China acelera el paso de su “socialismo con características chinas”

CEPRID                                                                                                                              Antonio Cruz

China es mucha China. Convertida en la gran amenaza para el Occidente colectivo y ahí está la última reunión de la OTAN en julio para certificarlo (1) -, está acelerando el camino para mostrar al otro mundo, al no occidental, que las cosas se pueden hacer de otra manera, sin agresiones ni injerencias, y que la prioridad es su propio pueblo. Suele ser recurrente la pregunta de si China es socialista o capitalista, y para intentar responderla lo que hay que hacer es lo que no siempre se hace: conocer qué dicen los chinos.

Quienes, como yo, hace tiempo llegaron a la conclusión de la putrefacción de Occidente y decidimos que había que prestar atención a otras latitudes, que son sobre las que está girando el eje del siglo XXI, de forma especial Eurasia, hemos estado viendo que desde la gran crisis capitalista de 2008 no había habido un evento del PCCh tan secreto como el Tercer Pleno del Comité Central del Partido Comunista de China, celebrado el pasado mes de julio. Eso significa que lo que se ha cocido en este pleno va a afectar al mundo y no solo a China. Pero, sobre todo, a China.

En lo que respecta a China, cuando se pone el énfasis en «la defensa de la soberanía y el desarrollo autosuficiente» (sic) se está diciendo que China se prepara, con fuerza y decisión, para separarse y desvincularse de los mercados occidentales. No por ella, por supuesto, sino porque es la decisión de Occidente, y más si Trump vuelve a ser presidente. Y eso hace que haya que prestar mucha, pero que mucha atención a lo que ocurra en la cumbre de los BRICS de este mes de octubre.

Es habitual en el lenguaje del PCCh las referencias ideológicas, y ahora no solo no han faltado sino que se han reforzado. Así, lo primero que aparece es la referencia la necesidad de «coordinar y promover» en el mundo los «Cinco Principios en Uno» (respeto a la soberanía e integridad territorial de cada país, no agresión, no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, igualdad en las relaciones, beneficio mutuo), ya propuestos en 1954 y que se basan en la propuesta de Lenin de «coexistencia pacífica» con los países capitalistas como una estrategia gradual para romper el bloqueo imperialista y llevar a cabo una exploración útil sobre cómo abordar las relaciones entre países con sistemas diferentes.

Ello va en paralelo con la profundización de los «Cinco en Uno» (la construcción económica es la base, la construcción política es la garantía, la construcción cultural es el alma, la construcción social es la condición y la construcción de la civilización ecológica es la base), que es en lo que se basa «el socialismo con características chinas», y, sobre todo, de los «Cuatro Integrales» (construcción integral de un país socialista moderno, profundización integral de la reforma como poderosa fuerza impulsora, estado de derecho integral, gobernanza integral y estricta del partido). Ambos principios están vinculados orgánicamente.

Por lo tanto, este tercer pleno ha decidido «coordinar situaciones nacionales e internacionales, coordinar el desarrollo y la seguridad, esforzarse por promover el desarrollo de alta calidad y promover y planificar aún más las reformas de manera integral, avanzar sólidamente en la construcción de la democracia socialista y el estado de derecho, fortalecer continuamente la propaganda ideológica y cultural, garantizar de manera efectiva los medios de vida de las personas y la protección del medio ambiente ecológico, salvaguardar resueltamente la seguridad nacional y la estabilidad social, promover vigorosamente la defensa nacional y la construcción militar».

Para ello, y reforzando el «sistema económico de mercado socialista de alto nivel», se hace hincapié en «la consolidación y desarrollo inquebrantable de la economía pública», alentando y apoyando también la no pública como complemento. De forma especial, se indica que este proceso se tiene que centrar en «la educación, la ciencia y la tecnología» (claramente está indicando la respuesta a la guerra lanzada por Occidente, EEUU en particular, contra China en este aspecto). Pero dejando muy claro que solo se puede fortalecer el sistema teniendo en cuenta que «el pueblo es el dueño del país», por lo que solo se puede defender y mejorar el sistema «encarnando de manera concreta y realista la propiedad del pueblo sobre el país en la vida política y la sociedad». Solo así se puede «llevar adelante el espíritu del estado de derecho socialista, salvaguardar la equidad y la justicia social, y promover integralmente el estado de derecho en todos los aspectos del cambio laboral del país».

