Fuente: La Jornada Ángel Guerra Cabrera 16.05.21
Frank Gaudichad cita los argumentos de quienes abogan por participar en la elección pese a los candados puestos por la derecha: Hemos construido y defendido nuestras demandas en las calles y en la lucha para hacer escuchar nuestra voz y nuestros programas en la Convención. Porque nuestra voz es indelegable, hacemos un llamado a votar con independencia de los partidos que administraron el neoliberalismo
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Mientras, otros son más críticos acerca de participar y afirman que una Convención Constitucional moldeada por los deseos de los poderosos está clausurando la lucha iniciada en octubre de 2019. Estas elecciones, dicen, no harán más que poner una capa de barniz democrático al sistema: cambiar la Constitución para que nada cambie, en cierta forma. Cita lo afirmado por el pinochetista ministro de Asuntos Exteriores Andrés Allamand: el nuevo texto permitiría “mantener, sin ninguna duda, algunos pilares claves… como el respeto a la propiedad privada, la iniciativa individual, el tratamiento no discriminatorio entre la inversión nacional y la inversión extranjera”.
Gaudichad explica que, según las diversas estimaciones, los sectores conservadores conseguirán alrededor de 40 por ciento de los elegidos, lo que les daría poder de veto.
Continúa: Sebastián Piñera, gracias a lo que parecía un exitoso programa de vacunas contra el Covid-19, ha aumentado leve y transitoriamente su muy decaído apoyo en los sondeos. Está totalmente aislado políticamente. No obstante, la derecha sigue soñando con un triunfo en la próxima elección presidencial a fines de año con un candidato como Joaquín Lavín. Pero una nueva rebelión popular o, en otro plano, la cada vez más popular candidatura presidencial de Daniel Jadue, alcalde comunista de Recoleta (Santiago), podrían perturbar los planes de la oligarquía chilena, concluye (https://n9.cl/cbqai). O las dos cosas juntas, imagina Mirar al Sur.
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