Con quién vamos a la guerra

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La Federación Rusa es la única nación y su gobierno los que se atrevieron a parar el avance del neonazismo en Europa, cuyo epicentro táctico es Ucrania (por ahora), pese a que los rusos saben que tanto el gobierno de los Estados Unidos de América (EEUU), como sus gobiernos satélites de la OTAN han venido preparándose en todo sentido para atacar Rusia y liquidar su avance como una de las potencias del nuevo mundo multicéntrico y pluripolar.

Con quién vamos a la guerra

Desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se ha venido haciendo la cama para liquidar lo que hoy conocemos como la Federación Rusa. El celestinaje al sentimiento pronazi que ha emergido entre tanto resentimiento y canibalismo tribal, los gringos han sabido aprovecharlo y lo ha insuflado, para extender su hegemonía y, así, alcanzar su hegemonía mundial imperial, toda vez que liquide por mampuesto a Rusia, siga con China, India y todas las naciones emergentes y libérrimas del mundo, entre las que cuentan: la gran nación árabe y sus países que han buscado la paz, reconciliación y unión entre todos ellos; las naciones y países que conforman el mundo musulmán (quienes representan la mayoría religiosa mundial, que profesa el Islam); la pura y rica nación africana; la mayoría de países de la nación asiática, la libérrima nación oceánica; y la gran nación híbrida latinoamericana y caribeña, en constante tensión ante los avances de quienes pujan por colonizarnos ideológica y culturalmente.

Huelga comentar las razones que se resumen en la principal determinación: la económica. Esto significa que el mundo avanza hacia una nueva decantación, la que finalmente se dirime en una guerra mundial, cuando los pueblos se emancipan, con o sin sus gobernantes.

El experimento de todo cuanto se advierte en este escrito está en la jugada mediática y golpe de Estado en Ucrania en el 2014, para que EEUU impusiera un gobierno títere que, a su vez, activó la primera línea del nazismo mundial, los que comenzaron en razzias, en “genocidio”, palabra que no suena tan fuerte, pero que significa asesinato en masa, de niños, ancianos, mujeres, jóvenes y hombres, en Lugantsk y Donietsk, mientras que Vladimir Putin y Alexander Lukashenko, por ejemplo, fueron unos parias, junto con otros cinco o seis jefes de Estado y de gobierno, denunciando este terrible crimen de lesa humanidad.

En el seno de la ONU hubo la misma cabronería como la han tenido con los gobiernos genocidas o criminales sionistas de Israel, los que a cada hora asesinan palestinos y colonizan sus tierras (en una yunta de militares genocidas y colonos extremistas), hasta extinguir a los palestinos de la faz de la tierra y que no tengan quién reclame a los judíos por el suelo robado a los palestinos.

Mejor suerte han corrido los vecinos miembros de la ex Unión Soviética, porque Vladimir Putin y los rusos han tenido las bolas cuadradas para enfrentar a los hijos de Hitler y sus profetas.

Hoy, con la innegabilidad de la existencia de la realidad concreta del nuevo mundo multicéntrico y pluripolar, nos vamos alineando y sabemos con quién vamos, aunque algunos juegan a tener dos amantes: le pelan los dientes a Rusia,  al mismo tiempo que de sus tierras salen mercenarios a combatir rusos (aunque están regresando difunteados o quedan sembrados en las zonas de combate); le piden ayuda humanitaria y alimentos a China y Rusia, a la vez que esperan los dictámenes de EEUU, hablan de soberanía y le piden dinero a Rusia y China, ahora, al Banco de los BRICS, al mismo tiempo que dolarizan la economía de su países.

En la vida, sea la cultura que sea, los errores se perdonan y se disculpan, porque los errores se enmiendan. La traición no. Estamos llegando a un punto de no retorno bélico mundial. Creo que la mayoría sabemos con quién vamos, porque tenemos memoria histórica, tenemos las heridas abiertas de las agresiones a nuestros pueblos y sabemos que el Gigante de Siete Leguas no es tal. Venceremos.

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