Se afirma que los egipcios fueron la primera cultura en desarrollar una literatura tal y como se la conoce hoy en día. Los papiros de la época faraónica, escritura hierática con tinta, se consideran el origen de los libros como transmisores de conocimientos. Sin embargo, los moldes no son únicos. El conocido Libro de los muertos es un manual de ultratumba con consejos, ritos, advertencias, sortilegios… para la vida más allá de la muerte que se desparraman por papiros y por las paredes de las tumbas.
En la actualidad, Egipto es uno de los grandes gigantes literarios del continente. Para hacernos una idea de su producción, según datos de la UNESCO [1], en 2023 se publicaron 27.498 títulos y la primera editorial, de carácter oficial, se inauguró en 1821. Su Feria Internacional del Libro de El Cairo, fundada en 1969, es la más importante del mundo árabe, a la que se le unen otras 10 ferias regionales que se celebran a lo largo del año.
Pasear por las calles de El Cairo es encontrarse con libros en todas partes: en las aceras, librerías o, simplemente, portados por vendedores con montañas de ejemplares en precario equilibrio encima suyo. Llaman la atención sus llamativas cubiertas, sobre todo las de terror, un género muy demandado, y las de ciencia ficción. Escritos en su inmensa mayoría en lengua árabe, también se pueden encontrar muchos libros en inglés. De estos, según el informe anterior, aproximadamente el 38% (2023) están escritos por mujeres. Además, es una literatura que se exporta al resto del norte de África, siendo Libia con el 48% el que ocupa el primer puesto.
Sin duda, Naguib Mahfuz, el único premio Nobel de Literatura en lengua árabe hasta el momento, es el que mayor presencia tiene y al que se busca por los callejones mágicos de esta ciudad caótica y fascinante. Su imagen decora paredes de restaurantes o cuelga inmortalizada en cuadros y su obra ocupa estantes enteros con todos sus títulos disponibles.
Sin embargo, esta literatura plagada de nombres y obras merece una indagación lectora profunda y de largo aliento que también tiene su cuota de prohibición y persecución cuando se tratan los temas más actuales.
Una literatura en expansión
Muhammad Husayn Haykal, publica en 1914 la que está considerada, no solo la primera novela escrita en árabe de Egipto, sino también del mundo árabe. Se titula Zaynab. Al respecto de la anterior consideración, las opiniones no son homogéneas, para un sector académico se cae en el simplismo al señalar que lo que más se subraya es que la novela de Haykal tenía un carácter «auténticamente egipcio» y no era una derivación de temas europeos. Así, la crítica defiende la pureza cultural aun admitiendo que Haykal escribió Zaynab mientras estudiaba Derecho en Europa, y que “los exuberantes paisajes «egipcios» descritos en la novela deben mucho al paisaje suizo que rodeaba a Haykal mientras escribía” (Arabalit).
Tras Haykal surgieron otros escritores tan importantes como Yúsuf Idris (Una cuestión de honor), el pionero también en cuanto al teatro árabe Tawfiq al-hakim (Diario de un fiscal rural) o Taha Hussein (Los días). Aunque, sin duda, el que mayor reconocimiento ha tenido ha sido Naguib Mahfuz, con una obra que oscila entre el realismo y el simbolismo, siendo el más traducido de los escritores egipcios.


Unas décadas después emergen Nawal al-saadawi (Mujer en punto cero), Alaa al-aswany (El edificio Yacobián, El automóvil club de Egipto, La república era esto), Salwa Bakr (El carro dorado), Bahaa Taher (El oasis) o Radwa Ashour (Granada). La de Ashour gira en torno a la última mujer de Al-Ándalus y según las propias palabras de la escritora «Cuando publiqué la tercera parte de mi trilogía Granada, se me acusó de que, en realidad, escribía sobre Palestina. Yo, en realidad, estaba escribiendo sobre Granada. Pero luego fui descubriendo una visión agridulce. Me di cuenta de que escribía en torno a Granada, pero con Palestina presente«.
Junto a ellos están aquellos escritores que producen sus obras en otras lenguas. En francés escribían el poeta Edmond Jabès (El pequeño libro de la subversión fuera de sospecha) o Albert Cossery (Mendigos y orgullosos) quien terminará instalándose en 1945 en un céntrico hotel de París, donde vivirá hasta su muerte ocurrida en 2008. Y en inglés, Ahdaf Soueif (El mapa del amor) o Waguih Ghali quien perteneció a la rama pobre de una familia de terratenientes de la minoría cristiana de Egipto y escribió una única novela: Cerveza en el club de snooker.
La nueva narrativa egipcia
La novela de los años 60 estaba llena de compromiso político. Frente a ella, surge la denominada “generación de los 90” que, según el crítico literario Sabri Hafez enfrentó una triple crisis: socioeconómica, cultural y política. Así, surgió una oleada de jóvenes escritores que rompieron con las normas formales anteriores para reflejar una realidad irracional y engañosa. Corriente que no fue bien recibida, tal y como Hafez recoge, ni por el establishment literario egipcio, ni por los medios de comunicación escritos, principales periódicos y revistas literarias de Egipto[2] Sin embargo, no estamos ante un grupo homogéneo: hay escritores con inquietudes de crítica social y otros que prefieren escribir sobre lo irreal, experimental o absurdo.

