al estado de emergencia por COVID en mayo aumentará el sufrimiento masivo, recortando automáticamente los fondos para cupones de alimentos (SNAP); la nutrición suplementaria para mujeres embarazadas y lactantes, niños pequeños y bebés (WIC); y los programas ampliados de almuerzos escolares y meriendas después de la escuela.

La clase trabajadora en su conjunto se enfrenta a precios más altos para prácticamente todo tipo de alimentos, incluyendo un aumento del 11 por ciento en los últimos dos años, así como a la escasez de muchos alimentos. Para los trabajadores de bajos ingresos, esto se ve agravado por la ausencia de supermercados completos en muchas zonas urbanas (“desiertos alimentarios”), lo que dificulta la obtención de frutas y verduras frescas.

Las condiciones de privación en ciudades empobrecidas como Detroit, que una vez fue el centro de la producción automotriz y disfrutaba altos salarios, quedaron demostradas esta semana cuando miles de personas acudieron a recibir pavos y otros alimentos gratis para poder compartir una comida típica de Acción de Gracias en la ciudad y sus suburbios, incluidos 3.000 solo en River Rouge, que es un suburbio de Detroit al interior, y 600 en Ann Arbor.

El presidente Biden habla de sus humildes orígenes, describiéndose a sí mismo como “Joe de clase media” y el presidente más prosindical de la historia. Mientras tanto, sus supuestos “amigos” trabajadores se enfrentan a recortes en sus salarios reales debido a la inflación, un asalto de la patronal contra sus prestaciones, incluyendo sus seguros médicos, y la destrucción de empleos.

Para los trabajadores automotores, de UPS, ferroviarios y muchos otros, este ataque a sus niveles de vida se ha llevado a cabo a través de contratos impuestos por los sindicatos con el apoyo del actual ocupante de la Casa Blanca. Cuando los trabajadores han tratado de desafiar estos ataques, como los trabajadores ferroviarios hace un año, han visto su derecho a la huelga despojado mediante la intervención del Congreso, a instancias y con el respaldo de Biden.

Como ha explicado el WSWS, Biden es amigo de los sindicatos, no de los trabajadores. Considera que los sindicatos y sus aparatos burocráticos altamente remunerados son el mejor mecanismo para reducir los niveles de vida de la clase trabajadora y suprimir la lucha de clases.

Depende de los sindicatos para poner una camisa de fuerza política a la clase trabajadora, particularmente en las cuestiones de política exterior y guerra. El enfoque principal de la política del Partido Demócrata es la promoción agresiva de los intereses imperialistas estadounidenses en el extranjero a través de una explosión de militarismo contra Rusia, en Oriente Próximo contra Irán y en el Indo-Pacífico contra China, que está tomando cada vez más la forma de una tercera guerra mundial.

Estas políticas de guerra son rechazadas por gran parte de la clase trabajadora, una hostilidad demostrada por las protestas masivas contra el genocidio israelí en Gaza, pero cuentan con un apoyo casi unánime en la élite gobernante capitalista que representa Biden.

La relación de Biden con los ricos se resumió en sus comentarios a un recaudador de fondos de Manhattan en 2019, cuando aseguró a su audiencia de Wall Street que sus pretensiones ligeramente reformistas eran políticamente necesarias, pero que no deberían molestarlos. Dijo que a pesar de su retórica sobre hacer que los ricos “paguen su parte justa”, bajo la Administración de Biden, “nadie tiene que ser castigado. El nivel de vida de nadie cambiará, nada cambiará fundamentalmente”.

El copresidente del Grupo Carlyle, Rubenstein, quien está poniendo su patrimonio a disposición de Biden, dirige una empresa que tiene $382 mil millones en activos bajo gestión, una suma casi tres veces mayor que todos los programas federales de alimentos combinados.

Rubenstein trabajó como asesor de un subcomité del Comité Judicial del Senado en 1975-76 mientras Biden estaba en ese panel. Más tarde trabajó como asistente de la Casa Blanca en la Administración de Carter, antes de regresar a la práctica privada. En 1987, fue uno de los tres cofundadores del Grupo Carlyle y se hizo inmensamente rico.

Ha acumulado influencia en los círculos de Washington, así como riqueza. Rubenstein es actualmente presidente del Centro Kennedy para las Artes Escénicas, la Galería Nacional de Arte, el Consejo de Relaciones Exteriores y el Club Económico de Washington D.C. Es el expresidente de la Junta Directiva de la Universidad de Duke y de la Institución Smithsonian. En 2022, se convirtió en presidente de la Junta Directiva de la Universidad de Chicago.

Este pilar de la clase dominante se describe en los medios corporativos como un “amigo personal” de Biden. La misma etiqueta se aplica a la relación del multimillonario Harlan Crow con el juez de extrema derecha de la Corte Suprema Clarence Thomas, beneficiario de vacaciones lucrativas, vuelos privados y otros beneficios, así como inversiones en la firma consultora de “Ginni” Thomas, la esposa del juez y activista de la campaña “Stop the Steal” o “Detengan el Robo” de Trump en 2020 que buscaba anular el resultado electoral.

Biden y Thomas son instrumentos políticos corruptos de facciones rivales de la élite gobernante capitalista. Pueden contender amargamente por la política, pero en las cuestiones fundamentales de clase están en sintonía: defienden el capitalismo y el dominio de los ricos en el país, y la afirmación de los intereses imperialistas de Estados Unidos en el extranjero.

Aquellos que afirman que es posible “presionar” el Gobierno de Biden para que promulgue políticas reformistas, se oponga a la amenaza a los derechos democráticos planteada por Donald Trump o frene la violencia genocida de Israel—la punta de lanza militar del imperialismo estadounidense en el Oriente Próximo—están difundiendo delirios políticos fatales.

El Partido Demócrata no representa una alternativa a los republicanos, que adoptan una política cada vez más fascistizante. En cambio, representa una ruta distinta al mismo destino. La fuerza motriz tanto del militarismo del Partido Demócrata como del autoritarismo del Partido Republicano es la profundización de la crisis del capitalismo mundial, en cuyo centro se encuentra el capitalismo estadounidense.

El camino adelante para los trabajadores consiste en romper resueltamente con los partidos capitalistas y construir un movimiento político independiente de la clase trabajadora basado en un programa socialista y contra la guerra. Esto debería incluir un programa radical para abolir el hambre, la pobreza y la falta de vivienda mediante la expropiación de los parásitos ricos personificados por Carlyle, colocando la economía bajo el control democrático de la clase trabajadora y poniendo fin a la desigualdad social. Esta es la perspectiva revolucionaria por la que lucha el Partido Socialista por la Igualdad.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de noviembre de 2023)

 

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