Uno de los objetivos para el «desarrollo autosuficiente» es fortalecer la agricultura, por lo que se dedica bastante espacio a abordar el desarrollo de las áreas rurales y reducir la brecha entre estas y las ciudades. Una forma de hacerlo es «mejorar el sistema de servicios públicos básicos, fortalecer la construcción universal, básica e integral de los medios de vida de la gente, resolver los problemas de interés más directos y prácticos que más preocupan a la gente y cumplir constantemente con las necesidades de las personas de una vida mejor», para lo que «es necesario mejorar el sistema de distribución del ingreso, mejorar las políticas prioritarias de empleo, mejorar el sistema de seguridad social, profundizar la reforma del sistema médico y de salud y mejorar el sistema de servicios y apoyo al desarrollo de la población». Esta será la base sobre la que trabaja la ya anunciada planificación del XV Plan Quinquenal (2026-2030).

Esta no es una simple descripción de la transformación de China por sus propias fuerzas sin necesidad, como en Occidente, de saquear y explotar el resto del planeta. Es también una propuesta a estos pueblos del Sur mantenidos en subdesarrollo de la posibilidad de salvar la fase del capitalismo y su terrible sufrimiento. China, que ha experimentado las mismas humillaciones, ha podido asimilar lo que constituye la fuerza y la innovación del capital manteniendo en una jaula las fuerzas destructivas de la planificación, el socialismo y su Estado, su partido. El trabajo está lejos de estar terminado, pero esta agenda de trabajo del comité central del Partido Comunista Chino, precedida y seguida en todo el país por reuniones y debates a todos los niveles sobre el análisis y la implementación, dice lo que es la gobernanza china.

En un contexto de agresión y bloqueo occidental contra todo lo que no es occidental, contra el «orden internacional basado en normas», y del que China es uno de sus máximos exponentes, junto con Rusia, China ha puesto encima de la mesa claramente las prioridades y se ha trazado un plan para abordarlas, tanto a medio (el que será el XV Plan Quinquenal) como a largo plazo.

Está previsto que antes de fin de año se celebre el cuarto pleno, que dará mucha más información de lo que piensa y hace China previendo el futuro. Es más que probable que este cuarto pleno esté más enfocado en cuestiones internacionales y se habrá realizado después de la cumbre de los BRICS. Pero mientras el tiempo avanza hacia esa cita crucial, China está dando pasos acelerados en lo que ellos definen como “socialismo con características chinas”.

Otra Nueva Política Económica

Hace cuatro años, al hablar del XIV Plan Quinquenal (y ya está en marcha la redacción del XV Plan Quinquenal) no se podía decir con claridad si China era socialista o capitalista porque se estaba ante la fusión de la economía monetaria, del keynesianisno en sentido estricto, y de la planificación inicialmente soviética aunque remozada. Tal vez algo parecido a la Nueva Política Económica de Lenin. Tal vez. La diferencia, o el debate, está en que Lenin concebía le NPE como un sistema transitorio, un «obligado paso atrás», y China lo considera un gran paso hacia adelante y nada transitorio. La semejanza es que, en los dos casos, la economía permanece bajo la dirección y planificación del Estado aunque secundada por el capital privado. ¿Es esto el «socialismo de mercado» o «el socialismo con características chinas»? A tenor de lo acordado en ese tercer pleno y de los pasos que se están dando desde entonces, ya se puede decir que estamos más cerca de lo primero, del socialismo, que de lo segundo.

Inmersos en este prolegómeno del XV Plan Quinquenal (que se aprobará el año que viene), se está comenzando a discutir si la lucha de clases existe en China o no, y se dice que «después de la eliminación de la clase explotadora como clase, y en la etapa actual, la principal contradicción de nuestra sociedad es la contradicción entre las crecientes necesidades de personas para una vida mejor y desarrollo desequilibrado. Debido a factores internos y a la influencia de la situación internacional, la lucha de clases en cierta medida seguirá existiendo durante mucho tiempo y puede intensificarse en determinadas condiciones, pero ésta ya no es la principal contradicción». Aquí hay munición para unos y otros, pero es la definición más clara que yo he visto de lo que es el «socialismo con características chinas».

Porque en una pista más sobre lo que se está gestando tras el tercer pleno no es extraño ver cómo se han adoptado recientemente, o sea, en estos dos meses transcurridos, tres medidas que aceleran claramente el camino que se ha marcado.