Un destacado representante de esta generación es Ezzat El Kamhawi, quien nació en los años 60 y estudió periodismo en la Universidad de El Cairo. En 1993 ayudó a fundar el principal periódico literario de Egipto, Akhbar Al-Adab y en 2011 se trasladó a Catar para convertirse en redactor jefe de la revista cultural Doha Cultural Magazine. Es autor de 10 libros, entre los que se incluyen 4 novelas y 2 colecciones de relatos cortos.
En 2012 ganó la Medalla de Naguib Mahfuz por su novela, escrita en origen en árabe, Bayt Al-Dib (House of Al-Dib). Esta obra, una auténtica saga familiar con árbol genealógico, arranca con un amor que pudo ser y no fue: el de los jóvenes Muntasir y Mubarka, mientras atraviesa casi 100 años de historia, centrándose sobre todo en ella, Mubarka. “El placer de leer este libro reside en animar a las personas a encontrar la felicidad a pesar de las limitaciones y expectativas sociales”. La obra de Ezzat comprende tanto la búsqueda de lo estético como el prisma social, político o histórico, ya que todo está entrelazado en su narrativa, huyendo de un cierto individualismo que caracteriza a los integrantes de la generación mencionada.
La segunda ola de la nueva novela es la de 2000, en concreto desde el 2003 y con novelistas nacidos en la segunda mitad de los 70. “Esta ola contiene distintas escuelas y tendencias literarias, entre las que destacan: la realista, costumbrista, satírica, policiaca y la novela negra. Además de estos géneros que representan el grueso de la narrativa egipcia, está la novela fantástica o extraña (…) Es una novela nacida en un contexto sociocultural donde el terrorismo ocupa un lugar destacado, y donde el islam político ya tiene listo un proyecto de ascenso al poder, y donde la dictadura de Mubarak juega con los intelectuales el juego del palo y de la zanahoria, mientras se aprovecha del islamismo extremista y lo nutre para tener un pretexto razonable para mantener el régimen dictatorial”, según Ahmad Abdulatif. [3].
Algunos miembros de esta generación de jóvenes narradores son Mansoura Ezeddin, Tareq Imam, Mohamed Rabie (Mercurio), Nael Al Tukhy o Yousef Rakha.

Junto a ellos está Ahmad Abdulatif que es además periodista y traductor. Referencia de la literatura contemporánea egipcia, que se mece en el reino de la distopía, es un innovador tanto de la forma como del lenguaje. Su dilatada trayectoria es un muestrario de obras con personalidad propia, que surgen de un imaginario, el suyo, tan original como sugerente. Todo le sitúa a la cabeza de los jóvenes escritores que están en la actualidad narrando Egipto desde un espectro amplio y exigente. Es poseedor de premios y nominaciones tan importantes como el Premio Nacional de novela, en dos ocasiones se ha alzado con el Sawiris y ha sido finalista del IPAF (Booker prize árabe).
En castellano podemos leer dos obras como ejemplo de lo anterior. El libro del escultor (Libros de las malas compañías, 2023, traducción del árabe de Rafael Rodrigo y Laura Salguero Esteban) y La fortaleza de polvo (Relee, 2019, traducción del árabe de Covadonga Baratech). El primero, es un ejercicio de múltiples interpretaciones, con una técnica rompedora, de transmisión de lo que supuso el fracaso de las primaveras árabes y el comienzo de un camino incierto que se dirimía entre el ejército o los islamistas, a través de un universo circular condenado a repetirse. El segundo, surcado por un lenguaje poético y nostálgico, nos sumerge en la expulsión de los moriscos, bajo la necesidad de escribir para transmitir y no olvidar y a la postre para no ignorar.
Contrariamente a lo que sucede en Europa, en el mundo árabe, y en Egipto en particular, “se demanda un amplio y profundo conocimiento de las grandes obras y autores de la literatura europea y occidental”. La traducción es el puente necesario para conseguirlo. Y este es uno de los trabajos que desempeña el hombre que aparece en esta fotografía conversando en el Café de los espejos, en la capital egipcia, allí donde Mahfuz pasaba las tardes. A Abdulatif le solicitan cada vez más traducciones en su país natal. Así, ha traducido además numerosas obras de la literatura española y latinoamericana al árabe. Cortázar, Borges, García Márquez o Saramago figuran en su lista y afirma que hay un grandísimo interés por estas literaturas en Egipto. Para muestra las 7 traducciones que lleva de Juan José Millás.

Otro ejemplo de esta nueva narrativa egipcia, esta vez en femenino es Hebatallah Ahmed, una joven escritora, nacida en Alejandría, que se dedica profesionalmente al campo de la salud mental, campo sobre el que tiene un doctorado. “La última generación de escritoras se mira a sí misma, observa su entorno e intenta proyectar una imagen de la mujer árabe actual que se conforma fuera de los paradigmas tradicionales (…) Su literatura es un discurso que condena la desigualdad, que hace cimbrear los durables binomios tradición/modernidad, Oriente/Occidente, público/privado, para reprobar unos códigos sociales que se mantienen inalterables”, en opinión de Mª José Rebollos[4].
Hebatallah Ahmed, que se declara admiradora de la obra de Ben Okri o del libio Ibrahim al-koni, ha publicado tres colecciones de relatos cortos en árabe y ha ganado el Sawiris en 2024 junto con otros premios. Su obra es original y con elementos más fantásticos, en uno de ellos una columna de una estación de tren de Alejandría narra las historias, sobre todo las de las mujeres, que va conociendo en su transitar. Así la escritora desde este punto de partida tan original nos habla de las realidades de hoy en día.
[1] The African Book Industry. Published 2025 by UNESCO. Open Access.
[2] “La nueva novela egipcia”. Sabri Hafez. New Left Review nº 64
[3] “Lo irreal y lo experimental en la nueva novela egipcia y la luz nueva y sus vínculos con Borges”. Ahmad Abudlatif, MEAH, Sección árabe-islam
[4] “Nuevos espacios femeninos en la narrativa egipcia actual: Reem Bassiouney”. Mª José Rebollos. Feminismo/s 39, January 2022, 241-265
Comparte