Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/12/09/288a-d09.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Jason Melanovski 09.12.23
Tras el catastrófico fracaso de la ‘contraofensiva’, el régimen de Zelensky se enfrenta a una desastrosa situación política, en medio de una creciente oposición popular a su gobierno y una escalada de los conflictos con la cúpula militar.
Un reciente artículo de The Economist, que cita datos de encuestas internas del gobierno ucraniano, revela que el apoyo al presidente Volodymyr Zelensky se ha desplomado a sólo el 32%, tras el fracaso de la contraofensiva del país durante el verano y el estallido de una lucha política abierta con los militares dirigidos por el general Valery Zaluzhnyi. The Economist llegó a caracterizar la relación entre Zelensky y Zaluzhnyi como ‘terrible’.
Por el contrario, el apoyo a Zaluzhnyi se situaba en el 70%. Incluso el jefe de la Inteligencia Militar, Kirill Budanov, obtuvo mejores resultados que Zelensky, con un 45% de aprobación.
Hasta ahora, Zelensky y su entorno han respondido a estos informes culpando a la ‘propaganda rusa’. Sin embargo, el lunes, el principal periódico digital ucraniano, Ukrainska Pravda, publicó un reportaje en el que documentaba las crecientes desavenencias entre Zelensky y los militares, y sus temores ante la entrada de Zaluzhnyi en política.
Según el artículo titulado ‘War vs. Politics: What is really going on Between Zelensky and Zaluzhnyi’ (Guerra v. Política: Lo que realmente ocurre entre Zelensky y Zaluzhnyi), Zelensky y su gabinete empezaron a ver a Zaluzhnyi como un problema en la primavera del año pasado, cuando las encuestas del gobierno seguían mostrando un creciente apoyo a los militares y a Zaluzhnyi en concreto.
Las organizaciones ‘occidentales’ anónimas citadas en el artículo han seguido claramente el declive de Zelensky y el ascenso de Zaluzhnyi. ‘Algunas organizaciones extranjeras han llevado a cabo recientemente focus groups en Ucrania para ver por sí mismas qué nichos políticos han aparecido ahora en nuestro país’, declaró a Ukrainska Pravda un alto funcionario ucraniano no especificado, que pidió al influyente medio no especificar ni su nombre ni su cargo.
En abril, la relación empeoró drásticamente cuando Zaluzhnyi intentó crear su propia organización benéfica para apoyar el esfuerzo de guerra, lo que provocó la ira del jefe de la Oficina del presidente, Andriy Ermak. El medio detalló la intromisión de Zelensky en las decisiones militares y sus intentos de socavar a Zaluzhnyi creando ‘vías paralelas’ de comunicación con otros oficiales militares rivales, como Alexander Syrsky, comandante de las fuerzas terrestres, y el comandante de la Fuerza Aérea, Nikolay Oleshchuk.
Las tensiones entre Zelensky y la cúpula del ejército aumentaron aún más cuando, a principios de agosto, Zelensky destituyó a los comandantes regionales de reclutamiento del país a raíz de un escándalo de corrupción en el que, al parecer, los militares aceptaban sobornos de hasta 10.000 dólares para evitar el reclutamiento. Desde entonces, se ha producido un fuerte descenso en los niveles de reclutamiento y dotación de personal, agravando lo que ya es una grave escasez de mano de obra en el frente.
Ahora, Ucrania está considerando un nuevo plan de movilización que incluirá el reclutamiento de adolescentes, ancianos, mujeres y el retorno forzoso de ucranianos en edad militar a toda Europa, que huyeron del país para evitar luchar en la sangrienta guerra respaldada por la OTAN.
En octubre, Zaluzhnyi publicó un ensayo y una importante entrevista en The Economist, en la que admitía que Ucrania se encontraba en una situación militar desastrosa y que la guerra había llegado a un ‘punto muerto’.
Poco después, Zelensky y su entorno decidieron cancelar las elecciones presidenciales que debían celebrarse el año siguiente. En un abierto respaldo a las formas dictatoriales de gobierno, Zelensky declaró entonces: ‘Y si necesitamos poner fin a una disputa política y seguir trabajando en unidad, existen estructuras en el Estado capaces de ponerle fin y dar a la sociedad todas las respuestas necesarias’.
El mismo día en que Zelensky anunció la anulación de las elecciones, uno de los ayudantes y amigos más cercanos de Zaluzhnyi se inmoló con una granada de mano que había sido entregada en su casa como ‘regalo de cumpleaños’ por alguien del ejército. Zelensky también inició otra purga del ejército.
