Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Chile.-El-2020-recibido-en-la-Plazaque-lucio-mas-digna-que-nunca-20200101-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=37 Carlos Aznarez 1 enero 2020
Este fin de año y principio del 2020 el pueblo chileno obtuvo una nueva y gran victoria en la dura batalla en la que está empeñado contra la dictadura de Sebastián Piñera. Todo estaba servido para que en la gran convocatoria que las organizaciones populares realizaron para pasar las últimas horas del 2019 en la Plaza de la Dignidad, homenajeando con una cena a los jóvenes y adolescentes de la “primera línea”, se diera en un escenario de guerra por la furia y sadismo que vienen protagonizando los carabineros. Sin embargo, esta vez la Plaza fue del pueblo más que nunca. Medio millón de personas llegadas desde toda la Capital, más muchos vecinos de la zona que bajaron con sus mesas plegables a comer y acompañar a los aclamados “primera línea”, convirtieron ese sitio emblemático en un gran festejo de las fuerzas de la Resistencia.
Los “pacos” esta vez no pudieron entrar con sus vehículos artillados, “guanacos” lanza agua con gas pimienta (o soda caústica), caballos, motos y otros artilugios represivos.
Sí estuvieron en los alrededores pujando por complicar el encuentro multitudinario pero nuevamente fueron los jóvenes quienes se encargaron de generar una muralla defensiva que durante casi toda la noche impidió que los uniformados se salieran con la suya y arruinaran la cena. Fue inevitable, eso sí, que el aire se contaminara con el olor a gases, debido a la dirección del viento.
La cena en zona cero
Lo ocurrido en la «zona cero» de la Plaza es necesario contarlo con lujo de detalles, no solo para romper la censura y mentiras de los medios chilenos, que en sus crónicas aburren desinformando que las protestas están protagonizadas por “vándalos” o en algunos casos por “lúmpenes terroristas”, sino porque se logró un nivel de organización popular y disciplina admirables. Ni un solo incidente, ni una sola pelea entre el más de medio millón de personas que con sus banderas y consignas se mantuvo en el lugar toda la tarde-noche. Lo que demuestra que los únicos violentos y promotores de barbarie con su accionar son tristemente célebres “pacos”.
Desde muy temprano, el monumento que homenajea al general Baquedano, quien en el siglo XIX ocupara a sangre y fuego la Araucanía, comenzó a poblarse de jóvenes de la “primera linea” con banderas chilenas y mapuche. En un momento hubo un intento de desmonumentalizar pero como suele suceder, estos personajes a los que homeajea la derecha en cada país (en Argentina pasa lo mismo con el conocido genocida Julio A. Roca) son difíciles de tirar abajo, pero como dijo un “cabro” que pujaba con sus compañeros tirando de una cuerda amarrada a la cabeza del general, “tarde o temprano van a caer como le pasará a Piñera”.
En otro costado de la Plaza, un grupo de militantes solidari@s se ocupaban, bajo un sol y un calor demoledor, de ir preparando la mesas para lo que sería una cena muy particular. Ataviados con pañuelos rojos que señalaban “zena cero”, cabros y cabras preparaban las ensaladas, ordenaban las raciones, y recibían numerosas donaciones de vecinos que alcanzaban gaseosas, postres y otros insumos. En el aire ya sonaban las canciones de “la nueva música-protesta chilena”, emitida por los potentes parlantes de Radio Plaza de la Dignidad, una de las tantas organizadoras del evento.
La urgencia por armar las mesas a partir de las 4 de la tarde, tenía una explicación: había que ocupar el territorio donde habitualmente se estacionan los carabineros, lanzan sus arengas de odio y se preparan para salir a reprimir. El objetivo se cumplió con creces.
Un par de horas después el bullicio comenzó a crecer, en grupos pequeños o encolumnados comenzaron a llegar infinidad de personas, y comenzaron a servirse las primeras comidas para los “primera línea”. Estos, sin abandonar sus capuchas y escudos confraternizaban con sus colegas, o con gente de todas las edades y condiciones sociales que les expresaban su admiración y respeto “por todo lo que nos protegen y ayudan cuando venimos aquí a protestar contra el culiao de Piñera”, según una trabajadora de la salud. Algunos comunicadores «de confianza» (Resumen Latinoamericano entre ellos) con credenciales especiales pudimos recoger sus testimonios de vida y lucha: “No somos delincuentes como nos acusa la derecha y los medios, somos luchadores, rebeldes, revolucionarios que estamos hartos que se maltrate a los estudiantes, a los jubilados, al pueblo en general”. Más abrazos, más sonrisas, más comentarios, asegurando que “hoy los pacos culiaos no van a entrar aquí y esto para nosotros es una victoria”, según una “cabra” de poco más de 18 años, ataviada de negro que estrechaba la mano de su compañerito de similar edad que lucía un escudo con la frase: “primera línea de amor”. Sí, porque si hay algo que sobra entre estos jóvenes es el amor que entregan a diario para defender con sus cuerpos las ansias de manifestarse en paz que tiene la mayoría que gana las calles. Por eso, el respeto con que se acercan a ellos y ellas, personas de todas las edades, con un gesto agradecido o una palmadita en el hombro de una abuela, susurrándoles: “no aflojen cabros, que estamos con ustedes”.
