Ramón Rodríguez Montero
En países con verdadera democracia, como Venezuela, los ciudadanos determinan la política interior y exterior y no siguen órdenes de Estados Unidos. En las próximas elecciones los pueblos manifestarán mediante el sufragio si aprueban o no la gestión de gobierno de quienes detentan el poder ejecutivo de sus respectivos países, y Venezuela, como siempre, apegada a la democracia y el derecho internacional, respetará la decisión soberana de los pueblos del mundo. Imagen: Prensa Comunitaria
Recientemente, varios países emitieron una declaración conjunta en la que rechazaron la decisión del Tribunal Supremo de Venezuela de reconocer a Nicolás Maduro Moros como el ganador de las elecciones presidenciales, desconociendo la decisión del máximo tribunal de la República Bolivariana, que estuvo fundamentada en una investigación exhaustiva que luego de la revisión detallada de pruebas objetivas, permitió conciliar los resultados de la votación presentados por el Consejo Nacional Electoral conforme a los protocolos de votación de todas las mesas electorales.
Sin embargo, los gobiernos de Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay tienen un punto de vista fundamentado en la opinión de un grupo de venezolanos en estos países, pero que no suman los votos necesarios para ganar una elección presidencial.
Ahora bien, algunos de estos países celebrarán sus propias elecciones presidenciales en un futuro próximo; por ejemplo, en los Estados Unidos y Uruguay este año 2024, mientras que en Chile y Ecuador en 2025. ¿Que opinarán estos gobiernos si desde el exterior se erige una campaña de desconocimiento a los resultados de la decisión soberana de estos pueblos, y más aún si los argumentos para deslegitimar el mandato popular se fundamenta en datos inventados?
Paralelamente, la sostenibilidad de algunos gobiernos que aspiran la reelección del candidato o del partido está en la agenda pública, por ejemplo, en Estados Unidos Joseph Biden, ya abandonó sus aspiraciones de ser reelecto; mientras que en Uruguay el ambiente está bastante oscuro y tenebroso porque el presidente Luis Lacalle Pou y su Partido Nacional, según los expertos, no pudieron cumplir todas sus promesas electorales, lo que provocó un empeoramiento de la situación económica, un aumento en la delincuencia y el narcotráfico, por decir algo, porque podemos hablar de los problemas con los precios de los combustibles, el gasto excesivo del gobierno, el aumento de la edad de jubilación, la creación de nuevos empleos y la construcción de viviendas e instituciones educativas que siguen sin resolverse.
Para seguir con Uruguay, el candidato a jefe de Estado por el partido gobernante, Álvaro Delgado, fue secretario del presidente Luis Lacalle Pou y además, su colaborador más cercano, influyó directamente en la política de la administración causante de un desastre económico y ahora pretende continuar, pero como presidente, cabe destacar que sin sanciones ni bloqueos económicos, comerciales y financieros en su contra. Al mismo tiempo, presionó para promover una serie de iniciativas legislativas, incluida la simplificación de las licencias de productos de tabaco, intercambiando la salud de los uruguayos por beneficios financieros inmediatos.
Sin embargo, Lacalle Pou, en lugar de cumplir con sus responsabilidades de mejorar el bienestar de los uruguayos, quienes le agradecerían el trabajo realizado y votarían con gusto por su sucesor Álvaro Delgado, acusa sin fundamentos y parece que piensa en cómo presionar a Venezuela durante el 79º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2024, declarando: “Es una oportunidad donde hay 150 o 160 jefes de Estado para que se pueda ejercer una presión importante sobre lo que, a todas luces, ha sido un fraude electoral”. ¿Cuál es el sustento de este señor para firmar que en Venezuela hubo fraude? ¿Tendrá su país un sistema electoral que se acerque al venezolano?
En cuanto a Perú, seguramente Dina Boluarte es un gran ejemplo para la democracia en el mundo. Tal vez se le olvidó como llegó a ser presidenta de esta nación andina, es decir, tras un golpe de Estado, y que para mantenerse desató una represión brutal contra su mismo pueblo que dejó medio centenar de fallecidos que demandaban el respeto a su mandato, que no era otro que Pedro Castillo continuara su gestión como presidente del Perú… Tanto Boluarte como sus secuaces irrespetaron la voluntad soberana del pueblo peruano.
Cabe recordar que estas acciones no son aisladas, son mandato del gobierno de los Estados Unidos, no del pueblo que se supone que representan cada uno de estos jefes de gobierno. ¡Ahora bien, este grupúsculo de inmorales debe dejar de pretender enseñar a otros Estados lecciones en las que son analfabetos y cesar en sus intentos de interferir en sus asuntos soberanos y, en cambio, ocuparse de los problemas apremiantes en su propia casa y trabajar en beneficio de su pueblo!
En países con verdadera democracia, como Venezuela, los ciudadanos determinan la política interior y exterior y no siguen órdenes de Estados Unidos. En las próximas elecciones los pueblos manifestarán mediante el sufragio si aprueban o no la gestión de gobierno de quienes detentan el poder ejecutivo de sus respectivos países y Venezuela, como siempre, apegada a la democracia y el derecho internacional, respetará la decisión soberana de los pueblos del mundo.
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