Fuente: El Arrezafe/Cáncer capitalista 17 marzo, 2019
Cartografiar las insurrecciones implica los mismos razonamientos y postulados de predicción conductual que el marketing
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La inteligencia artificial no se usa solo para controlar y manipular lo que hacen los individuos aislados sino, sobre todo, para vigilar, controlar y manipular sociedades. Se trata de automatizar mediante algoritmos (como el Integrated Crisis Early Warnig System, que explora los megadatos de diversos países y sus poblaciones cartografíando las sociedades según su mayor o menor grado de estabilidad) la detección de la inestabilidad social o el peligro de insurrección. Se han diseñado modelos denominados “radares sociales” para predecir la evolución del comportamiento de amplios grupos sociales, detectando los cambios de humor o de opinión en el seno de las poblaciones susceptibles de influir en el curso de los acontecimientos y poder intervenir (con campañas de propaganda o operaciones psicológicas Psyop) en tiempo real. La imbricación estado-empresas privadas es total. Después de todo, cartografiar las insurrecciones implica los mismos razonamientos y postulados de predicción comportamental que el marketing.
El cúmulo de datos de comportamiento no solo debe ser abundante, sino también variado. El Big Brother monopolista requiere extender las operaciones de extracción del mundo virtual al mundo real, donde vivimos nuestra vida «real». El espía monopolista espía en las carreteras, en los parques, a través de las ciudades. Accede a nuestro sistema sanguíneo, a nuestra sala de estar, a nuestros más mínimos desplazamientos, a nuestro refrigerador, a nuestra aspiradora ( modelo Roomba con el que Google que cartografía cada rincón de nuestro hogar), etc. Más de 100 millones de mujeres jóvenes están siendo espiadas a través de apps (Flow, Ovia, Glow, …) gratuitas que monitorizan sus ciclos menstruales, tests de ovulación y su actividad sexual, datos de gran valor en el mercado del comportamiento.
Para obtener predicciones de comportamiento muy precisas y, por lo tanto, muy lucrativas, deben poder acceder a nuestras características más íntimas. Espían nuestra personalidad, nuestros estados de ánimo, nuestras emociones, nuestras mentiras y nuestras fragilidades. Todos los niveles de nuestras vidas personales se capturan y comprimen automáticamente en un flujo de datos. El objetivo es poder influir en nuestro comportamiento como trabajadores, consumidores o votantes.
Escribes algo en la barra de búsqueda de Google y de inmediato comienzas a ver anuncios que te parecen familiares en todas partes. A veces ni siquiera necesitas buscar: Google ya ha triangulado tus deseos según tus correos electrónicos, tus características demográficas, tu ubicación.
Para penetrar más en nuestra intimidad Google y Amazon ya disponen de nuevas patentes para la tecnología de hogares inteligentes, para que los usuarios abran su hogar a sus marcas registradas de grabaciones ilegales. Google ha presentado una serie de patentes para recopilar datos de audio en el hogar. Las patentes permitirían a los dispositivos domésticos inteligentes habilitados con el Asistente de Google inferir el comportamiento en función de lo que escuchan: el cepillado de los dientes, la apertura de la puerta de un refrigerador. Incluso pueden estimar su estado de ánimo según la presencia de voces elevadas o insultos.
Propaganda de Echo: «El Amazon Echo se conecta a Alexa, un servicio de voz ubicado en el Cloud, para reproducir música, realizar llamadas, configurar alarmas y temporizadores, hacer preguntas, obtener información sobre el tiempo, el tráfico y los resultados deportivos, gestionar listas de tareas y de la compra, controlar dispositivos de Hogar digital compatibles y mucho más.»
Estos hogareños dispositivos expanden las áreas en las que tu comportamiento ya está registrado desde tu teléfono, Tablet o portátil, a tu mismo dormitorio.
Los sistemas de vigilancia del hogar, como Nest de Google o Ring de Amazon, aunque registran lo que hacen sus clientes, también monitorizan, sin su consentimiento, a otras personas: transportistas de correo, trabajadores de distribución de alimentos, vecinos, etc.
La opacidad es la regla. Las empresas a menudo no revelan qué tecnología contienen sus productos, y además el software que contienen puede ser reconfigurado a placer por el suminstrador (atualizaciones) y los dispositivos se pueden recalibrar para nuevos usos, y los datos que recopilan se pueden utilizar de maneras que los clientes no suscribieron.
Google tuvo que disculparse ante los clientes que compraron el sistema de seguridad residencial Nest Secure en 2017. El dispositivo estaba equipado con un micrófono que no figuraba en las características del aparato. Unos pasajeros de American Airlines descubrieron cámaras en las pantallas de TV incrustadas en los asientos.
Empresas bancarias, de viajes, de ventas por internet, hoteles, etc. contratan a empresas de análisis, como Glassbox, Appsee, FullStory, UXCam, que graban las pantallas de los clientes mientras usan sus aplicaciones. El software de Glassbox graba en video las pantallas de los usuarios mientras usan las aplicaciones de las empresas clientes, luego comprime y reproduce el material de archivo para su análisis. Es en un registro de cada pulsación de teclado, todo lo que se escribe, los mensajes de error que ven, la cantidad de tiempo que pasan en cada página, etc.