¿Cómo se va usted con Errejón a su casa?”

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@SPlazaque                                                                                                                          21 ene 2025 09:50

El duro interrogatorio del juez Adolfo Carretero hacia Elisa Mouliaá, quien denuncia haber sido agredida sexualmente por Íñigo Errejón, demuestra que los avances del feminismo se siguen estrellando contra el bloqueo de las togas.
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-¿Decía usted a caso yo me quiero ir? ¿Usted le dijo que parara?

-No, le dije que estaba muy incómoda

– Muy incómoda no, ¿le dijo que parara?

En 2016 la jueza Carmen Molina preguntaba a una mujer víctima de agresiones sexuales por parte de su ex pareja si había cerrado bien las piernas. En 2018, el juez Ricardo González, que formó parte del Tribunal que juzgó a La Manada, vio un “ambiente de jolgorio” en una escena en la que cinco hombres sometían a una mujer en un portal. En 2022 se aprobaba la ley de sólo sí es sí que imprime un cambio de paradigma en donde el centro no lo ocupa la posible resistencia o no de la víctima, si no el consentimiento de esta. En 2025 el juez Adolfo Carretero protagonizaba el duro interrogatorio que abre este artículo a Elisa Mouliaá, quien denunció al exdiputado de Sumar, Íñigo Errejón por agresión sexual. Pone en entredicho que se resistiera de manera efectiva. “¿Cómo se va usted con ese señor a su casa?”, le cuestiona. Deposita toda la carga de la prueba en sus hombros. Pasa el tiempo, cambia la legislación, pero los avances siguen estrellándose contra el mismo muro de togas.

Los vídeos, que se hicieron públicos este lunes 20 de enero, desvelan escalofriantes fragmentos como el anterior, en los que Carretero juzga a Mouliaá, que es la demandante, con un claro mensaje disciplinador. El juez valora “cosas extrañas” en la denuncia de Mouliaá y no vacila a la hora de revictimizarla y ponerla contra las cuerdas. Pero no solo eso, desenfunda un tono soez al preguntarla si se había bajado las bragas o cuánto tiempo estuvo Errejón lamiéndole los pechos.

Errejón defiende ante el juez su inocencia en un interrogatorio plagado de compadreo. “Vamos a repasar lo que dice ella y lo que quiero que me cuente usted”, inicia el diálogo Carretero

Del otro lado, Errejón defiende ante el juez su inocencia en un interrogatorio plagado de compadreo. “Vamos a repasar lo que dice ella y lo que quiero que me cuente usted”, inicia el diálogo Carretero. Un diálogo en el que el juez resume que lo que han mantenido ambos es un “magreo”.

Juzgándola por otros hechos

-Yo estaba muchísimo más ebria de lo normal. Al salir de la habitación tengo como lagunas. Lo único que recuerdo es a él poniéndome la chupa.

-Usted en la denuncia no dijo que estaba ebria. Es que no ha dicho jamás que estuviera ebria.

-Es que como me preguntaron por los hechos, la policía no me preguntó por eso.

Uno de los detalles que trascendieron durante el día de la vista en la que se juzgaba a Errejón es que Mouliaá no descartó que el exdiputado de Sumar hubiera depositado alguna sustancia en su copa. Lo que aún no se sabía era el tono acusador que empleó el juez al dudar del estado de embriaguez de la demandante, como se muestra en el fragmento anterior.

Declaración Errejón

Lo que sí se conocía ese día, y que podría habernos dado pistas sobre el color de los acontecimientos sucedidos en esa sala, es que el juez admitió que la defensa preguntara a Mouliaá por una denuncia anterior emitida contra su ex y que fue archivada. “No se archivó (como se ha publicado), yo retiré la denuncia para que mi hija tuviese a un papá presente”, se ha defendido la actriz.

Solo el 11,1% de las mujeres que han sufrido violencia sexual fuera de la pareja lo denuncia. Si el cuestionamiento de la víctima es lo que prevalece en los juzgados, estas cifras no deberían extrañarnos

Más allá de eso, lo que no se debería de consentir en una sala es que las mujeres fueran cuestionadas por hechos que no se están juzgando en ese momento, y menos cuando se trata de la denunciante y, por tanto, no ha de demostrar antecedentes de ningún tipo para ser creída. Es más, hemos de entender que no es la credibilidad de la víctima lo que se juzga, se juzga al agresor y es él quien debe de demostrar su inocencia.

Según la Macroencuesta sobre violencia de género de 2019, solo el 11,1% de las mujeres que han sufrido violencia sexual fuera de la pareja ha denunciado alguna de estas agresiones en la policía o en el juzgado. Si el cuestionamiento del pasado de la víctima es lo que prevalece en los juzgados, estas cifras no deberían extrañarnos.

En vistas como la que estamos analizando, se envían mensajes amenazantes y aleccionadores que desmotivan las denuncias, por mucho que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, y el ministro de Interior, Grande Marlaska, animen a las víctimas a acudir a comisaría y obvien que existen otros tipos de protección que no las obligan a pasar por el túnel de la revictimización que es lo que está sucediendo en los juzgados.

Espacio Igualdad - 8

Una contra ola en la judicatura

-¿Nadie le vio con él saliendo por la puerta?

-Yo no recuerdo, tengo la imagen de él poniéndome la chupa y el bolso y me dijo “venga que nos lleva esperando el coche cinco minutos”.

-Pero vamos a ver… Usted ha sido objeto, no ya de un beso, es que son tocamientos a la fuerza en una habitación. Es que no se entiende que continuara con este señor, o que no le dijera algo. O hiciera un gesto… aguantar irse con él.

-Créame que yo a día de hoy tampoco lo entiendo.

Cuando acaba esta frase, Mouliaá resopla. Su voz se quiebra y una sensación de asfixia inunda la sala. Sensación que captamos las que, absortas, observamos como buena parte de lo que creíamos alcanzado tras estos años de lucha sigue suponiendo un gas sarín para las mujeres que acuden a los juzgados.

Podría parecer que han pasado siglos desde que la ola feminista comenzara a cuestionar los posicionamientos de la justicia entorno a la violencia sexual, lucha que logró un cambio de paradigma en la ley. Con la nueva legislación, y siempre sobre el papel, la violencia y la intimidación, hechos que anteriormente se debían probar para que los jueces discernieran entre abuso y agresión sexual en los hechos juzgados, las mujeres ya no deberíamos demostrar nada más allá de la ausencia de consentimiento. Pero no es así. Los avances del feminismo se siguen estrellando contra el bloqueo de las togas. Unas togas que, no olvidemos, nada más ser pública la nueva ley, intentaron boicotearla con la cascada de rebajas de penas aplicadas a agresores.

-¿Por qué usted a tardado más de tres años en denunciar a este señor?

-No me atrevía.

-¿Por miedo a Errejón?

-Sí.

En un momento del interrogatorio Mouliaá admitía entre lágrimas los motivos por los que no denunció a Errejón, tras ser cuestionada por el magistrado. El problema, señor juez, es que el miedo no es solo al agresor. El problema es que también tenemos miedo a las instituciones. Y ese miedo, por el momento, no hay quien nos lo quite.

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