La crisis política del régimen de Zelensky es un síntoma de una crisis mucho más amplia de toda la clase dominante ucraniana y de la desastrosa guerra, emprendida por las potencias imperialistas en el país, contra Rusia. Han surgido los primeros signos de una creciente oposición a la guerra, con manifestantes en todo el país que exigen que se fije un plazo para el despliegue en el frente. Con prácticamente todos los hogares afectados y el asombroso coste humano de la guerra, la generalizada y creciente reticencia a luchar entre la población ucraniana se están volviendo casi imposibles de negar.
La semana pasada, el exasesor político de Zelensky, Alexey Arestovich, reveló que entre 200.000 y 300.000 soldados ucranianos habían muerto en la guerra, mientras discutía el fracaso de una propuesta de acuerdo de paz alcanzado en Estambul en la primavera de 2022. Un acuerdo que fue posteriormente aplastado por el primer ministro británico, Boris Johnson. Arestovich declaró que es poco probable que la OTAN ofrezca a Ucrania una membresía plena en el corto plazo mientras Ucrania sufre la carga de luchar y morir. ‘¿Dónde está la OTAN? ¿Nos acepta o no? ¿Y nos aceptará? …Entonces los 200 mil [militares ucranianos] o los que sean, 300 mil, seguirían vivos’.
Nunca antes alguien tan cercano al régimen de Zelensky como Arestovich había admitido las enormes pérdidas de vidas sufridas por las fuerzas ucranianas en la guerra. Los números parecen confirmar las cifras citadas por el Kremlin, que afirma que más de 125.000 soldados han perdido la vida sólo desde el inicio de la contraofensiva en junio. La población ucraniana antes de la guerra rondaba los 40 millones, 300.000 muertos constituyen el 0,75% de la población total; muchos más son heridos y lisiados permanentes.
Arestovich sugirió además que 4,5 millones de hombres ucranianos, casi la mitad de la población masculina ucraniana, habían huido al extranjero para evitar el servicio militar y que entre el 30 y el 70 por ciento de las unidades militares están formadas por ‘refuseniks’ que han desertado. Una mujer ucraniana declaró al WSWS que algunas unidades del frente sólo cuentan con dos o tres soldados combatientes, en lugar de los 30 necesarios.
A principios de octubre, el Centro de Investigación de Política Económica en Europa publicó un informe titulado ‘El impacto de la guerra en el capital humano y la productividad en Ucrania’, en el que se detallan las enormes pérdidas socioeconómicas como consecuencia de la guerra, de las que la sociedad ucraniana quizá nunca se recupere.
El informe afirmaba: ‘Se calcula que la reconstrucción de las infraestructuras físicas dañadas y destruidas alcanzará entre el 130% y el 330% del PIB ucraniano anterior a la guerra COVID …. Puede llevar aún más tiempo y resultar más difícil compensar las consecuencias negativas de la guerra sobre el capital humano de Ucrania’. El informe proseguía: ‘Para Ucrania, se calcula que las pérdidas de capital humano alcanzarán su punto álgido de aquí a 2035, en torno al 3,6% (0,9% debido a las pérdidas de aprendizaje y 2,7% a las pérdidas de cualificación de los trabajadores). El efecto durará unos 35 años y disminuirá hasta que la última cohorte afectada se retire de la población activa a los 65 años, en 2085’.
Estas cifras son tanto más asombrosas cuanto que se calcularon sin conocer el verdadero número de víctimas, que es un secreto muy bien guardado en el seno de la clase dirigente ucraniana. Cifras como las citadas por Arestovich, que intenta cínicamente construir su propia marca política en oposición al régimen cada vez más impopular de Zelensky, sólo dan una idea del verdadero número de muertos del conflicto.
No obstante, las afirmaciones de Arestovich, combinadas con un devastador informe publicado esta semana por el Washington Post en el que se detalla el fracaso de la contraofensiva del verano, son una clara prueba de la desastrosa situación militar y de la criminalidad de la guerra imperialista emprendida por la OTAN contra Rusia en Ucrania.
En medio de la escalada de luchas internas dentro de la clase dominante ucraniana y la ampliación de lo que es un nuevo conflicto global a Oriente Medio, la clase obrera de Ucrania debe desarrollar su oposición a esta guerra basada en sus propios e independientes intereses de clase y como parte de un creciente movimiento internacional de trabajadores y jóvenes contra la guerra imperialista y el genocidio en Gaza.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de diciembre de 2023)