«Cómo Europa subdesarrolló a África»: Un libro que sigue doliendo

 

Imagínate un libro escrito hace más de medio siglo que, al leerlo hoy, sigue sacudiendo tu manera de ver el mundo. Eso es lo que pasa con «Cómo Europa subdesarrolló a África» de Walter Rodney. Este historiador y activista de Guyana, asesinado trágicamente en 1980 por sus ideas, nos dejó una obra que es, además de un análisis brillante, una denuncia poderosa, de total vigencia hoy en día.

Rodney no era un académico encerrado en su torre de marfil. Era un tipo comprometido hasta la médula con la justicia para los pueblos africanos. Su libro, recién llegado al castellano de la mano de la editorial Capitán Swing y con un prólogo de la mismísima Angela Davis, es una llamada a mirar de frente una historia que nos sigue afectando a todas?

Walter Rodney

El título de Rodney es un puñetazo en la mesa. A contracorriente de quienes culpan a África de sus propios problemas, él demuestra que el subdesarrollo no es un destino ni una casualidad. Es el resultado directo de una relación abusiva. Europa no llevó desarrollo a África, llevó violencia, impuso sistemas económicos diseñados para su propio beneficio y destrozó las formas de vida y producción africanas.

Rodney va más allá de decir que el colonialismo fue «malo». Lo expone como una relación económica brutal y eficaz que enriqueció a las potencias europeas a costa de la devastación de África. Nos muestra cómo el florecimiento de Europa fue de la mano con la destrucción sistemática de las bases materiales, culturales y políticas de muchas sociedades africanas. Por ejemplo, explica cómo la imposición de monocultivos y las estructuras administrativas coloniales reemplazaron economías locales autosuficientes, o cómo el control europeo fue militar y se metió en las escuelas, las religiones y hasta en cómo se nombraba el mundo.
Una de las maravillas del libro de Rodney es su claridad. Aunque está lleno de datos históricos y económicos, no está hecho para los académicos. Está pensado para dar argumentos a quienes sufrimos las consecuencias, todavía hoy, las consecuencias del expolio. Cada capítulo es una prueba más de que el subdesarrollo de África fue provocado y sigue siendo mantenido por mecanismos globales, que afectan a todos las personas negroafricanas del planeta.

Por eso, leerlo hoy te da contexto y lenguaje. Te da las palabras para denunciar la deuda externa, el saqueo de recursos, el poder de las grandes empresas o las fronteras impuestas. Aunque no todo lo que vivimos hoy está en el libro, muchísimas de las raíces de nuestros problemas globales sí lo están.

El libro es, en esencia, una síntesis magistral de lo que significa el colonialismo en términos prácticos, materiales. No se queda en juicios morales, te muestra cómo las rutas comerciales, los tratados políticos y las decisiones económicas de los imperios estaban pensados para una única cosa: que África siguiera siendo una fuente de riqueza para otros.

Angela Davis y la conexión con el presente

La edición en castellano que acaba de salir a la luz de la mano de Capitán Swing, tiene un prólogo de Angela Davis que es una apertura. Davis ve en Rodney un autor brillante y un compañero de lucha, alguien que entendió que escribir también era una forma de actuar en el presente. Su texto une el análisis de Rodney con los movimientos antirracistas de hoy y nos recuerda la importancia de la memoria como parte de la resistencia. Es un gesto poderoso de reconocimiento entre mentes críticas que buscan la verdad lejos de las versiones oficiales.
Que «Cómo Europa subdesarrolló a África» esté disponible en castellano es una excelente noticia. Lo hace accesible a más gente y lo lleva a lugares donde este tipo de análisis todavía no forma parte de la conversación pública. Aunque se centra en África, su lectura interpela a cualquiera que quiera entender las desigualdades globales con una mirada estructural.

En un momento en que el racismo se disfraza de formas cada vez más sutiles, volver a Rodney es una forma de no dejarse engañar. Nos ayuda a recordar que las relaciones entre Europa y África no se entienden sin el poder económico. Nos ayuda a comprender que el legado del colonialismo sigue vivo en los tratados comerciales, las migraciones forzadas, las políticas extractivas y las historias que nos cuentan. Capitán Swing ha hecho una edición impecable, accesible y muy necesaria.
«Cómo Europa subdesarrolló a África» no es un libro para tranquilizarnos. No está escrito para consolarnos ni para darnos respuestas fáciles. Su fuerza está en la dureza de su análisis, en su documentación rigurosa y en la solidez con la que señala responsabilidades. Es, además, una manera de recordarnos que la historia la construimos las personas, y que el empobrecimiento de África no fue una fatalidad inevitable, ni que tampoco se debe a una supuesta falta de capacidad de los africanos.

En un momento en que estamos hablando de reparaciones, peticiones de perdón y justicia, leer a Walter Rodney nos permite perfeccionar nuestros argumentos. Esto lo lograremos desde el conocimiento bien construido, no desde la nostalgia ni desde eslóganes vacíos. Y eso, hoy, es más necesario que nunca.

Redacción Afroféminas

 

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