La primera, que se ha pedido desde el Estado a las grandes empresas, estatales y privadas, que «devuelvan los salarios excedentes de los últimos cinco años» en el marco de la iniciativa gubernamental para promover la igualdad económica. Todo aquel alto ejecutivo que supere el límite de 3 millones de yuanes anuales (unos 380.000 euros) lo tiene que devolver. En el Estado español los altos ejecutivos casi duplican esa cifra, por dar un dato. Al mismo tiempo, se establece en esta cantidad el tope salarial por arriba. Una medida necesaria cuando se ralentiza un tanto el crecimiento económico que, a pesar de todo, sigue siendo muy superior al occidental (estipulado en el 5% para este año, mientras que en el Occidente colectivo se estima en el 2% en el mejor de los casos). Esta iniciativa es la primera a gran escala que se lleva a cabo en el marco de la «prosperidad común», que se está convirtiendo en el eje central de la política interna china. No va a ser la última.

La segunda, que se habla de forma abierta de poner fin a todo tipo de clon de la «educación occidental». La rebelión contra este tipo de educación comenzó en 2016 en varias universidades y con el activismo de los Jóvenes Marxistas. Dos años después, y como consecuencia de ello, se dieron los primeros pasos y ahora el acelerón final. Aquí tiene un papel importante Xi Jinping, abiertamente comprometido con ello y que cree que hay «fuerzas hostiles que están comprometidas en actividades subversivas contra el partido y el sistema socialista, especialmente dirigidas a la conciencia de los jóvenes». Eso significa que se intenta que «la generación más joven, la que no experimentó el dolor de las personas que lucharon entre la vida y la muerte por el país y por este sistema, olvide todo ello». Como ha ocurrido en Occidente. Por lo tanto, «se va a acelerar la eliminación de los planes de estudio que no inculquen los ideales socialistas en la generación más joven». Es decir, desaparecerán las influencias occidentales en la educación.

Esto es más fácil decirlo que hacerlo, puesto que -y enlaza con la primera cuestión- la diferenciación de clases en China ha creado una ansiedad educativa porque en un sistema meritocrático eso es muy importante. De ahí que no hace mucho China tuviese que poner coto a las clases particulares. Hay un desequilibrio evidente -y dónde no- entre la ciudad y el campo y los recursos son diferentes en una u otro. De ahí este paso. Es un intento de equilibrar los recursos educativos y centrarlos en el país, sin tener en cuenta a Occidente, y hacer que la calidad de la educación sea la misma. Aquí es evidente la vuelta al modelo soviético.

La tercera, que también tiene que ver con lo aprobado en el tercer pleno: China ha decidido duplicar el gasto en inteligencia artificial a pesar de las «medidas restrictivas» (neolengua occidental para hablar de las sanciones, ilegales, según el derecho internacional) impuestas por Occidente, EEUU en especial. China invierte un total de dos veces lo que Occidente, cuando -como se está demostrando en el país 404, antes conocido como Ucrania- la IA está cambiando las reglas del juego en el campo de batalla, no solo en la industria. Ahora decide invertir ni más ni menos que el doble, o sea, cuatro veces lo que hace Occidente.

El modelo chino está siendo seguido muy de cerca por muchos países del llamado Sur Global porque el éxito obtenido con la eliminación de la pobreza, reconocido incluso por el propio Banco Mundial, está ahí y es muy difícil de ocultar. Incluso el BM dice que “para cerrar la brecha” con Occidente, los países tienen que establecer nuevas condiciones (inversión, nuevas tecnologías e innovación) en sus sistemas y que el único país que está capacitado para ello es China. El BM no es la panacea, ni mucho menos, ni sus análisis hay que seguirlos al pie de la letra porque repite el mantra neoliberal occidental. Pero es un indicador claro de por dónde van las cosas.

Cada vez son más quienes consideran que la “economía de transición” que se está desarrollando en China está impulsada en parte por la acumulación capitalista con fines de lucro y en parte por la acumulación socialista que apunta a lograr objetivos sociales sin el mercado a través de inversiones planificadas. Estos últimos pasos dados por China indican que está ganando esta opción.

Nota

(1) En China es recurrente oír el calificativo de “tigre de papel medio muerto” al referirse a la OTAN, y lo hacen teniendo en cuenta la paliza que está recibiendo en Ucrania. Pero la OTAN sigue actuando como si todavía fuese algo y en su reunión de julio, además de acusar a China de “facilitador decisivo de la guerra de Rusia contra Ucrania”, se amenazó al país con sanciones porque “las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China (RPC) siguen desafiando nuestros intereses, nuestra seguridad y nuestros valores”. Por todo ello, «la República Popular China sigue planteando desafíos sistémicos a la seguridad euroatlántica”.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera edición. Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org

También se puede encontrar en librerías.

albercruz@eresmas.com

 

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2935

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