
En el día de ayer, desde Afroféminas hemos iniciado una campaña de boicot a los productos de Jumilla. Esta acción responde a la decisión del Ayuntamiento de la localidad de prohibir los rezos colectivos en sus instalaciones, una medida que afecta de forma directa a la comunidad musulmana local. Creemos que esta decisión solo busca excluir y aislar a una comunidad que es fundamental para el tejido social y económico de la región, especialmente en la agricultura y la recolección de fruta. Con esta campaña, queremos dejar claro que el boicot es una herramienta legítima para resistir políticas discriminatorias.
El boicot ha sido una forma poderosa de lucha contra la injusticia a lo largo de la historia. Ha permitido a las comunidades oprimidas visibilizar sus demandas y expresar su descontento. En este caso, el boicot a los productos de Jumilla no va contra la economía local ni contra sus trabajadores, sino que es un rechazo directo a una decisión política que atenta contra los derechos y la dignidad de la comunidad musulmana. Cuando dejamos de consumir sus productos, estamos diciendo que la discriminación no será tolerada.
Queremos que se entienda que esta protesta no está dirigida a quienes trabajan en Jumilla. La comunidad musulmana está formada en gran parte por temporeros que se dejan la piel en la recogida de frutas y en la producción de bienes como el vino de denominación de origen Jumilla o la Pera Ercolina. Es muy llamativo el silencio de los agricultores y de la propia Denominación de Origen ante este asunto, cuando gran parte de su fuerza laboral es musulmana. Los trabajadores no son los culpables de las políticas del Ayuntamiento, sino las decisiones que se toman en las instituciones. Por eso, nuestro boicot es una muestra de solidaridad con ellos, por encima de cualquier interés económico.

Hemos echado en falta la implicación de esa parte de Jumilla que, de forma privada, se opone a esta discriminación. Queremos dejar claro que no estamos defendiendo una religión, sino que denunciamos la utilización de la fe como excusa para expulsar a la comunidad musulmana del ámbito público. Se trata de una comunidad a la que se usa como mano de obra barata para el campo, pero a la que se quiere fuera de las calles de la localidad.
Como consumidoras, tenemos una responsabilidad ética y política en nuestras compras. Nuestro poder va más allá del simple hecho de adquirir un producto, tenemos la capacidad de influir en las decisiones políticas. Al decidir no apoyar los productos de Jumilla, actuamos desde nuestras convicciones y mostramos cómo las decisiones de consumo tienen un impacto real en las políticas que afectan a las comunidades vulnerables.
La discriminación institucional perjudica a las personas y ataca su dignidad. Cuando el Ayuntamiento de Jumilla prohíbe los rezos colectivos, está negando el derecho a la libre práctica religiosa de toda una comunidad. Al boicotear sus productos, defendemos la dignidad de la comunidad musulmana y exigimos respeto por sus derechos fundamentales.
Esta acción también es un acto de unidad. Si bien podría parecer que perjudica a algunos trabajadores, lo que realmente está en juego son las estructuras de poder que permiten estas decisiones discriminatorias. La unidad contra la discriminación es más importante que cualquier interés económico. Por eso, este boicot es una accióon en contra de la exclusión de la comunidad musulmana, y también un gesto de unidad contra todas las formas de discriminación que sufren las comunidades racializadas y minoritarias.
Desde Afroféminas nos oponemos firmemente a la exclusión y defendemos la solidaridad, la dignidad y la justicia. Nos unimos a la lucha por los derechos de la comunidad musulmana en Jumilla y recordamos que, como sociedad, es nuestra obligación resistir las políticas que buscan excluir, discriminar o marginar a cualquier grupo. El boicot es una forma de que nuestras elecciones como consumidoras se conviertan en un reflejo de nuestra lucha por la justicia social y el respeto a la dignidad humana.
Afroféminas
