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Hubo un tiempo en el que la llamada “carrera espacial” era una cuestión exclusiva de Rusia y Estados Unidos. Se hablaba de las misiones Apolo o los viajes de la estación espacial Mir.
Ayer el panorama espacial cambió, apareciendo un tercer competidor, China, que anunció una primicia histórica: la recolección de muestras en la cara oculta de la Luna.
La sonda china Change-6 ha marcado un punto de inflexión al despegar de la superficie lunar con muestras tomadas a bordo de una región nunca inexplorada. La operación representa un importante paso adelante para el programa espacial chino, que pretende continuar la exploración lunar con una misión tripulada prevista para 2030.
El ascensor de la sonda logró salir de la superficie lunar y entrar en órbita, a pesar de las temperaturas extremas encontradas.
La misión, que comenzó el 3 de mayo, tuvo lugar en la gran cuenca del Polo Sur-Aitken, uno de los mayores cráteres de impacto del sistema solar, situado en la cara oculta de la Luna. Equipada con un taladro y un brazo robótico, la sonda tenía como objetivo recolectar muestras que pudieran revelar el origen del satélite natural.
Uno de los objetivos era detectar la presencia de uranio en la cara oculta de la Luna. Para ello, llevó a bordo un detector de radón, un gas radiactivo que se produce en el regolito (suelo lunar) mediante la desintegración del uranio.
También podría ayudar a comprender el hielo que tiene la Luna. Se podrían encontrar cantidades importantes en las regiones polares más frías, ocultas y protegidas de la luz solar.
Si se extrae, podría utilizarse en futuras bases espaciales.
La hazaña china no es sólo un avance científico, sino también un símbolo del lugar que por méritos propios le corresponde al país asiáticos en el mundo conteporáneo. Durante la misión, se exhibió por primera vez una bandera china en la cara oculta de la Luna, añadiendo la dimensión política de la proeza científica.
Las muestras recolectadas también podrían contribuir a una mejor comprensión del origen del sistema solar y facilitar la preparación de futuras exploraciones.
Si bien la CNSA aún no ha revelado los próximos pasos de la misión, se espera que las muestras permanezcan en órbita alrededor de la Luna durante algunas semanas antes de regresar a la Tierra. Este regreso se espera para finales de este mes, marcando una nueva etapa en lo que podría ser una serie de misiones lunares aún más ambiciosas.
Los planes incluyen no sólo misiones tripuladas sino también la construcción de una base lunar para 2030, lo que demuestra el compromiso de Pekín de convertirse en una potencia espacial.