Sin pacos la vida es mucho mejor
La extraña ausencia de los “pacos” algunos lo atribuyen a una decisión de un juez que de hecho autorizó la concentración metiendo un palo en la rueda a la maquinaria estatal represiva, y otros a que la debilidad de Piñera es cada vez mayor y no podía tolerar una foto de la Plaza convertida en un pandemónium el último día del año. Sin embargo, eso no quita que a escasos 150 metros de allí, sí arrojaron gases, mojaron con veneno y enfrentaran con brutalidad a distintas filas de “primeras líneas” que aguantaron a pie firme la embestida, impidiendo el avance sobre la Plaza, al costo de que algunos sufrieran heridas que rápidamente eran atendidas por los cuerpos sanitarios que colaboran voluntariamente con los manifestantes. A la madrugada, también se repitieron enfrentamientos sobre la Avenida de la Alameda, frente al monumento al carabinero, que por cierto esta machucado de tantas bombas de color (y alguna que otra molotov) que le han arrojado en los últimos tiempos.
En ese clima tan especial donde algunos comían y se reponían de las contingencias de la batalla y otras decenas de miles seguían cantando y festejando haber llegado a fin de año como pueblo en lucha, a pesar de todas las predicciones agoreras de la devaluadísima clase política, transcurrió toda la noche. Como esta también es una revolución cultural, hubo adhesiones y actuaciones variadas, como los tradicionales “cinchoneros”, girando y danzando con sus tambores, o la banda “Conmoción” que encabezó una marcha sonora y convocante para el baile, o las muy queridas cantoras Camila Moreno y Ana Tijoux, que en improvisados escenarios ofrecieron su corazón y algo más, para testimoniar que el artista popular que se precie debe estar donde el pueblo se expresa y pelea por sus derechos. Así como Camila apuntó que “nadie afloje porque la lucha continúa”, Anita hizo un recorrido a punta de rap por el feminismo popular, la lucha de clases, el internacionalismo y numerosas alusiones a “cuidémonos entre todas, todos y todas ya que enfrentamos a un enemigo maligno” y ponderó una vez más a la “primera línea”. A ese mismo tren solidario se subió y fue aclamada la comediante Natalia Valdebenito que con una buena dosis de humor político le pegó fuerte a Piñera y sus secuaces, además de defender con pasión la militancia feminista y lanzar consignas antipatriarcales que eran recogidas con alegría y adhesión por la multitud.
Así se llegó a las esperadas 0 horas. Cinco minutos antes, Ana Tijoux había entonado acompañada de miles de gargantas ese himno que es “Cacerolazo”, justamente porque la convocatoria había llamado a batir el parche de las cacerolas a los pocos minutos del 2020 entrante. Fue a partir de ese momento que la Plaza entera estalló en fuegos de artificio, petardos y bengalas de todo tipo, mientras los rayos láser verdes taladraban los grandes edificios y sobre la pared de uno de ellos se proyectaban textos alusivos a la lucha por la tierra jalonado con la palabra de combate “Mariciweu” junto a una bandera Mapuche.
Por su lado, el monumento central se iluminaba y agitaba como nunca, extendiendo la confirmación de que “el que nos salta es paco”. desde el fondo de la tierra surgían como rugidos con frases variadas donde la más penetrante señalaba que “el pueblo unido jamás será vencido”, que “Piñera es igual a Pinochet”, y otra que explica muy bien por qué este pueblo sigue luchando en las calles de todo Chile, más despierto que nunca: “por la dignidad”.
Contra todas esa definiciones, el Estado represor no puede “disciplinar» a tanta chilena y chileno insurrecto. Ni Piñera, ni los malditos “pacos”, ni esa derecha pinochetista tan omnipresente, ni las traiciones de cierta “izquierda” demoburguesa. Ahora, cuando algunos “analistas” se adelantan a opinar que el verano servirá para diluir las protestas, en la calle se escuchan voces que aseguran que nada de eso ocurrirá. La revuelta no se detiene, y las proximas estaciones de este tren rebelde será el Festival de Viña del Mar, símbolo del viejo Chile y sus clases dominantes, y el mes de marzo en que decenas de miles de estudiantes vuelven a clase.
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